“Porque soy cazador, soy ecologista y conservacionista”
Tengo 29 años. Soy de Barcelona. Me licencié en Administración y Dirección de Empresas y me dedico profesionalmente a la caza. Tengo novia, sin hijos. ¿ Política? Liberal en lo económico, progresista en lo social. No tengo creencias religiosas. Soy ecologista y conservacionista, no animalista
Pragmatismo
De niño también acompañé a mi tío a cazar, pero ni he cazado nunca ni me apetece hacerlo. Desde esa distancia emocional y desde mi desconocimiento, he querido entender, saber lo que no sabía: escucho a este joven cazador profesional sin rebatirle intelectualmente. Si fuese budista, le diría que la vida es de Dios, que sólo Dios puede disponer. Soy pragmático, y admito que cazadores como Pablo (regulados por la ley y autorregulados por sus ganas de seguir cazando) son paradójicos aliados de la pervivencia de la vida animal en su entorno natural: la alternativa al cazador es sólo un ser humano angélico... Que dudo que emerja antes de la extinción de todo lo que salta y se mueve.
Le llaman asesino?
A menudo, ¡y estoy harto! Es imposible dialogar así.
Mata usted animales.
Cazar no es asesinar.
El animal quiere vivir.
Me insultan hipócritas que se comen un filete, una hamburguesa, un salchichón...
¿Acaso se come usted lo que caza?
¡Siempre! Y la carne que no me como la vendo a una empresa que la procesa y comercializa. ¡Prueba, prueba este chorizo de jabalí!
Sabroso, sí... ¿Carne de caza envasada? No sabía que existía.
Es un mercado próspero en otros países, aquí todavía incipiente.
Pero nadie necesita cazar para comer...
Cazar es mi vida. Me apasiona tanto que hace cuatro años dejé mi trabajo en una empresa para vivir como cazador profesional.
¿Y en qué consiste eso?
Organizo cacerías por el mundo: hago de guía y ojeador para otros, y cazo yo también. Y gestiono un coto de caza en el Pedraforca.
¿Qué le apasiona tanto de cazar?
Salir al monte, caminar, observar, apostarse, escuchar, mirar a los animales... A veces ni disparo, ¡pero cómo disfruto! Vuelvo feliz.
¿Desde cuándo caza?
Con siete años acompañé a cazar a un tío mío, y me fascinó. Me enamoré de los animales, empecé a tenerlos en casa: serpientes, tortugas, iguanas, perros... ¡Nada me gusta más que los animales!
Y ahora me dirá que es animalista...
Animalista, no. Soy ecologista y conservacionista... por el hecho de ser cazador.
¿Qué diferencia hay?
El animalista equipara animal y persona: ¡yo no! El ecologista ama y defiende el medio natural: como yo. El conservacionista lucha por conservar especies animales: como yo.
¿Disparándoles?
El cazador, porque quiere que siga habiendo caza, es el mayor conservacionista. Mi familia gestiona un coto de caza ¡desde hace ya 20 años!: sin nuestra gestión, no quedarían animales en esa montaña, te lo aseguro.
¿Puede demostrar eso?
Sólo disparamos a machos maduros, jamás a hembras reproductoras ni animales jóvenes. Y lo más importante: si se prohibiese la caza..., desaparecerían esos espacios naturales con toda la vida animal que ahora contienen.
¿Por qué?
Porque lo que no se cotiza, desaparece. El cazador paga por cazar, y eso revaloriza a los animales y su entorno. ¡Y se preservan! Conozco un humedal cerca de Londres: estaría urbanizado si no fuese porque su dueño, cazador, en vez de forrarse prefiere sostenerlo con tasas a los cazadores. ¡Y es un paraíso!
Deme otro ejemplo.
Se prohibió la caza en algún lugar de África, ¿y qué pasó? Que los nativos pobres cazaban furtivamente, para sobrevivir: ¡extinguían poblaciones de varias especies! Se aprobó la caza, y ¡solucionado!: esos nativos empezaron a ganar más dinero como guardas de reservas de caza y como guías para cazadores.
¿De dónde sale el dinero para pagarles?
¡De las tasas de abate que pagan los cazadores! Un dinero que revierte en preservar a las poblaciones de animales y su entorno.
¿Seguro, seguro?
Mira la web de World Wild Foundation, gran organismo ecologista: los nativos descubren que viven mejor ¡y persiguen a los furtivos!
Por interés personal.
Sí, porque son inteligentes: cuidan las poblaciones de animales que la caza ha convertido en su más valiosa riqueza y la de sus hijos.
¿Qué opina usted del cazador furtivo?
No es cazador: ¡es un anticazador! ¡Es mi enemigo, la mayor amenaza para la caza!
¿Dónde ha cazado usted?
En España, sobre todo: ibex, muflón, ciervo, gamo, corzo, rebeco, arruí, jabalí... Por cierto, el protegido lince ibérico sobrevive gracias a cazar los conejos que nosotros los cazadores preservamos en nuestros cotos...
¿Y por ahí afuera, dónde ha cazado?
En Pakistán, Tayikistán, Azerbaiyán, Turquía, Canadá, Sudáfrica, Rumanía, Bulgaria, Hungría, Suiza, Islandia, Francia...
¿Cómo caza?
Con rifle... o con arco, que es más difícil y por eso me gusta más: abatir al animal así implica acercarme a sólo treinta metros, debo conocerle mucho mejor para conseguirlo...
¿Recuerda alguna jornada de caza imborrable?
Diez días persiguiendo a una cabra por las montañas de Pakistán, a 7.000 metros de altitud, ante los picos del Himalaya...
¿Nunca piensa “qué hago yo aquí”?
Sí, pero más veces me siento integrado en lo que me rodea, en cada hoja, cada soplo de viento, como parte de la cadena trófica...
Está hablándome como Félix Rodríguez de la Fuente...
Era un buen cazador y cetrero, y ha sido uno de mis grandes inspiradores: tengo todos sus documentales, me los sé de memoria.
¿Qué debe tener un cazador bueno?
Conocimiento del medio, resistencia física y buena puntería.
¿Y un buen perro de caza?
Yo lo tengo, y procuro no dejarlo demasiado en un piso... ¡Yo no he visto a perro más feliz que el que corre tras una perdiz!