Sensibilidad
Advierto un nerviosismo difuso, me mira de hito en hito, camina como pisando huevos, le da muchas vueltas a cada respuesta y diría que fácilmente podría asustarla con un gesto brusco. No lo hago, claro. Entiendo que escanea el entorno con más eficiencia que yo: capta señales más sutiles y las amplifica. Me dice que lo lleva bien porque ha aprendido a aislarse regularmente y a tener contactos con la naturaleza, que la serenan y fortalecen. En el libro El poder de la sensibilidad (Ariel) desvela detalles de las personas altamente sensibles (PAS) e imparte consejos para que sus vidas sean más llevaderas y provechosas, para que el entorno no las devore.
¿Es hipersensible?
Mi sistema neurosensorial es más fino que el de la mayoría de la gente...
¿Y eso qué le supone?
Soy extremadamente sensible a estímulos externos e internos.
¿Eso es bueno o malo?
Lo siento todo más intensamente: no debería ser malo, pero tiene inconvenientes para vivir en sociedad.
¿Son muchos así?
Las personas altamente sensibles (PAS) llegamos a ser casi un 20% de la población.
¡Eso es bastante!
Hay diversos grados, que aún no sabemos medir con precisión. Mi grado es muy alto.
¿En qué se basa?
En mi experiencia vital: mi alta sensibilidad marca mi vida.
¿Desde cuándo?
Desde el parvulario: los demás niños disfrutaban y reían con el jolgorio de una chocolatada, petaban globos... ¡y yo estaba muy asustada! Quería estar en casa, lejos del jaleo.
A todos nos pasa a vece...
Si te sientes así siempre te traumatiza. Piensas: “¿Por qué lo pasan bien y yo no? ¿Por qué soy distinta?”. Te cuestionas, te sientes fallida.
¿Y maltratada?
Un día se posó en la ventana del aula un pájaro. ¡Yo sabía que era ártico, una rareza! Y sabía su nombre... Y lo dije en voz alta. Los demás niños empezaron a burlarse de mí.
¿ Bullying?
Es importante que en las escuelas sepan que hay niños PAS, para protegerles de burlas que les dañan.
¿Siguió pasándole de adulta?
Logré un buen empleo en una oficina. Mi mesa de trabajo estaba en una nave con mucha gente. Al poco, cada mañana me levantaba llorando...
¿Y eso?
¡No sabía por qué! Mi trabajo me interesaba, pero... lloraba. Y otro día capté algo entre dos de mis jefes que me perturbó...
¿Qué era?
Nada objetivable, una sensación sutil. Después de irme de aquel empleo, me contaron que esos dos eran encarnizados rivales. ¡Mi alta sensibilidad ya lo había captado!
¿Abandonó aquel empleo, dice?
Sí, para trabajar en mi casa. ¡Qué bien me sentó! Tiempo después entendí: la estridencia de la oficina, los teléfonos, el trajín... ¡me descomponían hasta el llanto!
¿Cuándo y cómo supo que era PAS?
A los 28 años leí un libro de la psicoterapeuta Elain Aron: “¡Habla de mí!”, pensé. “¡Todo eso me pasa a mí!” Y esto cambió mi vida.
¿En qué sentido?
Fui consciente de lo que me pasaba. Eso me ayudó a entenderme y aceptarme. La intensidad de mis emociones había alejado a mis parejas... Mi marido actual me entiende, abordamos mis emociones juntos.
Él no se asusta si la ve colapsada.
Él es también PAS. Detecta todo lo que me pasa, ¡y yo lo que le pasa a él! Nos basta con mirarnos.
Nunca podrán engañarse uno al otro.
¡Imposible! No hay posibilidad de secretos: el otro lo captaría al instante.
También sus orgasmos serán más intensos...
Me ruboriza usted...
Es una entrevista, no cotilleo.
Pues sí, tiene razón. Y también mis orgasmos habían asustado a algunos hombres...
Ventajas y desventajas...
La alta sensibilidad se convierte en fortaleza si eres consciente de ella y entiendes que todo es un desafío para ti. Y eres más intuitivo. Basta evitar que esto te bloquee.
¿Qué indicios delatan alta sensibilidad?
La luz, el sonido, movimientos alrededor... te perturban más que a los demás. Un lugar bullicioso te confunde, una fiesta, la algarabía callejera...
¿Y los gritos?
El griterío te azora, y el tictac de un reloj en la noche te desvela... Y captas estados de ánimo ajenos y te afectan, eres hiperempático... ¡Vives sobreestimulado, alertado! Y acabas buscando un refugio, recluyéndote.
¿Nadie pudo ayudarla?
Oía lo que dicen personas menos sensibles: “¿Otra vez llorando?” “¡Te lo tomas todo a la tremenda!” “¡No te pongas así!” “¡Relájate!” “Adáptate!” “¡Qué tontería!” “¡Imaginaciones tuyas” “¡No seas tan susceptible!” Y todo eso no ayuda.
¿Está riñéndonos?
Ya he entendido que ni los altamente sensibles ni los menos sensibles elegimos ser así: ¡es congénito! Naces así.
¿Ser PAS no es una patología, pues?
¡No! Es un modo de ser. Sólo faltaría que nos medicasen... Niños medicados por TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) ¡quizá sean PAS! Tan sensibles que el entorno les turba y se aíslan. Pero tenemos una alta capacidad de concentración.
Si los altamente sensibles han sobrevivido evolutivamente, por algo será.
Porque supercomputamos estímulos sensoriales y emocionales, tenemos corazonadas, intuiciones, visiones... que han sido muy útiles a la supervivencia humana.