La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, cenó el sábado en Mar-a-Lago, la residencia de Donald Trump en Palm Beach, por donde ya han pasado Javier Milei y Viktor Orbán.
Al presidente electo le acompañaron Marco Rubio, próximo secretario de Estado, y Mike Waltz, designado para ser el consejero de Seguridad. Meloni llegó casi sin séquito. Su ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, ni se enteró del viaje. Su jefa quiso mantenerlo en estricto secreto.
Trump se deshizo en elogios y Meloni le correspondió. La buena química entre ambos augura que Italia intentará hacer de puente entre EE.UU. y la UE. Así lo expresó Hermanos de Italia, el partido ultra que lidera Meloni.
La primera ministra sacó el tema de la periodista italiana Cecilia Sala, detenida en Irán desde el 19 de diciembre, poco después de que Italia detuviera en Milán, por orden de EE.UU., a un presunto traficante de armas iraní. Que haya trueque dependerá de Trump. El presidente electo, de momento, le puso a Meloni un documental sobre la “persecución judicial” que ha sufrido su abogado John Eastman.
Meloni, que también mantiene muy buenas relaciones con el magnate Elon Musk, asesor principal de Trump, regresó a Roma después de la cena.