El seísmo provocado en Francia por el presidente Emmanuel Macron al convocar elecciones legislativas anticipadas registró ayer una réplica importante. El líder de Los Republicanos (LR), Éric Ciotti, el partido continuador de la derecha gaullista tradicional, propuso una alianza con el Reagrupamiento Nacional (RN, extrema derecha). De inmediato hubo una avalancha de dirigentes que se opusieron con vehemencia a dar este paso.
Ciotti actuó, al parecer, sin consultar a los otros líderes y ocultando sus intenciones. Algunos lo acusaron de traición, si bien de todos era conocida la opinión del presidente, muy cercano a las tesis de Le Pen desde hace años, sobre todo en cuestiones como la inmigración y el orden público. Ciotti llegó a la cúspide de LR por el voto de los afiliados, en diciembre del 2022, y él sostiene que la gran mayoría de los militantes cree que ese acuerdoes la mejor opción ahora.
Para Ciotti, el entendimiento con Le Pen es algo obligado por las circunstancias, a pesar de que se rompa un tabú. El argumento es que LR “es demasiado débil” para oponerse a los grandes bloques que formarán la izquierda, dominada por su sector radical, y el macronismo, La única alternativa, por tanto, es hacer piña con Le Pen, dejando atrás viejos prejuicios que a su juicio ya no tienen razón de ser.
“Hay una necesidad de servir al país que está en peligro”, dice Éric Ciotti, tildado de traidor por los suyos
“Hay una necesidad de servir al país que está en peligro”, afirmó Ciotti, visiblemente nervioso, en el telediario del mediodía del primer canal, TF1. “Creo que el país nunca ha estado tan a la derecha, espera a la derecha, espera actos de derecha -recalcó-. No se puede estar más en la impotencia, en una forma de inmovilismo que nos ha llevado donde estamos ahora”. Ciotti puso énfasis en que la extrema derecha ha cambiado –e incluso puso en duda de que merezca este calificativo- y que “ya no estamos como al final de la II Guerra Mundial”. Para el presidente de LR, cuanto más se estigmatiza al partido de Le Pen, más crece. Y en todo caso el cordón sanitario que había en torno a él desde hace más de cuarenta años debe terminar porque no tiene sentido.
El pacto al que aspira Ciotti tendría que ser nacional, aunque a la hora de la verdad decidirá cada diputado saliente de LR. Si acepta el acuerdo con el partido de Le Pen, la extrema derecha no presentará candidato, lo cual facilitará su reelección. La idea es que LR mantenga un grupo parlamentario propio en la nueva Asamblea Nacional. Ciotti no quiso responder a la pregunta de si entrarían en un eventual gobierno encabezado por el RN, pero su lenguaje corporal y su expresión indicaban que aceptaría la oferta. Se rumorea que podrían haberle ofrecido el ministerio del Interior.
La unión de las derechas bajo su liderazgo era un objetivo acariciado desde hace tiempo por Le Pen, su sueño. La aceleración política desde el domingo, después de la clara victoria de la extrema derecha en las europeas yla inmediata decisión de Macron de disolver la Asamblea Nacional, ha acercado esta posibilidad.
Le Pen soñaba desde hacía años la unión de las derechas bajo su liderazgo, pero había un cordón sanitario
LR, cuya candidata realizó un resultado muy pobre en las presidenciales del 2022, por debajo del 5% de votos, lleva años en dificultades. En las europeas obtuvo un 7,2% de sufragios y 6 escaños en la Eurocámara. Una parte de sus votantes, los más derechistas, se pasaron a Le Pen, otros, los moderados, al macronismo.
Los principales líderes de LR en la Asamblea y el Senado, así como varios presidentes regionales -los exministros Xavier Bertrand y Laurent Wauquiez- rechazaron de plano la decisión de Ciotti y enviaron un texto al diario Le Figaro en el que dijeron que la posición expresada por su presidente “es un impasse, no compromete a nuestra familia política y no representa en ningún caso la línea de Los Republicanos”.
Está por ver cuánto durará Ciotti al frente de su partido. El presidente del Senado, Gérard Larcher, exigió su dimisión. “Yo no avalaré jamás, bajo ningún pretexto, un acuerdo con el RN, contrario al interés de Francia y de nuestra historia”, subrayó Larcher. La presidenta de Isla de Francia (región parisina) y exaspirante al Elíseo, Valérie Pecresse, lo acusó de “vender su alma por un plato de lentejas”. El presidente de Altos de Francia (norte), Bertrand, recordó que “el ADN de la derecha republicana no ha sido jamás los extremismos, jamás el Frente Nacional (viejo nombre del RN), jamás Le Pen, ese ha sido siempre mi combate y lo seguirá siendo”.
La izquierda quiere reeditar un Frente Popular, que obtendría un 25% de votos, según los sondeos
Una de las respuestas más duras a Ciotti llegó del diputado saliente Julien Dive. “Ya sabemos que en junio de 1940, Éric Ciotti no habría atravesado jamás el canal de la Mancha”, dijo Dive, en alusión al general De Gaulle, que se exilió en Londres para no colaborar con los ocupantes nazis y preparar la resistencia. El diputado, pues, dedicó a su todavía presidente del partido uno de los peores insultos, con resonancia histórica muy grave, el de traidor colaboracionista.
Pese al rifirrafe, se piensa que una decena de los hasta ahora 60 diputados del LR, incluido Ciotti, se aliarán con Le Pen. Pero el destino de lo que quede de partido es una incógnita.
Otra tentativa de acuerdo, la del RN y el partido de ultraderecha de Éric Zemmour, Reconquista, descarriló. Estuvo negociando Marion Maréchal, flamante eurodiputada del partido de Zemmour, sobrina de Le Pen y nieta del patriarca del clan, Jean Marie. Finalmente el RN dio un portazo. Maréchal explicó que los de Le Pen “no desean ninguna asociación ni directa ni indirecta con Éric Zemmour”. No le perdonan su desprecio al RN y que fundara un partido para competir en su terreno.
Le Pen declina aliarse con la otra extrema derecha, de su sobrina Marion Maréchal y Éric Zemmour
En el ámbito de la izquierda, se está fraguando una nueva alianza como en el 2022, pero cambiando el nombre. Han escogido nada menos que Frente Popular, como en los años treinta del siglo pasado, una denominación arriesgada. Agruparía a La Francia Insumisa (LFI), el Partido Socialista (PS), el Partido Comunista (PCF) y los ecologistas. De momento ha dicho no Plaza Pública, el pequeño partido de Raphaël Glucksmann, que acaba de obtener casi el 14% de votos en las europeas. Se niega a bailar al son de Jean-Luc Mélenchon, aún líder de LFI. Les separan puntos de vista casi en las antípodas sobre la guerra de Ucrania, la relación con Rusia, China, el islamismo y otras cuestiones.
Macron tenía que dar ayer una conferencia de prensa para explicar su estrategia. Al final la anuló y, en principio, la dará hoy. Todo parece muy improvisado, vertiginoso. Una primera encuesta sobre las legislativas, de Ifop (que acertó mucho en las europeas), otorga el 35% de apoyo al RN, un 25% a la izquierda, si concurre unida, y solo 18% a los macronistas. Sería una nueva catástrofe para el presidente, quien, sin embargo, está convencido de que puede darle la vuelta a la situación. En una entrevista con Le Figaro Magazine , descartó que dimita si pierde y debe cohabitar con un primer ministro de extrema derecha. El jefe de Estado repitió que sale “a ganar”. De todos modos, su credibilidad está en entredicho. Había dicho que no avanzaría las elecciones tras las europeas y lo hizo antes incluso de que se conocieran los primeros resultados reales.
Anoche, el primer ministro, Gabriel Attal, que´desaconsejó no disolver la Asamblea, no quiso entrar en ese debate y justificó la decisión de Macron por “el riesgo de asfixia y desorden” causado por los dos extremos políticos y, obviamente, porque en las europeas el campo presidencial cosechó una “derrota”, una palabra que Macron evita pronunciar en público sobre sí mismo.