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La convención de la unidad demócrata frente al culto al líder republicano

La carrera hacia la Casa Blanca

Los demócratas incluyen a los distintos sectores del partido en Chicago, mientras la convención republicana en Milwaukee excluyó a los críticos de Donald Trump

El senador por Vermont, Bernie Sanders, en su entrada al escenario en el United Center, donde se celebra la convención demócrata. 

KEVIN DIETSCH / AFP

La presencia de Joe Biden, Barack Obama y Bill Clinton, así como de sus respectivas primeras damas, en la convención nacional de Chicago es una muestra de la unidad que quiere exhibir el Partido Demócrata, aliado en un frente común: derrotar a Donald Trump el 5 de noviembre. En la convención republicana de Milwaukee, la unidad –en torno al líder– se explicó por las ausencias, más que por los asistentes: no acudió ningún expresidente, exvicepresidente, exprimera dama, ni apenas nadie que no comulgara con el culto al líder.

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En Milwaukee, no hizo acto de presencia George Bush, quien mantiene el silencio sobre Trump alegando que no quiere criticar a otros presidentes; tampoco su vicepresidente, Dick Cheney, que le llamó “cobarde” en un anuncio de la campaña de su hija, la congresista Liz Cheney, quien en el 2021 votó a favor del impeachment (juicio político) al magnate tras el asalto al Capitolio. Ni siquiera se esperaba al vicepresidente de Trump, Mike Pence, que se presentó este año a las primarias para destronarlo después de romper con él tras aquel 6 de enero, en el que no cedió a su presión para bloquear la certificación de Biden como vencedor en las elecciones.

Así se lo recordó el lunes el congresista demócrata por Maryland, Jamie Raskin, al actual número dos de Trump, J.D. Vance: “¿Sabes por qué había una oferta de trabajo en el ticket republicano? Porque trataron de matar a tu predecesor por no seguir el plan de Trump de destruir y anular los votos de millones de americanos”.

Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez dan discursos en 'prime time', cuando hace cuatro años fueron apartados

En Chicago, los diversos sectores del Partido Demócrata sí han encontrado su espacio. Los discursos en horario de máxima audiencia de la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, del senador y excandidato Bernie Sanders y del presidente del sindicato del motor United Auto Workers, Shawn Fain, explican la apertura demócrata hacia postulados progresistas, que hace no mucho eran apartados por sistema por su establishment.

En el 2016, el aparato moderado se unió para evitar la nominación de Sanders, cuyos seguidores protestaron en la convención de Filadelfia contra la nominación de Hillary Clinton. Algo parecido ocurrió en el 2020 con la nominación de Biden, quien posteriormente firmó una tregua con Sanders y diseñó junto a él parte de su programa de gobierno. Anoche, el progresista intervino en prime time, muestra de que los demócratas ven ahora en el votante de clase trabajadora –y en las políticas sociales– una oportunidad electoral ganadora.

David Sperling, un hombre de 61 años de Chicago que se ha apuntado como voluntario, ha notado una energía renovada después de la renuncia de Biden, cuya campaña “era demasiado negativa y aburrida, centrada únicamente en los peligros de Trump”. Con Harris, el partido “es más abierto y está más unido que nunca” asegura, “pero el movimiento va más allá de los demócratas”.

“Un político como (el candidato a vicepresidente) Tim Walz, que viene de un contexto republicano, está convenciendo a muchos de mis amigos conservadores contrarios a Trump para que se unan a nosotros”, explica. En cambio, “cuando ves al Partido Republicano, cuando escuchas sus discursos, ves un espíritu demasiado confrontativo, competitivo y mezquino. Es un conmigo o contra mí, pero nosotros creemos que cuanto mejor le vaya a los demás, mejor nos va a ir a todos”, concluye Sperling, enfatizando la libertad de las mujeres de decidir sobre su cuerpo.

En la convención republicana, el senador Mitch McConnell fue recibido con abucheos por sus críticas al asalto al Capitolio

En Milwaukee, cuando el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell anunció el sentido del voto –por Trump– de los 46 delegados de Kentucky, fue abucheado porque había criticado el papel del líder en el asalto al Capitolio. Es de los pocos que todavía se atreven a cuestionar al magnate en el Partido Republicano, pero ya ha anunciado su retirada en noviembre, cuando dejará todavía más huérfanas de moderación las filas conservadoras.

El contraste entre ambas convenciones también se hace palpable en la presencia de disfraces de todo tipo en la republicana –un hombre vestido de muro, otro con un elefante en su cabeza, decenas con un sombrero de copa con la cara de Abraham Lincoln y numerosas personas engalanadas con los colores rojo blanco y azul de la bandera estadounidense– y mayor formalidad en las camisas, americanas y vestidos que lucen los delegados demócratas.

Aunque no están libres de curiosos accesorios, como un pin con la cara de la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, acompañada de su nuevo apodo: “godmother” (madrina). La primera mujer en liderar un partido en el Congreso estadounidense, con casi cuatro décadas de experiencia en la Cámara Baja, es una de las figuras de cohesión y jugó un papel fundamental en la presión del partido para que Biden abandonara su intento de reelección. En parte, el Partido Demócrata le debe a ella el entusiasmo que ha generado la candidatura de Harris, que podría convertirse en la primera mujer presidenta de EE.UU.

También las pancartas que reparte la organización a los asistentes envían mensajes contrapuestos. “Deportación masiva ya” o “paremos el baño de sangre de Biden en la frontera”, alzaban los delegados en Milwaukee, en contraste con el “no vamos a volver atrás” o “poder de la unión” o el que se lee en Chicago.

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