Cuatro años después de alentar una insurrección para atornillarse a la silla del despacho oval, Donald Trump ha regresado democráticamente a la Casa Blanca. El mandatario saliente, Joe Biden, le ha recibido en la residencia presidencial para escenificar el traspaso pacífico del poder, que culminará con la toma de posesión el próximo 20 de enero.
“Bienvenido de vuelta. Enhorabuena y espero que la transición sea suave”, le ha dicho Biden, tras estrecharle la mano momentos antes del inicio de su reunión en el despacho oval. "Me voy a asegurar de que tienes lo que necesitas”, ha añadido. “La política es dura y a veces no es un mundo muy agradable”, ha respondido Trump, “pero hoy es un mundo agradable, y aprecio mucho una transición tan suave, que será todo lo suave que sea posible”.
Los dos líderes, que se han mirado y han sonreído ante el griterío de las preguntas de los periodistas presentes, se han reunido a puerta cerrada durante “aproximadamente dos horas”, ha confirmado la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre. En el encuentro, han estado presentes también el actual jefe de gabinete, Jeff Zients, y la futura, Susie Wiles, que fue lideró la estrategia de la campaña de Trump.
“El presidente electo ha llegado a la reunión con una serie de preguntas detalladas”, ha añadido Jean-Pierre, aunque no ha querido entrar en los detalles de la conversación, que ha definido como “amable” y “sustancial”. “Queremos dejar clara la importancia de tener una transición pacífica y ordenada del poder. El presidente respeta la voluntad del pueblo y garantizará que ocurra, porque es lo que el pueblo merece”, ha concluido.
Es una escena a la que Trump no se prestó hace cuatro años, rompiendo una tradición de décadas en el país, que representa el respeto de la voluntad popular. El republicano, alegando que le habían robado las elecciones, se negó a reunirse con Biden. Después de pasarse los últimos cuatro años, hasta el mismo día de los comicios, renovando sus dudas sobre el fraude electoral, se le han despejado después de ganar las elecciones. Ahora el presidente saliente le recibe en el despacho oval con la misma cordialidad que Barack Obama hace ocho años.
Los dos presidentes, el de más edad en la historia del país (81 años) y el presidente electo más mayor (78), se han encontrado en una misma sala por primera vez desde el debate en la CNN que dio un vuelco a la carrera electoral y propició la retirada de Biden un mes después, tras demostrar a la ciudadanía y a su partido que estaba demasiado envejecido como para gobernar cuatro años más. En aquella ocasión, los dos tuvieron un intercambio bronco, en el que Biden definió a su adversario como un “criminal convicto” con “la moral de un gato callejero”, y Trump le dijo, después de una respuesta confusa del demócrata, que ni siquiera “creo que él sepa lo que ha dicho”.
Trump, a Biden: “Aprecio mucho una transición tan suave, que será todo lo suave que sea posible”
Su vicepresidenta, Kamala Harris, recogió el testigo, pero, en 90 días de una campaña centrada en los peligros que encarnaba Trump, no fue capaz de remontar el terreno perdido por el presidente más impopular desde la Segunda Guerra Mundial. Su candidatura, que, en un intento de construir una coalición amplia, giró al centro, pecó de indefinición en sus propuestas políticas y terminó perdiendo las elecciones en los siete estados clave, con un resultado final de 226 a 312 compromisarios en el Colegio Electoral.
Aunque también estaba invitada, la futura primera dama, Melania Trump, no ha asistido al acto en la Casa Blanca, como es tradición. Sí lo ha hecho la actual, Jill Biden, que en su recibimiento al presidente electo le ha dado una carta escrita a mano para su mujer.
Antes de la reunión en el despacho oval, Trump se ha dirigido a un hotel cercano al Capitolio, donde los republicanos han recuperado la mayoría en el Senado y, según ha proyectado la CNN, también han logrado revalidar su control de la Cámara de Representantes, lo que le dará al magnate un control total sobre el poder federal en Washington, dada la mayoría conservadora, también, en el Tribunal Supremo.
Los republicanos eligen al moderado John Thune como su líder en el Senado y rechazan al favorito de Trump, Rick Scott
En el encuentro con la conferencia republicana en el Congreso, Trump ha sido recibido con una sostenida ovación de sus compañeros de partido. También se ha unido el multimillonario Elon Musk, uno de sus mayores donantes y a quien ayer ofreció un cargo al frente de una comisión destinada a mejorar la “eficiencia” del gobierno y recortar el gasto público, junto a Vivek Ramaswamy, excandidato en las primarias republicanas.
“Siempre es agradable ganar”, ha dicho el magnate al inicio de su discurso, en el que ha destacado que ha triunfado “con números históricos”. Hacía dos décadas, desde la elección de George Bush, que un republicano no ganaba el voto popular. De hecho, en estas elecciones, el mapa entero se ha teñido de rojo, pues Trump ha ganado votos en 48 de los 50 estados y el Distrito de Columbia. Antes de echar a los periodistas de la sala, Trump ha sugerido que estas serán sus últimas elecciones: “Sospecho que no volveré a postularme, a menos que ustedes digan: ‘Él es bueno. Tenemos que encontrar otra solución’.”
Esta “solución” sería inconstitucional, pues la 22ª Enmienda de la Constitución prohíbe a un presidente servir durante tres mandatos. Para poder hacerlo, Trump –el segundo presidente en alcanzar el poder en dos elecciones no consecutivas– debería reformar la Carta Magna, lo que con la composición actual del Congreso es imposible: se requiere una mayoría de dos tercios en las dos cámaras y la ratificación de tres cuartas partes de las legislaturas estatales.
Simultáneamente, en el Senado tenía lugar la votación del próximo líder republicano en dicha cámara, cargo que lleva ocupando el moderado Mitch McConnell desde el 2007. Tras un voto secreto, los republicanos han elegido a John Thune (63 años), senador de Dakota del Sur, representante del ala del establishment del partido, que se opuso al intento de Trump de bloquear la certificación de los comicios del 2020. De este modo, han rechazado al favorito de Trump, Rick Scott, el más cercano al movimiento MAGA (de Make America Great Again) entre los candidatos.