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Los corredores de Gaza son la clave de la paz

Guerra en Oriente Medio

Filadelfia, en el límite con Egipto, y Netzarim, en el centro de la franja, constituyen los puntos de fricción entre Israel y Hamas

Un soldado israelí, frente a un túnel en Rafah, en una imagen difundida por el ejército israelí el pasado 23 de agosto

- / AFP

Dos muros separan Gaza de la paz. Los corredores de Filadelfia, en el sur de la franja, y Netzarim, en el centro, son dos de los principales puntos de fricción entre los negociadores que buscan acabar con la guerra entre Israel y Hamas. Los equipos mediadores de Estados Unidos, Qatar y Egipto llevan semanas intentando limar asperezas entre ambos bandos y conseguir un alto al fuego, acompañado de un intercambio de rehenes por prisioneros palestinos.

Israel, que controla ambos pasos, ha recibido la presión directa de la administración Biden para que retire sus tropas, permita el libre movimiento dentro de la Franja y el acceso de ayuda humanitaria. Tras varias negativas, el primer ministro israelí, Beniamín Netanyahu, accedió “parcialmente” a la propuesta estadounidense, según el medio estadounidense Axios, que no ha sido aceptada aún por el grupo islamista.

La ONU detiene su actividad en Gaza tras la orden israelí de evacuar sus centros en Deir al Balah

Desde el inicio del conflicto, el pasado octubre, el paso de Filadelfia, o de Saladino para los egipcios, es la única vía de entrada y salida del enclave palestino. Se trata de un doble muro de 14 quilómetros de largo que discurre desde el Mediterráneo hasta Kerem Shalom, la esquina donde convergen Egipto, Gaza e Israel.

A un lado está la densa ciudad de Rafah, donde, durante la primera parte de la ofensiva israelí, se refugiaron más de un millón de palestinos. Al otro, está la Rafah egipcia. La ciudad original quedó dividida tras los acuerdos de Camp David de 1977 –que sentaron las bases de la paz entre Egipto e Israel– y el corredor fue construido en 1979 en base a ellos. El tratado, además, devolvió el control de la península del Sinaí a los árabes a cambio de que mantuvieran la zona desmilitarizada y limitó la presencia militar israelí a tres kilómetros de la frontera egipcia.

En 2005, el gobierno de Ariel Sharon retiró sus fuerzas armadas de Gaza como parte de un “plan de desconexión”. El corredor quedó bajo el control de Egipto y la Autoridad Palestina. En aquel momento, el ejército egipcio obtuvo permiso para desplegar hasta 750 guardias fronterizos para evitar el contrabando y luchar contra el terrorismo, que en ese momento tenía un impacto devastador en las poblaciones del Sinaí.

Ese statu quo cambió el pasado 7 de mayo, cuando, tras meses de ofensiva, los soldados israelíes asaltaron la parte sur de la Franja, donde, según ellos, se encontraba el último bastión de Hamas. “El Corredor Filadelfia debe estar en nuestras manos”, dijo Netanyahu poco antes de la operación.

“Debe cerrarse. Está claro que cualquier otro arreglo no garantizaría la desmilitarización que buscamos”, añadió. En pocas horas se hicieron con el control de la puerta de acceso, lo que redujo aún más el acceso de material humanitario. A finales de mayo, la inteligencia israelí dijo haber encontrado 20 túneles y 82 accesos bajo la frontera utilizados por Hamas y aseguró que podría haber otros cientos, versión que Egipto ha negado rotundamente.

El corredor de Netzarim no arrastra tanta historia. Es un tramo de seis quilómetros de tierra batida creado durante la guerra actual, que atraviesa la ciudad de Gaza y divide el enclave en dos. En ella se han establecido diversos check-points militares para controlar el movimiento de los palestinos, que se ven obligados a cambiar constantemente de refugio.

Ambas barreras son claves para el futuro de la Franja. En ese sentido, el Gobierno de Abdelfatah al Sisi ha sido claro en la negociación: Egipto no quiere presencia israelí en Filadelfia. Uno de sus miedos es que se abran las puertas del enclave y haya un desplazamiento masivo de personas hacia el Sinaí, y que con ellos arrastre la guerra a su territorio. Por su parte, Netanyahu insiste en que la única manera de que “Hamas no se rearme” es mantenerse firme en la frontera y construir un muro subterráneo como el que ya rodea el resto del perímetro gazatí, según dijo en un comunicado el jueves.

Para acercar posturas, los mediadores presentaron varias alternativas, pero ninguna fue aceptada por las partes, según declararon fuentes egipcias a Reuters. Hamas insiste en que las discusiones sobre el paso son una “estrategia” del gabinete de Netanyahu para obstaculizar el acuerdo. Además, presentaron nuevas condiciones para garantizar el reasentamiento de los palestinos en las ciudades del norte de la Franja. “No aceptaremos que nadie se retracte de lo que acordamos el 2 de julio”, declaró el alto cargo del grupo armado Osama Hamdan.

Este domingo pasado, todos los equipos negociadores, agotados, abandonaron El Cairo después de dar por concluida la última ronda de negociación. La delegación estadounidense, como siempre, dijo que habían sido “constructivas”, un optimismo que no comparten ni dentro ni fuera de Gaza, donde, según el Ministerio de Salud controlado por Hamas, más de 40.000 personas han muerto desde octubre, y donde no se tienen esperanzas de que el diálogo acabe con los bombardeos. Tras la última orden israelí para que evacue sus instalaciones en Deir al Balah, Naciones Unidas anunció ayer que detiene sus actividades en Gaza. Según un alto responsable en la sede de la ONU en Nueva York, citado por la agencia Efe, esa paralización “no significa una suspensión” y sería temporal.

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