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La Asamblea de Corea del Sur votará la destitución del presidente Yoon esta semana

Seis horas bajo la ley marcial

El ministro de Defensa, que aconsejó las medidas de excepción, ya ha presentado su dimisión 

Ley marcial: qué es, cuándo se puede declarar y qué permite

Anoche, Corea del Sur vivió uno de los momentos más tensos de su historia reciente. El presidente Yoon Suk-yeol sorprendió al país al declarar la ley marcial. 

El derechista Yoon Suk Yeol podría tener los días contados como presidente de Corea del Sur, tras su tremendo error político de ayer martes, cuando declaró una efímera ley marcial con argumentos delirantes. La oposición, mayoritaria en la Asamblea, cree que Yoon perdió de este modo cualquier legitimidad para ser el presidente democrático del país, por lo que ha registrado una votación para inhabilitarlo, que podría realizarse ya este mismo viernes. 

La misma asamblea desarticuló, pasada la medianoche de ayer,  las medidas autoritarias de excepción, con el voto afirmativo de todos los diputados presentes, 190 de un total de 300. Para destituir a Yoon es necesaria una mayoría de dos tercios, pero esta podría estar al alcance de la mano. 

Desde la cúpula del propio partido conservador de Yoon no solo se está pidiendo perdón a la ciudadanía por esta insólita recreación del pasado dictatorial de Corea del Sur, sino que también se exige al propio presidente que ofrezca una explicación convincente o dé un paso atrás. 

Las muestras de madurez democrática de la sociedad surcoreana representan la nota más positiva de otro día para olvidar en su historia política. La democracia está asentada, pero no puede tener al volante a alguien que la apuñale. La sensación de “vergüenza” -echándose las manos a la cara- domina entre los coreanos de todas las generaciones. Tanto por las acciones y declaraciones anacrónicas de su jefe de estado como por el daño a su imagen internacional. El bochorno ha llevado a muchos de sus más directos colaboradores a dimitir en masa, este miércoles por la mañana. Quien puede haberlo hecho de forma preventiva es el ministro de Defensa, Kim Jong Hyun, que habría sido el consejero áulico del presidente para emprender este viaje al pasado, del que estaban al corriente poquísimas personas. Al parece, ni siquiera su consejo de ministros, lo que según algunos, invalidaría la decisión, más allá de la ridiculez de sus razones. 

Cabe añadir que el ángulo militar está lejos de estar aclarado. Lo mejor que puede decirse es que la sangre no llegó al río -esta Corea no es la de 1979-1980, cuando la ley marcial estuvo en vigor por última vez y se produjo la última gran matanza de civiles. Ya de madrugada, el propio ejército -por iniciativa propia o alentado por terceros- habría intimado a Yoon Suk Yeol que debía dar marcha atrás en sus planes. 

El oficial al mando tendrá que dar muchas explicaciones. Un mozo coreano con el servicio militar -18 meses- recién terminado, informa a La Vanguardia de que algunos de sus excompañeros de filas, que se encontraban de vacaciones, recibieron anoche una llamada para reincorporarse a los cuarteles. 

En este particular 23-F coreano, el ejército logró colar 260 soldados de comandos especiales -aunque difícilmente de élite- armados con fusiles de asalto, en el órgano de representación de la soberanía. La mayoría, mediante helicópteros de guerra. Los menos, rompiendo ventanas o forzando su entrada al recinto parlamentario, pese a la resistencia -hasta con extintores- de los legisladores.  Su cometido, en el que fracasaron, era impedir la votación -o el quorum para la votación- que podía impugnar la ley marcial. Como sucedió.

Al parecer, la embajada de Estados Unidos fue la primera sorprendida por la deriva autoritaria de Yoon, alguien tenido hasta entonces en gran estima por Washington, ya que, con un ojo puesto en la Corea del Norte comunista,  ha llevado a un nivel inédito la cooperación militar entre Corea del Sur, Estados Unidos y Japón (la expotencia colonial detestada por muchos coreanos). El jefe de las fuerzas armadas estadounidenses en Corea del Sur se ha negado a comentar si fue informado de antemano del asalto al parlamento de Seúl por parte de comandos especiales. 

Por otro lado, indicatos y organizaciones civiles han instado al gobierno surcoreano a tomar medidas contundentes para preservar la estabilidad democrática. Desde este miércoles, se organizan sentadas con velas -también frente a la propia Asamblea- que según sus organizadores no se disolverán hasta la dimisión o destitución de Yoon. Tienen en contra las temperaturas nocturnas bajo cero, que también explican la dimensión hasta ahora no masiva de las protestas. 

Manifestantes se congregan frente a la Asamblea Nacional en Seúl tras la controvertida declaración y revocación de la ley marcial por parte del presidente Yoon Suk Yeol (HAN MYUNG-GU / EFE)

Kim, un periodista coreano recién jubilado que vivió las protestas de 1979 como estudiante, ahora prefiere saborear con calma su sopa de wonton de gambas. Pero una cosa tiene clara: “Los motivos del presidente son totalmente de índole nacional, de política nacional. No declaró la ley marcial por nada relacionado con Corea del Norte, ni mucho menos con Ucrania. Era su apuesta para cargarse a sus rivales y ha perdido”. 

En los últimos años, la polarización política en Corea del Sur roza peligrosamente el odio del adversario. En este contexto ahora más envenenado, el primer ministro Han Duck Soo, un diplomático sin afiliación partidista, exembajador en Estados Unidos, podría asumir el liderazgo provisional del país si se concreta la destitución de Yoon. 

A medio plazo, podría volver a despuntar el jefe de la oposición tibiamente socialdemócrata, Lee Jae Myung. Alguien que, por cierto, ya advirtió en septiembre que Yoon se preparaba para instaurar la ley marcial. Entonces parecía una exageración y propios y extraños se le echaron encima. 

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Jordi Joan Baños​Bangkok. Corresponsal