Giorgia Meloni insiste en los centros en Albania y está lista para devolver pronto a los migrantes a las costas del Adriático. La situación es cada vez más urgente: ayer la premier convocó una reunión de urgencia en el palacio Chigi con los ministros para retomar el proyecto bloqueado por las sentencias de los tribunales, con la perspectiva de enviar los barcos en los primeros meses del 2025, quizás ya en enero. El soft power italiano se mueve en muchas direcciones: ayer se anunció que el próximo Giro de Italia partirá precisamente desde Albania. Un gesto hacia el primer ministro de Tirana, Edi Rama, que está afrontando un duro conflicto con la oposición de centroderecha.
Meloni enfrenta una paradoja: mientras la Unión Europea se inclina cada día más hacia su “modelo Albania”, con quince países del continente dispuestos a imitarlo, los centros de detención de migrantes están vacíos. Las sentencias de los tribunales italianos obligaron a devolver a Italia a los pocos extranjeros que habían inaugurado las instalaciones en la costa adriática, dejando un centenar de funcionarios de las fuerzas de seguridad sin trabajo, hospedados en lujosos complejos turísticos. “Estamos aquí de vacaciones a costa del Estado”, dijeron algunos funcionarios de policía a una periodista encubierta de la televisión albanesa.
El ‘regalo’ de Meloni al primer ministro albanés Rama: el próximo Giro de Italia partirá desde Tirana
Una situación incómoda para la primera ministra, un boomerang para la medida estrella de su gobierno. Meloni ahora apuesta por el calendario. A partir del próximo 11 de enero, las decisiones sobre la detención de migrantes no estarán en manos de las “secciones de inmigración” de los tribunales, pobladas por jueces considerados hostiles al Gobierno, sino de magistrados no especializados en esta materia.
La oposición ha cargado duramente: la secretaria del Partido Democrático, Elly Schlein, viajó a Albania para denunciar el despilfarro de dinero público, mientras que el ex primer ministro Matteo Renzi pidió a Meloni dar un paso atrás, proponiendo durante un debate parlamentario: “Dado que no puede enviar a los migrantes a Albania, transforme los centros en cárceles para los detenidos albaneses en Italia, que son alrededor de dos mil, y aliviemos las cárceles italianas”. Meloni, presente en el Senado, tomó notas, pero no tiene ninguna intención de rendirse ante las sentencias. “Los centros arrancarán, estoy dispuesta a no dormir por las noches hasta el último día de mi gobierno”, dijo hace una semana frente a los militantes de Hermanos de Italia.
Sin embargo, la primera ministra puede encontrar algo de alivio tras la decisión del Tribunal de Casación (una especie de Tribunal Supremo español), según la cual corresponde al Gobierno nacional determinar cuáles son los “países de origen seguros”, cuyos ciudadanos pueden someterse a procedimientos rápidos con fines de expulsión. En este conflicto jurídico se juega el éxito del “modelo Albania”.
Varios tribunales, desde Sicilia hasta Roma y Bolonia, han establecido que la normativa italiana contradecía la del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, aceptando los recursos de los migrantes contra quienes se había dispuesto la expulsión. Para Meloni, la sentencia del Tribunal de Casación es el giro que necesitaba para devolver a Albania a los inmigrantes rescatados en el mar.
Tras una cumbre “Norte-Sur” cerca del Círculo Polar Ártico junto a los líderes de Finlandia, Suecia y Grecia, Meloni anunció una aceleración del proyecto: “Me parece que el Tribunal de Casación ha dado la razón al Gobierno. Es derecho de los gobiernos establecer cuáles son los países seguros”, mientras que los jueces, según ella, “pueden intervenir en casos individuales, pero no desestimar la norma en su totalidad”.
Sin embargo, para la oposición, la interpretación del Gobierno de la sentencia ha sido incorrecta. Según Riccardo Magi, secretario de la formación de centroizquierda Más Europa y uno de los diputados más activos en la cuestión albanesa, “Meloni está haciendo un trágico juego de la oca, donde cada avance la devuelve al punto de partida, interpretando a su favor una sentencia del Tribunal de Casación que ha reafirmado el poder discrecional de los jueces sobre la norma de los países seguros”. En primavera se espera la decisión del Tribunal de Justicia de la UE, sobre la cual Meloni se declara en privado “muy optimista” tras su conversación con Ursula von der Leyen la semana pasada. Sin embargo, todo apunta a que “el juego de la oca” no tiene final a la vista.