Una adolescente, que se identificó como Julie Sandoval, escuchó unos pop, pop pop. “De inmediato supe que eran balas”, aseguró a un canal de televisión.
Estaba en un aula. Hubo gritos y los libros saltaron por los aires. “He enviado un mensaje a mi madre, le he dicho que sabía que no era una hija perfecta y que lo sentía”, confesó como si esperara la muerte.
Fue una de las testigos del tiroteo, protagonizado por un compañero de 14 años, en un instituto de la ciudad de Winder, en el estado de Georgia, que volvió a acelerar el corazón de los estadounidenses este miércoles. Y provocó esa sensación de tragedia ya conocida de tropezar una y otra vez con la misma piedra sin que se tomen medidas para evitarlo.
Cuando habló Julie había acabado la pesadilla y empezaba el duelo. El presunto pistolero, identificado como Colt Gray, ya se había entregado. La policía indicó que tiró el arma, un fusil semiautomático AR-15, y se tumbó. Será tratado penalmente como un adulto. Su fechoría dejó cuatro muertos. Dos eran estudiantes, ambos de 14 años, la misma edad que el pistolero, y los otros dos, profesores.
Hubo una treintena de heridos. Nueve de estos fueron ingresados. Dado su estado de gravedad, uno tuvo que ser trasladado en helicóptero a Atlanta, al Grady Memorial Hospital, uno de los principales centros de traumatología de la región. El resto de los heridos habría sufrido contusiones. La vida de ninguno de los nueve hospitalizados corría peligro y se esperaba su recuperación.
Biden: “Estudiantes de todo el país están aprendiendo a esquivar (las balas) y cubrirse en lugar de leer y escribir”
La sección de Atlanta del FBI aseguró en las redes sociales que el presunto pistolero fue interrogado el pasado año por sus advertencias online de “cometer un tiroteo en la escuela”. Los agentes determinaron que las intimidaciones procedían de Georgia y pasaron la información al condado de Jackson para que se evaluara el asunto y se tomara acción.
El sheriff de ese condado mantuvo un cara a cara en mayo del 2023 con el entonces chico de 13 años y su padre. El adolescente respondió que no era responsable de esas amenazas. El padre señaló que tenía armas de caza en su casa, si bien su hijo “no tenía acceso a ellas sin supervisión”, replicó.
“El condado de Jackson alertó a las escuelas locales para que continuarán supervisando al sujeto”, remarcó el FBI de Atlanta. “En ese momento, no había causa probable para proceder al arresto o adoptar acción adicional alguna por las fuerzas de seguridad a nivel local, estatal o federal”, añadió en su comunicado. Pero Gray cambió de escuela y de condado, pasó al de Barrow , por lo que no está claro si esa información fue transferida a la Apalachee High School (AHS), donde sucedió esta nueva matanza.
“Esto no es reciente, pero lo queremos traer a vuestra atención porque trabajamos con el FBI para ver si hay alguna conexión con lo ocurrido”, afirmó en rueda de prensa nocturna Chris Hosey, director de la oficina de investigación de Georgia. “También somos conscientes de la existencia de contactos del Departamento de Familia y Atención a los Niños con esta familia y queremos examinar la posible vinculación”, insistió Hosey.
Y reiteró que no existe prueba alguna de que Gray tuviera cómplices en su fechoría, después de haber indagado en el entorno del detenido. Aclaró que tampoco hay evidencias de que otras escuelas de la zona estén en el punto de mira, pero matizó que seguirán indagando esta posibilidad. Este miércoles se recibió una llamada amenazadora en la Apalachee antes del tiroteo. Se aseguró que habría tiroteos en cinco escuelas. La policía descartó su veracidad. Esto no impidió que algunos padres expresaran su malestar por la inacción previa.
Numerosos expertos insistieron en que estos casos de muertes por el uso desbocado de las armas configuran un verdadero problema de salud pública, como ya denunció hace unos meses el cirujano general de Estados Unidos, Vivek Murthy, cuestión que acentuó otra vez la semana pasada al indicar que esta circunstancia provocaba estrés a los niños y adolescentes, así como a sus padres.
Este nuevo incidente se produjo sobre las 10,20 de la mañana (hora local) en ese centro escolar de Winder, localidad de 18.000 residentes a unos 80 kilómetros al noreste de Atlanta. Estas son fechas habituales para los tiroteos al ser el inicio del curso, tiempo propicio para estos sucesos por el impacto emocional que para algunos adolescentes supone regresar a las aulas.
Lyela Sayarath, que dijo sentarse cerca del pistolero, lo describió como un “chico tranquilo”, que recientemente había sido transferido a la escuela. A menuda se saltaba las clases. “Él nunca habló realmente. No podría decir como sonaba su voz ni describir su cara. Simplemente estaba ahí”, indicó.
Según su relato, Gray abandonó la clase de álgebra sobre las diez menos cuarto. No le vio dirigirse al lavabo por lo que pensó que hacía campana. Hacia el final de la lección, por el altavoz se avisó a la profesora para que mirara su email. Poco después, Gray estaba afuera y se encontró cerrada la puerta del aula. La puerta de la sala contigua si estaba abierta y empezó a disparar.
Como en otras muchas ocasiones, las imágenes mostraban a centenares de alumnos evacuados con las manos arriba de las instalaciones docentes, rodeados de patrullas de uniformados armados hasta los dientes y numerosas ambulancias con las sirenas de emergencia. Las calles estaban cerradas al tráfico y los padres, de los que muchos tuvieron que aparcar a más de un kilómetro del lugar, no podían ocultar su ansiedad, pese a que no pocos habían contactado con sus hijos por teléfono.
“Lo que veis detrás de nosotros es una cosa malvada que ha sucedido hoy”, lamentó Jud Smith, sheriff del condado de Barrow en una rueda de prensa celebrada ante la escuela. “Pura maldad”, prosiguió.
La Casa Blanca difundió que el presidente Joe Biden fue informado y que seguía la evolución de la situación. No desaprovechó la ocasión para apelar a los conservadores para hacer algo más que rezar.
“Acabar con esta violencia epidémica es algo personal para mi”, señaló Biden en un comunicado. “Después de décadas de inacción, los republicanos en el Congreso tienen finalmente que decir ‘ya es suficiente’ y trabajar con los demócratas para pasar una legislación de sentido común sobre seguridad de las armas”, subrayó. Y en su lamentó, al que se sumó la vicepresidenta Kamala Harris –“demasiadas tragedias sin sentido”– , recordó que se han de prohibir los fusiles semiautomáticos.
Varios sobrevivientes de esta última matanza desfilaron por las cámaras y explicaron su miedo, su trauma y como aplicaron las tácticas que aprenden en los simulacros. “Me he tirado al suelo, con la cabeza abajo”, dijo una adolescente. Como remarcó Biden, “estudiantes de todo el país están aprendiendo a esquivar (las balas) y cubrirse en lugar de leer y escribir. No podemos continuar aceptando esto como algo normal”.