Loading...

"La violencia está en el aire: una mirada, un gesto..."

Tengo 47 años. Nací en Barquisimeto (Venezuela) y vivo en Caracas. Soy robótica, artista electrónica y cineasta. Vivo en pareja y no tengo hijos. ¿Política? Angustiada. ¿Creencias? No tengo, quizá algo budista... Pregúntate hasta dónde llega tu respeto a la diferencia...

Mariana Rondóncineasta venezolana

¿Qué le hizo cineasta?
Mi entorno de niñez y juventud: artistas, intelectuales, literatos, cineastas...

Buen ambiente...
El de mis padres: eran comunistas, implicados en la guerrilla clandestina, emboscados en la selva..


¿Y estaba con ellos?
Sí, y también durante el tiempo que mi madre estuvo en la cárcel. Yo tenía cinco años.

¿Qué recuerda?
Durante los juicios quedé al cuidado de unas monjas... Me trataban mal. Yo silbaba, y me reprendían: "¡Las niñas no silban!".


¿Algún recuerdo bonito?
Una presa muy atenta conmigo. Había matado a su marido...

Peculiares relaciones para una niña.
Sí, yo era consciente de vivir algo... especial. Con una vida de los adultos muy presente, con muertes de amigos de mis padres...


¿Fue traumático?
¡No! Sólo intuía siempre un misterio detrás de las cosas... Para entretenerme, los compañeros de mis padres me ponían la película El submarino amarillo de los Beatles...


Festiva, pero hace usted un cine duro...
Pues no invento nada: reflejo realidades sociales de los suburbios caraqueños.

Venezuela está sobre un pozo de petróleo... ¿Por qué esa precariedad?
Junto a la abundancia de recursos ha corrido mucha corrupción: demasiado dinero fácil, unido a una deficiencia educativa...


El país de los culebrones...
Y de las misses, ¡no se olvide! Para los jóvenes de la población más humilde, la promoción social pasa por ser miss o militar...

¿Y usted qué quería?
Yo me he esforzado en cultivar una cultura audiovisual en la antípoda del culebrón.


El presidente Maduro culpó a un culebrón  de incrementar la criminalidad...
No conozco el detalle, no puedo opinar...


¿Qué pretende retratar con su cine?
La violencia. Con mi película Pelo malo escenifico la violencia implícita en una mirada, un gesto...: las de una madre hacia su hijo...


¿Sin llegar al bofetón?
No. La violencia está en el aire: una mirada fría tiene capacidad de herir... Una mirada de "no te aguanto"... Esa violencia callada.

Dan ganas de decirle a esa madre: "¡Besa a tu hijo, mujer!".
Otra lectura es la del respeto a la diferencia: el niño quiere alisarse su pelo crespo... y la madre teme que sea homosexual. Y se inquieta. ¡Preguntémonos cada uno hasta dónde llega nuestro respeto a la diferencia...!


Lo diferente desasosiega...
La clave es amar. Y el resto llegará solo.

¿Sirve eso para la situación venezolana?
Eso me tiene angustiada, ¿sabe? Me preocupa, es algo muy complejo: ahí no caben maniqueísmos banales. O somos inteligentes... o nos perderemos.


¿Es pesimista?
Da igual si soy o no pesimista: ¡es indispensable un acuerdo! Es obligatorio.

Y si no...
Guerra. Negación del otro.

¿Con quién está usted?
No puedo estar con unos o con otros.

Por su origen familiar, le tocar estar con la revolución bolivariana, ¿no?
Dejemos a Bolívar tranquilo, por favor. Es la excusa para todo y para todos. Basta. ¡Hablemos de personas de carne y hueso... En cuanto a mis padres...


¿Qué?
Su vida me vacunó contra todo militarismo, contra las armas. Lo malo es que el militarismo en Venezuela está por todas partes.


¿Por qué será?
Por fanfarrones.

¿Herencia española?
Uy, gracias, qué fácil culpar a los españoles, muchas gracias por el capote. Pero no.


¿Qué tienen de bueno unos y otros?
Los chavistas, haber dado visibilidad a los que no tenían voz. La oposición, su reivindicación del pluralismo democrático.


¿Qué medidas tomaría usted si tuviese todo el poder?
El poder me incomoda: ¡hasta dirigir a mis actores en mis películas me incomoda...!


Pero insisto.
Restablecería unos poderes verdaderamente independientes, con recuperada credibilidad. Y apelaría a la responsabilidad de cada uno de nosotros en nuestro espacio. Y nada de convocar a un mesías..., ¡no!


¿Cómo criaría usted a un niño como el de su película?
Haría lo que propone David Lynch para los niños: le haría meditar.

¿Y eso?
Si los niños aprenden a identificar sus emociones, a observarlas y relativizarlas, serán más dueños de sí mismos: y si dominas tu interior, ¡no necesitas imponerte al otro! Y así se empieza a construir desde la base.


¿Le interesa David Lynch?
Es el misterio, es fascinante: Blue velvet, Twin Peaks, esas atmósferas inquietantes...


¿Qué está sucediendo en Venezuela en el plano de la creatividad artística?
El conflicto está obligando a nuestros jóvenes a pensar... ¡Y se filma mucho! Le vaticino que se oirá hablar del cine venezolano.