“Pensáis que de África sólo pueden venir desastres, y no”
Antropóloga social, especialista en África
Tengo 63 años. Nací y vivo en Mozambique. Soy investigadora del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra. Tengo una hija y una nieta de 8 años. ¿ Política? Hablar desde mi cabeza, indisciplinada. ¿ Dios? Es lo que no controlo. Para soñar, hay que creer en algo
Urnas
Paula Meneses estudió historia para entender cómo un hecho puede ser interpretado de muy diversos modos y se pasó luego a la antropología social para entender cómo reaccionan las sociedades ante sus circunstancias, entre los polos de la identidad y de la solidaridad. En ese camino, ha investigado el periodo poscolonial en África hasta convertirse en una de las mejores conocedoras del continente negro. Varios países africanos llaman a las urnas a sus ciudadanos durante este año 2019, y para conocer los análisis de Paula Meneses, ha sido invitada al ciclo Sociedad más diversa, ¿sociedad menos solidaria? (con dirección científica del Cidob) en el Palau Macaya de La Caixa.
¿Qué le enseña a su nieta?
A escuchar, para entender los motivos de los otros.
¿Qué ha entendido usted?
Que para avanzar hay que soñar. Y para soñar hay que creer.
¿Creer en qué?
En algo. Lo entendí leyendo la correspondencia entre Lenin y Gorki.
Lecturas intensas, las suyas.
Es que cursé parte de mis estudios en la URSS, en la Universidad de Leningrado...
Eso marca... ¿En qué cree usted?
En que la tierra, la vivienda, la sanidad y la educación deben llegar a todos los habitantes de mi país, desde sus culturas y lenguas.
¿Cuántas lenguas hay en Mozambique?
Treinta y tres.
No será fácil.
Abracé esas promesas de los independentistas. Son los ideales por los que abogo aún.
¿Y qué dicen sus compatriotas?
Por desgracia, se ha asentado la idea de robar al Estado: cada uno intenta sacar la mayor tajada posible del pastel.
Se llama corrupción.
Lastra el desarrollo de Mozambique. Si no fuera por eso, mi país despegaría.
¿Ve alguna solución?
La educación de niños y niñas. ¡De las niñas, sobre todo! Ahí está el futuro. Hay aún mucho machismo en las mujeres... Por eso dedico tanto tiempo a hablar con mi nieta.
¿Qué recuerda usted de su niñez?
Un día llevé a clase el cordel que ataba el diario Le Monde, que llegaba a casa bajo mano... Mis padres, al saberlo, me riñeron: ¡les comprometí políticamente!
¿Qué aprendió de aquello?
Que puede haber interpretaciones divergentes: en clase rezábamos “por nuestros soldados en la guerra”, y en casa me decían que los insurgentes luchaban por la libertad.
¿Y qué pensaba usted?
Veía muchos niños negros en la calle: ¿por qué en clase había sólo dos? Lo pregunté. “Se llama desigualdad, y por eso esta guerra”, me explicaron mis padres.
Anticolonialistas y de izquierdas, ¿no?
Sí. Médicos de clase media, estaban desde los años sesenta comprometidos con el movimiento anticolonial. Al independizarse Mozambique, en 1975, se quedaron en el país.
¿Se fue mucha gente?
¡En mi curso me quedé sola! Se fueron 200.000 personas: la estructura estatal, dependiente de la metrópoli. El frente independentista optó por la revolución... y siguió un régimen autoritario, hoy lo reconozco.
Suele pasar.
En Portugal había caído la dictadura militar porque los jóvenes oficiales no querían ir a morir a una guerra en África: así la metrópoli caminó hacia la democracia...
¿Y por qué no la excolonia?
Porque está impregnada de herencia colonial y es un Estado sin nación: varias justicias, varias medicinas...
¿Varias medicinas?
Mucha gente acude a sus curanderos tradicionales. Y las justicias locales procesan a acusados de brujería...
¿En serio?
Un día dejé sobre la mesa de mi despacho en la universidad unas hojas de eucalipto que iba a llevarle mi hija, para su resfriado... ¡y tuve que oír acusaciones de brujería!
¿Es inviable allí la democracia?
Necesitamos conocernos bien entre nosotros, reconocernos desde nuestras diferencias, mediante un buen sistema educativo.
¿Y luego?
Superado el desconocimiento mutuo, habría que conciliar tanta diversidad.
Desde Europa vemos llegar africanos...
Y yo veo llegar a blancos a Mozambique... para usurpar puestos de trabajo a los negros.
¿En serio?
Las multinacionales borran los buenos currículums de negros, prefieren exportarnos a sus directivos blancos.
¿Con qué propósito?
No perder el pleno control de sus apaños. Sudáfrica, por ejemplo, sigue siendo una burbuja para blancos: la prosperidad no llega a la mayoría social negra.
Pero el colonialismo terminó.
La mirada colonial persiste. Como europeo: ¿sabe que Etiopía tiene una presidenta?
No.
¿Y sabes que su Tribunal Supremo lo preside una mujer? ¿Y que el 54% de los diputados son mujeres? ¿Y que los ministerios más importantes los ocupan mujeres?
No lo sabía.
Claro, porque es África: si eso mismo sucediese en un país americano, ¡sería portada en su diario!
Me ha convencido.
Pensáis que de África nada bueno puede venir, sólo desastres. Y procuráis evitar cualquier cosa que debilite vuestro prejuicio.
Procuraré pensar en esto.
Es lo que le digo a mi nieta: pregunta, busca, escucha, piensa. ¡De las mujeres vendrán los cambios, ya verá!
¿Y qué dice su hija al respecto?
La de mi hija es una generación escéptica, tecnócrata, entiende la corrupción como peaje sistémico. Yo confío en mi nieta.