Mística y religión
Más de 6.000 personas han pasado por el “Taller de despertar a la vida a través de la propia muerte” guiado por Fericgla en Can Benet Vives, su centro de espiritualidad práctica (www.canbenetvives.org): mediante respiración holorénica, el alumno alcanza un estado extático similar al de la ayahuasca, desde el que aprende a aceptarse amorosamente y a vivir con plenitud. Estas experiencias místicas, fugaces, son el germen de todas las religiones. No lo he probado, sólo atiendo a lo que Fericgla me explica y aquí lo anoto. Ofrece más detalles en Los jíbaros, cazadores de sueños (La Liebre de Marzo), un diario de un antropólogo en iniciación chamánica.
Los jíbaros...
Se llaman a sí mismos shuar: “las personas”, significa. Conviví con ellos en su Amazonia ecuatoriana.
¿Reducen cabezas?
Ha sido una de sus tradiciones rituales, sí, pero no fue eso lo que me interesó de ellos...
¿Qué fue?
Que es uno de los pueblos del planeta que más sustancias psicoactivas consumen, con más asiduidad y no recreativamente, sino con propósito cultural consensuado.
¿Y por qué le interesó esto?
Desde muy joven me propuse aprender técnicas extatogénicas: generadoras de éxtasis, expandidoras de la conciencia ordinaria.
¿Y cómo nació tal interés?
A los quince años viví una experiencia transpersonal, cumbre, trascendente, extática...
¿Cómo fue la cosa?
Estaba en un retiro espiritual en Montserrat y me alejé a dar un paseo a solas, cerca de la ermita de Santa Cecília. Me estiré bajo unos pinos y... ¡sucedió espontáneamente!
¿Sucedió qué?
Vi mi cuerpo desde arriba, sentí que el universo entero era una unidad, yo incluido, sin tiempo, fui consciente de toda mi vida desde mi nacimiento, y sentí que yo era responsable único de lo que hiciera con mi vida.
No lo ha olvidado...
Dedicaría mi vida a perseguir esa experiencia, reproducirla y ayudar a otros a vivirla.
¿Y por eso se fue con los jíbaros?
Después de hastiarme estudiando la carrera de psicología, esa payasada...
Hombre, frene... ¿Por qué lo dice?
Una mayoría de profesores neuróticos enseñan a sus alumnos lo que ellos no se aplican.
Ganando amigos, Fericgla...
Después cursé antropología, investigué las técnicas extáticas de diversas culturas, como los sufíes del Kurdistán turco.
¿Qué aprendió de ellos?
El uso de danzas giróvagas, ayunos, músicas, poesía...para sus trances místicos. Leí sobre los jíbaros, y me fui a la selva a estudiarlos.
¿Qué descubrió?
La ayahuasca.
¿Qué es?
Una mixtura enteogénica que allí se consume ¡desde hace 7.000 años! Y siguen usándola unas ochenta etnias amazónicas.
Defina ‘mixtura’.
Es un sofisticado compuesto de dos o más plantas fermentadas: la planta base es un bejuco, el Banisteriopsi caapi, y cada familia elabora su mezcla con mimo y orgullo.
Y defina ‘enteogénica’.
Generadora de una íntima experiencia de divinidad, trascendente, extática.
¿La ha vivido?
¡Sí! Ayahuasca significa en quechua “liana que conecta con el Principio de Vida”, ¡y eso sientes al tomarla!: identificas tu esencia.
¿Y eso qué quiere decir exactamente?
Que ves con toda claridad qué eres, qué estás haciendo con tu vida, para qué vivir. ¡Por eso los shuar no saben de crisis de identidad ni padecen neurosis!
¿Qué entiende por neurosis?
En lenguaje no clínico, la pérdida del sentido de la vida. ¡Eso que nos pasa en Occidente! Hemos perdido el sentido de la vida... ¿Quién eres? ¿Para qué vives? ¿Tú lo sabes?
…
Puedo afirmar que la ayahuasca es el único fármaco específico contra la neurosis. Te ayuda a valorarte intrínsecamente, por lo que tú eres: ¡un ser único! No por lo que tienes o por lo que dicen de ti. ¡Nunca ha habido ni habrá otro como tú! ¡Eres lo más valioso que tienes! Y así lo sientes hondamente.
Apetece experimentarlo.
Conviene ingerirla en el contexto idóneo: con un guía iniciado y veterano, en un entorno natural, y mejor en grupo.
¿Por qué en grupo?
Se crea un campo electromagnético de muy baja frecuencia que religa a todos: ves cosas tuyas y de los otros, de su cuerpo energético.
¿Cómo qué, por ejemplo?
Dolencias, nudos emocionales, conflictos psicológicos... Por eso los shuar toman ayahuasca para sanar, para tomar decisiones, orientar su vida y resolver conflictos.
¿Puede describirme qué ve y siente?
La percepción se amplifica tanto que es posible focalizarla a miles de kilómetros y “ver” qué sucede... Desde la selva yo he “visto” a un amigo en cierta calle de Barcelona y el color de la camisa que llevaba: luego lo verifiqué, y así era. Sientes una gran paz y que formas parte de la vida. Después de cada toma...¡sientes más ganas de vivir!
¿Y qué dice la ciencia?
Estudios farmacológicos señalan que la ayahuasca activa un estado cerebral similar al de soñar, pero en vigilia. Son visiones esencialistas, ves la esencia de lo que eres despojado de todo lo fenoménico.
Los shuar deben de estar sanísimos.
Sí, y por eso han podido superar el mortal salto de la edad de piedra a la era digital, sin destruirse, adaptándose: ¡la ayahuasca es adaptógena! Y saben que todo está animado.
¿Qué podemos aprender de todo esto?
Lo que sabía Steve Jobs, que consumía dosis de LSD, que es también enteogénico, para despertar la creatividad en Silicon Valley.