“Deberíamos solventar nuestras rivalidades con sexo”
Paleoantropólogo en Atapuerca
¿Edad? Nuestra especie requiere tanto del talento juvenil como de la experiencia de la madurez. Nací en Madrid, pero vivo feliz cerca de Atapuerca. Casado y ya con una segunda camada: sigo aprendiendo de mis hijos. Publico con mi hija Elena
Como chimpancés
Nuestro instinto tribal, cuando se desboca, nos hace regresar a la conducta de nuestros parientes evolutivos, los chimpancés, hasta llegar a la violencia (el canibalismo parece superado) por defender lo que consideramos nuestro territorio y nuestros recursos. El progreso humano ha sido posible a partir de la superación de ese concepto regresivo de territorio propio e identidad tribal para hacer posible el comercio y el intercambio, que multiplican los recursos para una prosperidad compartida. Lo explica el doctor Bermúdez de Castro al tiempo que defiende la educación para la apertura de las mentes más allá de la tribu como la mejor inversión colectiva para acelerar nuestra evolución hacia el bienestar.
¿A quién nos parecemos más los humanos?
A los chimpancés.
¿Y al simpático bonobo?
Ya nos gustaría. Si fuéramos más bonobos, en vez de pelearnos violentamente por la misma higuera, tendríamos sexo en grupo...
Pues casi mejor que darnos bofetadas.
...y, ya relajados, nos repartiríamos los higos.
Parece más inteligente.
Pero somos más chimpancés, qué le vamos a hacer: primates territoriales agresivos.
Lo vemos cada día en la política y el fútbol.
Nos peleamos, como los chimpancés, con otros grupos de humanos por el territorio y los recursos y, además, por el poder de la manada.
Eso hace que nuestra política no sea tan diferente de la de los chimpancés.
Fíjese en que la violencia entre chimpancés se regula por un mecanismo de fisión-fusión...
Eso suena a sistema de partidos.
Cada grupo tiene su territorio, pero a veces un subgrupo se separa del grande y, cuando se vuelven a encontrar, los machos del grupo principal ya han tenido descendencia con sus propias hembras y no aceptan a la descendencia que ha nacido fuera, en el subgrupo...
¿Y qué hacen con los bebés forasteros?
Los matan y se los comen.
¿Qué nos cuentan nuestros fósiles?
Una historia de canibalismo, violencia y guerras, pero también de evolución hacia organizaciones con formas cada vez más sofisticadas de cooperación.
¿Podemos sufrir regresiones?
Me temo que sí, porque la evolución no es un camino hacia la perfección, sino otro de adaptación continua al medio cambiante.
¿Alguna buena noticia evolutiva?
Mi hija es endocrinóloga pediátrica y hemos estudiado juntos la evolución humana para extraer lecciones que nos sirven hoy.
La primera es que no nos peleemos por el territorio como si fuéramos chimpancés.
Y hay muchas más. Muchos padres acuden a la consulta de mi hija, por ejemplo, angustiados porque creen que su hijo de cuatro o cinco años no se desarrolla tanto como los demás...
Es para angustiarse.
...Entonces, como doctora versada en evolución, les explica que los humanos hemos evolucionado para que el cerebro nos crezca más rápido que el cuerpo. Primero dedicamos toda nuestra energía al desarrollo del cerebro y luego al del cuerpo.
¿Los demás primates no hacen lo mismo?
En los chimpancés, en cambio, no hay adolescencia, que es esa etapa en la que nuestro organismo recupera de golpe el desarrollo atrasado.
¿Por eso hay que tratar a los niños como si fueran más adultos de lo que parecen?
Yo soy hijo del baby boom y cuando era niño los padres vivían su vida y apartaban a los hijos de su lado, porque pensaban que lo que hablaran los adultos no les interesaba.
Cuando es justo lo que más les interesa.
Y lo que más les conviene, por eso deben estar con los padres cuanto más tiempo mejor, y así aprenden con ellos.
¿Los papás crecen al estar con sus hijos?
Y mucho, porque eso es lo que nos hace humanos: la plasticidad cerebral. Tenemos un cerebro plástico: siempre preparado para aprender y aprehender lo aprendido. Esa plasticidad es enorme hasta los 30 años...
Y después, ¿a vivir de glorias pasadas?
Después tenemos la experiencia. La evolución demuestra que las empresas que prejubilan a talentos de 50 años derrochan valor, porque los humanos hemos progresado aprovechando tanto la plasticidad neuronal de los más jóvenes como la experiencia de los mayores.
¿La agricultura fue un avance o un atraso?
Fue, como tantas otras etapas en la evolución, una huida hacia delante.
¿Tuvimos que cultivar sólo porque ya no había caza para todos?
Ante la escasez de caza no había más remedio que cultivar. Los neandertales cazadores recolectores eran tan avanzados o más que nosotros entonces y por eso aguantaron nuestro empuje en el corredor levantino 70.000 años.
¿Y nos mezclamos con ellos?
Tenemos un 4% de su genética. La agricultura nos hizo vivir peor, pero no tenía vuelta atrás.
Hoy el móvil también empeora mi vida, pero si lo dejo, pierdo el empleo.
¿Cuánto ha tardado el móvil en triunfar?
Una década, pero internet todavía menos.
Es un cambio cultural enorme y acelerado, pero ¿estamos preparados físicamente para soportar esa tensión de la hiperconexión?
Yo ando agotado estos días: más hiperconectado que nunca, pero peor informado.
Por el décalage entre biología y cultura. Nuestro organismo no ha tenido tiempo de adaptarse a la aceleración tecnológica. Y sufre.
¿La lactancia es necesaria o irrelevante?
Insustituible, porque aporta células madre al sistema inmunitario que ninguna leche de fábrica contiene. Y se verán las consecuencias en los niños sin lactancia que sufrirán hipertensión, diabetes y obesidad. La lactancia debería durar como mínimo seis meses.
¿Qué nos enseña la evolución que no hayamos aprendido todavía?
Muchas cosas, pero sobre todo que aún no damos a la educación la importancia que tiene. Si se la diéramos, nuestra especie dispararía sus niveles de progreso y bienestar.