El encuentro ordinario de los veintisiete líderes europeos en Bruselas no estaba previsto hasta finales de marzo, pero teniendo en cuenta la precipitación de las decisiones en el Despacho Oval, para entonces es muy probable que hubiera sido demasiado tarde. Después de la humillación que sufrió Volodímir Zelenski el pasado viernes y que Donald Trump haya cortado el grifo a Ucrania, los dirigentes comunitarios se reunieron este jueves de forma extraordinaria en Bruselas. Y lo hicieron con dos objetivos: arropar a Zelenski, que acudió después del encontronazo con EE.UU., y respaldar el plan de la Comisión Europea para rearmar el continente con 800.000 millones de euros. El primero lo lograron con matices, porque Viktor Orbán, el mayor aliado de Vladímir Putin en el continente, se desmarcó. En cambio, el plan de Von der Leyen obtuvo una luz verde sin fisuras.
Dos puntos independientes entre sí, pero que regresan al verdadero dilema que se están poniendo ahora mismo los líderes comunitarios: cómo fortalecer la defensa del Viejo Continente. Las conversaciones mantenidas en el interior de la sede del Consejo Europeo han certificado el cambio de mentalidad histórico. No es la primera vez que hay socios que piden que Europa sea menos dependiente en materia de seguridad. Francia lo lleva haciendo mucho tiempo. Pero sí que es nuevo el sentido de urgencia, compartido entre todos los líderes de la sala.
Incluso la CDU alemana ha abandonado su estricto apego a la ortodoxia presupuestaria cuando el futuro canciller, Friedrich Merz, ha abogado por movilizar cientos de miles de millones de euros para la industria militar. Es más, Emmanuel Macron está abierto a discutir la ampliación de la protección que ofrece su arsenal nuclear a sus socios europeos. Esto le ha parecido bien a estados fronterizos como Polonia y Lituania. “No creo que debamos renunciar a lo que tenemos en términos nucleares”, respondió el todavía canciller, Olaf Scholz, refiriéndose al paraguas nuclear estadounidense. El texto aprobado hasta llama a colaborar con estados aliados fuera del bloque. Este viernes la cúpula comunitaria llamará a los líderes del Reino Unido, Turquía, Noruega e Islandia, claves en la actual coyuntura, para exponerles los avances.

Zelenski ha sido recibido por el rey Felipe de Bélgica en su visita a Bruselas
“Europa se enfrenta a un peligro claro y presente y, por tanto, Europa tiene que ser capaz de protegerse y de defenderse”, aseguró la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. La alemana se marchó a casa satisfecha después de recibir el aval de los socios comunitarios a sus propuestas para financiar el rearme de Europa, desde los créditos de hasta 150.000 euros en préstamos avalados por el presupuesto comunitario hasta una mayor flexibilidad en las reglas fiscales.
Algunos países quieren ir más allá. España y Francia, por ejemplo, siempre han defendido recurrir a eurobonos. El texto común, de hecho, no cierra la puerta a más esfuerzos de financiación. En dos semanas la Comisión Europea presentará su Libro Blanco sobre la defensa. Podría dar más señales sobre por dónde van los tiros. “No creo que tengamos mucho tiempo –insistió la danesa Mette Frederiksen– hay que rearmar Europa y gastar”.
Más difíciles fueron las discusiones sobre Ucrania. El gran elefante en la habitación durante la comida con Zelenski fue Donald Trump. El presidente ucraniano, que acostumbra a explayarse con la prensa cuando acude a las cumbres europeas, ayer estaba más cohibido. “Durante todo este periodo, la semana pasada, la UE ha estado con nosotros. Estamos muy agradecidos, no estamos solos. Y esto no solo son palabras, sino que lo sentimos”, agradeció Zelenski, que más tarde publicó en sus redes sociales que la semana que viene espera mantener una reunión con Washington. Tanto en la UE como en la OTAN le están presionando para que recupere los puentes con la Casa Blanca, porque todo el mundo es consciente de que el papel de EE.UU. es esencial en cualquier futuro acuerdo de paz. También el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, declaró sentirse “cautelosamente optimista” con respecto a que las conversaciones en marcha entre Ucrania y Estados Unidos permitan mejorar la relación entre las dos partes. Zelenski de momento ha propuesto una tregua aérea y marítima como primer paso para las negociaciones.
Si la cita del Consejo Europeo permitió sentir la unidad de los Veintisiete en cuanto a la necesidad de aumentar el gasto en Defensa de la UE, no ocurrió lo mismo en el espaldarazo a Ucrania. La mitad de las conclusiones de la cumbre centradas en recordar los principios de solidaridad con el país invadido por Rusia –algo necesario después del portazo de Trump– tuvo que salir adelante solo con el sello de 26 capitales, porque el primer ministro húngaro de nuevo quiso ir por libre. “El Consejo Europeo reafirma su apoyo constante e inquebrantable a la independencia, soberanía e integridad territorial de Ucrania”, decía el texto. El resto de socios ya no están dispuestos a rebajar sus pretensiones para ceder a Orbán, así que no dudaron en obviarle.
Los países europeos –excepto Orbán– también acordaron seguir enviando ayuda militar y económica a Ucrania, e incluso hablaron por primera vez de explorar el envío de tropas de paz al país para garantizar un futuro alto el fuego. Cada vez son más los Estados que están dispuestos a contribuir a esta llamada “coalición de voluntarios”, el último, Belgica. El debate sobre las tropas en Ucrania todavía tiene camino por recorrer, apunta una alta fuente europea, pero Bruselas reconoce que “el trabajo debe empezar” cuanto antes porque “no podemos cerrar los ojos ante la nueva situación” en Estados Unidos. Se puede comenzar a estudiar “si la UE está dispuesta a contribuir de otras formas, como poner tropas sobre el terreno. No podemos ignorar que hay Estados miembros que ya han dicho que están disponibles”, indican las fuentes comunitarias.
“No cabe duda de que la guerra de Ucrania, el nuevo enfoque de la Administración estadounidense hacia Europa y, sobre todo, la carrera armamentística iniciada por Rusia nos plantean retos totalmente nuevos. Y Europa debe aceptar este desafío, esta carrera armamentística. Y debe ganarla”, resumió el primer ministro polaco, Donald Tusk.