"No se puede vivir contra otros"
44 años. Londinense, casado, dos hijos. Licenciado en Literatura Inglesa, he acabado siendo historiador. Me preocupa el nacionalismo cuando se dirige contra otros, en especial en Gran Bretaña, donde el partido independentista va contra Europa. Anglicano no practicante
La vacuna del odio
De cómo un novelista de éxito se convirtió en un experto en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial (su libro Continente salvaje es un superventas internacional) es algo, asegura, de lo que muchos se ríen: "La historiadora era mi mujer, pero el destino me llevó a trabajar 14 años para un editor de libros de historia y vi en ella la mejor novela". Ha investigado ampliamente la violencia, el caos y el terror que reinó en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, en concreto entre 1944 y 1949. Leerlo es un susto, pero enseña que nada nos vacuna contra el odio, ni 35 millones de muertos. Inauguró el Espacio Humanidades en el Palau Macaya de la Obra Social La Caixa.
La Segunda Guerra Mundial no terminó con el suicidio de Hitler...
Se ha escrito muchísimo sobre ella, y el punto final siempre se pone con la rendición alemana, pero el periodo que va de 1945 a 1949 fue tan atroz como la guerra.
Un continente sin ley ni gobiernos.
No existía estructura alguna en la sociedad: ni policía, ni medios de comunicación, ni transporte, ni escuelas, ni carreteras practicables, ni sistemas de abastecimiento.
Un caos total.
Los ciudadanos estaban hambrientos y extenuados; las economías, colapsadas. No había instituciones ni nacionales ni locales; no existía ningún tipo de barrera, la gente podía hacer lo que le diera la gana.
¿Cómo se comporta el ser humano sin estructuras, sin control y con hambre?
Existía el sentimiento en toda Europa de que no se haría justicia, y muchos se tomaron la justicia por su mano: se torturaba a las personas en las calles, se las ahorcaba colgadas de los postes de iluminación.
¿La justicia fue menos frecuente que la venganza?
Efectivamente. En Francia unos 10.000 franceses fueron ejecutados tras la guerra, en Italia unas 15.000 personas. Hubo venganzas terribles en todas partes.
En Berlín 50.000 niños huérfanos vagaban por las calles.
Había bandas de niños en toda Europa que vivían entre las ruinas y robaban para sobrevivir. Era un problema gravísimo.
Reinaba la barbarie.
En Hannover el caos era absoluto. Los nazis secuestraron y esclavizaron a trabajadores cuya ansia de venganza tras la guerra era brutal. Pero aunque se les culpara a ellos, las atrocidades que cometían no eran menores que las de los propios alemanes. Un periodista me narró un saqueo que presenció en una fábrica de picaportes.
...
Un hombre tiró al suelo a una mujer y le pateó la cabeza para quitarle el picaporte que había cogido. Luego, una vez en la calle, se lo miró y lo tiró al suelo.
Cuesta de entender.
La violencia extrema que los europeos vivieron durante la guerra se había convertido en algo normal y cotidiano, la habían interiorizado y la ejercían con naturalidad.
¿Especialmente contra las mujeres?
Las mujeres fueron violadas en masa durante la guerra, sufrieron muchísimo y siguieron sufriendo después.
¿Atacadas por sus compatriotas?
Sí, los franceses consideraban que las mujeres que se habían acostado con soldados alemanes habían sido infieles a la patria: a la menor sospecha les rapaban la cabeza, las paseaban desnudas por la calle y les pintaban esvásticas en la frente. Eso ocurrió en toda Europa.
El odio hacia los judíos no era exclusivo de algunos alemanes.
El odio hacia los judíos se remonta muy lejos en el tiempo. Los años anteriores a la guerra simplemente lo despertaron y lo convirtieron en el horror que todos conocemos.
¿Y después?
Los judíos eran mal vistos en países ocupados como Polonia, Hungría, la actual Ucrania, la URSS y Checoslovaquia. Una vez has abierta la caja de Pandora ya no se puede cerrar; se necesitó mucho tiempo para eso.
¿Qué trato recibieron los judíos en Europa tras la guerra?
En todas partes se negaba lo ocurrido. Todas las poblaciones sufrieron muchísimo durante la guerra y a nadie le gusta la idea de que alguien le diga que ha sufrido más.
¿Y cuáles fueron las consecuencias?
Toda Europa hizo la vista gorda al sufrimiento específico de los judíos, y cuando volvieron a sus hogares se encontraron con que sus propiedades habían sido ocupadas por sus vecinos, que los recibieron con violencia. Así se convirtieron en apátridas.
¿Qué fue de los alemanes que Hitler envió a países ocupados para colonizarlos?
Les obligaron a regresar a Alemania. Fue la mayor migración forzada de la historia, entre 12 y 14 millones de personas, entre ellos gente de ascendencia alemana pero que llevaba generaciones viviendo en Hungría, Checoslovaquia o Polonia y que sufrió brutales palizas y persecuciones.
Se ha entrevistado con cientos de supervivientes, ¿qué imagen le impactó?
Lo que me narró un hombre polaco, niño durante la guerra. Obligado a trabajar en Alemania, al terminar la contienda no quiso volver a la Polonia comunista y decidió irse andando a Estados Unidos.
Una odisea.
En un bosque se topó con un hospital de campaña abandonado por los médicos y las enfermeras, que habían huido. El espectáculo era dantesco: gente sin piernas, sin brazos, esperando morir. El olor era nauseabundo. Su descripción era la visión del infierno, un microcosmos de lo que estaba ocurriendo en toda Europa. Hoy aún sufrimos las consecuencias. No volvamos a ello jamás, mantengamos la calma y el diálogo. No se puede vivir contra otros.