El escándalo de las apuestas en el final de la campaña británica
Elecciones en el Reino Unido
La fecha de los comicios está en el punto de mira
Con el desenlace de las elecciones generales británicas decidido desde hace años (probablemente desde la caída de Boris Johnson), la única emoción era cuándo iba a ser la fecha elegida por los conservadores para ir al matadero de las urnas. A esa intriga se aferraron políticos conservadores, algún laborista e incluso agentes de Scotland Yard para intentar ganar un puñado de euros, y tener la satisfacción de haber acertado.
En principio no hay nada ilegal en apostar, excepto si uno lo hace basándose en información privilegiada, y eso es lo que está siendo investigado en el Reino Unido después de que media docena de funcionarios próximos al primer ministro Rishi Sunak se jugaran los cuartos a que la fecha escogida iba a ser en julio, cuando todo apuntaba a que sería en noviembre. Un adelanto tan polémico –y desastroso- como el de Macron en Francia, donde las elecciones se solapan con las británicas.
Mientras el líder laborista Keir Starmer, que quiere parecer más puro que la nieve, ha retirado como candidato al incauto de su partido que apostó sobre la fecha electoral, Rishi Sunak ha tardado días en darse cuenta de la gravedad del problema, y ha dejado el tema en manos de una comisión investigadora cuyo informe no se publicará hasta que hayan sido las elecciones, y los conservadores hayan sido vapuleados.
El asunto no va a decidir un resultado predeterminado desde hace mucho tiempo, pero en cualquier caso ha boicoteado cualquier intento de Sunak de coger impulso en la recta final de una campaña marcada por una sucesión de errores, desde el adelanto a julio hasta su salida precipitada de los actos conmemorativos en Normandía de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial.
Siete agentes de policía investigados por apostar sobre cuándo Gran Bretaña se citaría con las urnas
Apostar forma parte de la cultura británica, tanto como tomar el té a las cinco de la tarde o rendir pleitesía a los monarcas, y es probable que quienes pusieron dinero a cuándo serían las elecciones lo hicieran como un juego, sin ánimo de hacerse rico (para lo cual habría hecho falta arriesgar sumas enormes de dinero), como quien muestra su fe en la victoria de un determinado caballo o de su equipo de fútbol.
Tanto es así que siete agentes de Scotland Yard apostaron a la fecha electoral –uno de ellos encargado de la protección de Sunak–, ya sea por divertirse, o porque habían escuchado algo y decidieron sacar un pequeño provecho, igual que los funcionarios del Partido Conservador que cometieron la misma indiscreción. En este último caso, sin embargo, enlaza con el escándalo de las fiestas ilegales de Downing Street durante la pandemia, y la percepción por parte de los votantes de que los tories son tan prepotentes que creen que las leyes no están hechas para ellos.
A una semana justa de los comicios, la única duda es la dimensión de la victoria laborista, y si los tories recibirán una paliza o serán completamente aniquilados, como sus colegas canadienses en 1993. En el escenario más optimista desde su perspectiva, conquistarían unos 150 escaños y la derrota sería similar a la que sufrieron a manos de Tony Blair. En el más pesimista se quedarían en medio centenar, los liberales demócratas los adelantarían y se convertirían en la oposición oficial, y Reforma (la ultraderecha dirigida por Nigel Farage) les superaría en porcentaje de voto.
En el último debate cara a cara –telón del Biden-Trump de anoche–, Sunak se lanzó a un ataque desesperado contra Starmer, pidiendo a los votantes en general que no den carta blanca a un gobierno laborista con una mayoría enorme, y a los de derechas que no dividan el voto entre el Partido Conservador y Reforma, abriendo así las puertas a un “alud socialista”. El primer ministro quiso meter miedo sobre una subida de impuestos, marcha atrás en el Brexit y puertas libres a la entrada de inmigrantes, a pesar de que el Labour niega esos escenarios. Es la única táctica que le queda.
Si ganan los ‘tories’ contra pronóstico, una apuesta de cien euros generaría una ganancia de cuatro mil
Si uno hace hoy una apuesta sobre el resultado de las elecciones, tiene que pagar 450 euros para ganar diez si pronostica que habrá un gobierno del Labour. Pero si intuye que ganarán los conservadores, por cada cien euros que arriesgue se llevaría casi cuatro mil. ¿Quién es el valiente?