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“Audrey Hepburn en taquilla se merendó a Marilyn Monroe”

Tengo 68 años. De niño en mi barrio, Gràcia, contaba 12 cines yendo de Lesseps a los Jardinets: hoy veo mil tíos mirando el móvil. He rodado 11 películas: me interesan más las historias que el glamur. ‘Ariane’, de Wilder, ha sido la película más taquillera de mi cine, y ‘Los 400 golpes’, de Truffaut, mi favorita

Carles Balagué,director de once películas y propietario del cine Méliès, que cumple 20 años

Cómo se le ocurrió comprarse un cine?

Porque había dirigido siete películas y cuatro documentales, hasta que hace veinte años decidí que quería seguir en el cine pero de otro modo; alquilaban este local céntrico, me gustó y monté los cines Méliès.

¡Pero si ya los estaban cerrando todos!

No me hacía ilusiones, pero aún creía en el poder de las grandes películas, así que invertí mis ahorros en comprar 400 copias de los mejores clásicos y crucé los dedos...

¡Y aún está abierto: no se queje!

Ufff! Ha sido duro.

Usted es una filmoteca privada universal sin subvención: ¿su mejor taquilla?

Ariane , de Billy Wilder.

¿Por qué?

No es la mejor película de Wilder, pero sí la menos vista en España. Con Gary Cooper, Audrey Hepburn y Maurice Chevalier...

¡Esa película está viva!

...Y con la fina ironía de Wilder en gags muy elegantes. Nos salvó la temporada.

¿Y su gran chasco taquillero?

Marilyn Monroe no funcionó como esperábamos. De hecho, la Hepburn la ha derrotado en taquilla contra todo pronóstico. Yo ya veía en la calle que las chicas llevan a la Hepburn y no a la Monroe en las carpetas.

¡Si el Méliès está en el Gayxample!

Y hay mucho gay en el barrio, pero ni uno vino para ver a la Monroe, por mucho que la reivindiquen luego. Los gais también me dieron un disgusto cuando programé a Fassbinder con intención, pero estuvo vacío.

¿Su póquer de cineastas?

Déjeme darle un repóquer: Hitchcock, Fellini, Billy Wilder, Truffaut y Visconti.

Ya no se construyen grandes cines, pero... ¿tampoco se hace buen cine?

De niño en mi barrio, Gràcia, yendo de Lesseps a los Jardinets contaba 12 cines. Elegíamos película andando y mirando las carteleras hasta que decidíamos entrar en uno.

De eso hace unos añitos.

Eran los cincuenta: el cine era la única diversión y, pese a la censura, la evasión popular. La única oscuridad admitida con reparos, donde se vivía el romance y lo que se podía en la gran pantalla y en la propia vida.

Las pantallas se hicieron cada vez más pequeñas en el cine y grandes en casa.

Llegó la tele, sí, y el seiscientos; primero para la clase alta; luego para la media y al fin para todos, y los cines empezaron a cerrar con las segundas residencias: llegó la moda de irse fuera de la ciudad los fines de semana...

Y los cines devinieron parkings.

Las pantallas de los cines eran más pequeñas y buscaban especializar la oferta, y las de casa cada vez eran más grandes...

Y más ubicuas: el móvil hoy enseña todo en todas partes a cada momento.

Yo creo en dedicar tiempo y gran pantalla a las obras que lo merecen. Aún me quedé a volver a ver Los 400 golpes, de Truffaut: para mí, la mejor película que he proyectado. ¡Y no fui el único! También funcionó en taquilla El gran carnaval, por cierto, con Kirk Douglas, ¡felicidades Kirk! Y Perdición , también de Wilder.

Por lo que veo, Wilder en este cine está hecho un chaval.

Es el placer que nos queda: disfrutar del arte que el tiempo ha decantado para nosotros con una nueva mirada. Más vieja, si quiere, pero igual de necesitada de belleza. Venga a ver de nuevo Laura, de Otto Preminger. Verá.

¿No ha sentido la tentación de proyectar aquí las películas que usted dirigió?

De Mal de amoresy El amor es extrañoaún se acuerdan algunos. La Casita Blanca es un documental que todavía colea y que aquí aguantó mucho en taquilla.

Lo recuerdo: tuvo su polémica.

Intenté contar la historia del barrio a través de aquel meublé...

Ya hasta la palabra suena a antiguo.

Hoy chicos y chicas se llevan n ovios y novias a casa de los padres sin problemas, pero no crea, aún hay quien los necesita. En el documental sale el maquis urbano, el Facerias y el Sabaté, grandes historias de mi infancia. También rodé 100 anys de l’Europa.

Sacó usted a varios colegas del diario.

Fútbol de barrio, muchos amigos. Y ahora me presento a la presidencia del club.

¡Suerte! ¿Será buen año en el Méliès?

Espero 60 espectadores por sala, siendo optimistas, unos 120.000 espectadores en el 2017.

¡Mucho cine!

Me gustaría volver a estrenar cintas clásicas como hicimos con El verdugo, de Berlanga, que por primera vez pudo ser vista en su versión íntegra en esta sala.

Justo y necesario.

También pudimos estrenar aquí Las noches de Cabiria, de Fellini, en la versión íntegra del autor sin censura.

La volvería a ver así.

Y una delicatessen para cinéfilos: el final que Hitchcock le dio a Vértigo y no el que la distribuidora y la industria le impuso para que superara la censura en algunos países y que acabó siendo el más conocido.

¿Cómo es ese final del autor?

Muy de Hitchcock, pero no le haré un spoiler al lector. Si quieren enterarse, que paguen la entrada cuando toque, que quiero tener el cine abierto veinte años más.