"El enamoramiento no resiste al análisis, y odio ser su verdugo"

Precioso y terrible

Irvin Yalom

Yo era hijo de inmigrantes judíos que abrieron una tienda de comestibles en un barrio negro de Washington y salieron adelante. La ciudad estaba tan segregada racialmente y era tan violenta que yo me refugiaba en la biblioteca.


Así convirtió la pobreza en oportunidad.Un día mi padre sufrió un infarto del que mi madre me culpó. Yo estaba angustiado, pero el médico nos confortó tanto que, desde ese día, quise ser como él. Me especialicé en Psiquiatría, porque es un relato de la existencia desde la conciencia, como la literatura. Y me psicoanalicé, porque era parte de nuestra formación.


¿Le sirvió de algo?No, porque la psicoanalista me escuchaba pero no se relacionaba conmigo. Aquellas horas se me hicieron interminables, pero así aprendí que la calidad de la terapia depende de la calidad de la relación entre terapeuta y paciente.


Y se hizo pionero en terapias de grupo.Sólo exigía dos requisitos a los grupos que dinamizaba: sinceridad absoluta y que ningún comentario de nadie fuera nunca destructivo.


¿De qué sirve mostrar a otros que sufres?Comencé con enfermos terminales de cáncer. A una paciente, que llegó en las últimas, parecía no importarle la muerte: "Pero mi hija -nos repetía con rabia- me amarga mis últimos días: no cuida el gato ni el piso...". Repetía lo mismo en cada sesión hasta que otro terminal la interrumpió: "¿Qué diablos remugas -le reprochó- de la maldita comida del gato, Evelyn? ¿Acaso tu hija no es lo más importante en tu vida?".


..."¡No te vayas dejando a tu hija ese veneno! Rompe el ciclo de odio, Evelyn. No te mueras sin decirle que la quieres". Todos lo repetimos y Evelyn cedió. Fue el primer triunfo del grupo.


Una gran victoria.Pero lo mejor es que ese día otro de los pacientes nos dijo que era una pena haber tenido que enfermar de cáncer para poder descubrir en el grupo qué era la vida. Aquellas sesiones ayudaban a mis enfermos, pero también a mí a enfrentarme a mis propios problemas.


¿Qué ha aprendido al ejercer?Que cada uno de nosotros habita en su propio mundo, porque cada uno ha tenido experiencias diferentes y únicas. Y, por muy cercanas que estén dos personas, siempre las separará todo eso que no han vivido juntas.


¿El amor sería la tensión por cerrar esa distancia insalvable?El amor es la tensión por brindar al otro algo nuevo cada día y es muy diferente de enamorarse, una pasión que sólo atiende a sí misma mientras dura y, si no se transforma en amor, acaba extinguiéndose.


¿Hay quien se enamora a menudo pero nunca llega a amar?Algunas personas no hacen el esfuerzo de profundizar en sí mismas y nunca llegan a conocerse. Utilizan a los demás para no encontrarse a solas con su propio vacío.


Y la vida es el aprendizaje de la soledad.El mejor modo de conocerse a sí mismo es aprender a conocer a los demás. Y viceversa. Eso pretende la terapia de grupo.


¿El amor es aprender a conocerse?Lo paradójico de cualquier amor es que la conciencia del yo aumenta la ansiedad, pero cuando el yo se une a otra persona, ambos se libran de la ansiedad, pero también pierden la lucidez.


¿Estar enamorado es una neurosis?No me gusta trabajar con enamorados, quizá porque los envidio y quizá también porque la psicoterapia busca iluminar la oscuridad, y, en cambio, el enamoramiento se nutre de misterio y ambigüedad, por eso se desmorona al ser inspeccionado y racionalizado...


¿Y...?...Y yo odio ser verdugo del amor.


¿Qué distingue a su terapia hoy?Me concentro en mi relación con el paciente hasta lograr que reproduzca conmigo los problemas que tiene con los demás.


¿Qué tipo de problemas?Me he especializado en trabajar la angustia existencial y he escrito varios libros al respecto.


Muy celebrados por la crítica.Simplemente, hablo con los pacientes aterrorizados por la muerte y la soledad. Pero no me limito, como los terapeutas al uso, a neutralizar los síntomas de esa angustia para que puedan dormir o hacer más llevaderos su malestar y sus disfunciones.


¿Qué hace usted?Yo intento profundizar con los pacientes en esos temores.


¿Qué nos enseña el miedo a morir?Que está relacionado con otras muchas disfunciones si sabes verlo detrás de ellas.


¿Cómo lo combate?Creo que toda posibilidad de mejorar presupone contemplar lo peor en toda su intensidad.


¿Cómo se manifiesta ese pavor?A menudo, con desórdenes sexuales.


Después de todo: Eros y Tánatos.Muchos combaten la ansiedad ante la muerte con excitación sexual, porque la sexualidad es el centro de la vida, y les hace sentirla.


¿También le pasa a usted?Schopenhauer comparaba el poderoso impulso sexual de su juventud con el sol y consolaba su vejez diciendo que sólo el ocaso permite al hombre ver las estrellas. En eso ando yo. Además, intento aceptar que cuanto he vivido desaparecerá pronto conmigo. Nuestra conciencia es un don precioso y terrible.

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