Hay una puerta que “invita a una vida nueva”, la de la basílica de San Pedro, que el papa Francisco abrió esta noche para dar inicio al Jubileo. El Pontífice, visiblemente afectado por un fuerte resfriado, había descansado durante tres días para prepararse para el comienzo del Año Santo. En el atrio del templo, Francisco presidió una breve liturgia: un canto, una oración y un breve pasaje del Evangelio. Después, se acercó a la Puerta Santa para abrirla.
Antes de la inauguración, el Papa explicó el significado de esa noche: “La Puerta Santa que se abre en la noche de Navidad es una invitación a realizar un paso, una Pascua de renovación, a entrar en esa vida nueva que nos ofrece el encuentro con Cristo”.
Mañana, 25 de diciembre, el Papa presidirá la misa de Navidad y posteriormente impartirá la bendición Urbi et Orbi (A la ciudad y al mundo) desde la logia central de la basílica de San Pedro, frente a la plaza homónima.
El día siguiente, 26 de diciembre, Francisco llevará el Jubileo a la cárcel romana de Rebibbia, donde abrirá una Puerta Santa como signo de esperanza y reconciliación, y luego rezará el Ángelus. Los ritos continuarán la próxima semana, el martes 31 de diciembre, con la celebración de las Primeras Vísperas y el canto del Te Deum como agradecimiento por el año que termina.
El Jubileo es un tiempo de penitencia, pero también de “milagros”. En Roma ya se han visto algunos de carácter civil. Así lo definió la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, refiriéndose a la creación de un nuevo espacio peatonal, piazza Pia, entre el Castel Sant'Angelo y la Via della Conciliazione, la avenida que conduce a la Basílica de San Pedro. Hasta hace dos años, por esta zona circulaban tres mil automóviles por hora. Hoy, gracias a un túnel, la zona está destinada exclusivamente a los peatones.
Esta obra, imprescindible para acoger a los aproximadamente treinta millones de peregrinos que se esperan en Roma para 2025, se realizó en un tiempo récord (menos de 20 meses), algo inusual en la burocracia italiana. La construcción estuvo en riesgo por un descubrimiento arqueológico de gran valor: una antigua lavandería de época romana que servía a la villa de Agripina Mayor, madre del emperador Calígula. En circunstancias normales, este hallazgo habría paralizado las obras. Sin embargo, gracias al trabajo conjunto entre varias administraciones —el Ayuntamiento (gobernado por la izquierda), el gobierno de derecha y la Santa Sede— se logró completar un proceso de “arqueología de emergencia,” que preservó los hallazgos sin retrasar los trabajos.
“Hemos demostrado que la historia de Roma no es un obstáculo, y hoy tenemos el área peatonal más grande de la ciudad,” añadió el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri. La nueva plaza incluye dos fuentes circulares, una gran escalinata que conduce a los parapetos del río Tíber, y un bosque nuevo de encinas y robles que enmarca el paseo.