Un día se hace historia y al otro también. Tras la pionera condena a un expresidente de Estados Unidos, esta vez le sigue el veredicto de culpable contra el hijo del actual presidente, algo que tampoco nunca se había visto. Esto habla muy a las claras de la situación del país a meses de las elecciones.
El jurado de Wilmington, seis hombres y seis mujeres, tardó menos de tres horas de deliberación en decretar la culpabilidad de Hunter Biden, de 54 años, el primer hijo de un presidente de Estados Unidos condenado por una causa penal que le puede suponer hasta 25 años de cárcel.
El hecho de que carezca de antecedentes penales y puesto que estaba bajo los efectos de las drogas, la sentencia podría ser benigna, si no comete más delitos. Ahí está el problema, puesto que tiene otro juicio pendiente en Los Angeles por un caso de delito fiscal, más grave que este primero.
Hunter Biden, que se declaró inocente, fue imputado con tres cargos por mentir a la hora de comprar una pistola en octubre del 2018, y asegurar que no era consumidor de drogas duras. Esa mentira convirtió en ilegal la posesión del arma, como probó la fiscalía al mostrar diversos correos electrónicos y el testimonio de dos mujeres muy cercanas al acusado como su exesposa, Kathleen Buhle, con la que tiene tres hijas, y Hallie Biden, la viuda de su hermano mayor, Beau, fallecido en el 2015, y con la que mantuvo un idilio. Hallie fue la que encontró la pistola en el coche y, en un ataque de pánico, la tiró a un cubo de la basura. Las dos confirmaron la versión de que Hunter Biden estaba en un un bucle destructivo a causa del consumo de heroína y de crack.
“Amamos a nuestro hijo”
“Amamos a nuestro hijo”, ha declarado en todo momento el padre, el presidente Joe Biden. Sin embargo, hace unos días ya afirmó que no perdonará una posible pena a su hijo.
Estas mismas ideas expresó Joe Biden en un comunicado emitido al poco de conocerse el fallo. “Como dije la pasada semana, soy presidente, pero también soy padre. Jill y yo queremos a nuestro hijo, y estamos orgullosos del hombre que es hoy. Muchas familias, que tienen seres queridos que luchan contra las adicciones, entienden este sentimiento de orgullo cuando ves la recuperación y la fuerza de alguien a quien amas”, indicó en su nota.
“También como dije la semana pasada, acepto el resultado de este caso y continuaremos respetando el proceso judicial mientras Hunter apela el resultado. Jill y yo estaremos con Hunter, y el resto de nuestra familia, con amor y apoyo. Nada cambiará esto”, subrayó.
Hunter adoptó una pose sombría cuando el jurado leyó el veredicto. Luego cogió de la mano y dio un beso a su esposa, Mellisa Cohen. Antes de salir de la sala se abrazó a familiares. La juez Maryellen Noreika levantó la sesión sin fijar fecha para dictar sentencia. Dispone de un plazo de 128 días, lo que podría poner ese acto justo poco antes de las elecciones de noviembre.
Este ha sido un juicio con claras ramificaciones en la Casa Blanca y en la campaña electoral a la presidencia de Estados Unidos en noviembre. No solo por el apellido del implicado.
Siempre que la agenda oficial se lo permitió, Jill Biden, la primera dama de Estados Unidos, estuvo presente en el tribunal de Wilmington (Delaware) para asistir a las sesiones de la vista oral a su hijo Hunter. En todas las jornadas, menos una.
Resulta tentador establecer comparaciones entre esa madre, que jamás dejó en la estacada su hijo pese a sus debilidades y los tumbos en su vida, con Melania Trump, “la desaparecida” mujer del expresidente estadounidenses, que no se dejó ver en el juicio que tuvo lugar en Nueva York contra su marido, hoy criminal convicto por la trama electoral para silenciar su noche sexual con la actriz porno Stormy Daniel, mientras su esposa acababa de dar a luz. Pero esta es otra historia.
El país se mantuvo este martes pendiente de la deliberación del jurado de Delaware, que empezó el lunes tras la renuncia del Hunter Biden a declarar y la posterior presentación de los informes de conclusiones.
“Las personas que están sentadas entre el público no son una prueba”, sostuvo el fiscal principal, Leo Wise, en el informe final del caso Hunter Biden en alusión a Jill Biden y otros familiares (tíos, primos, sobrinos). “Nadie está por encima de la ley”, añadió. Una frase que también se escuchó hace unos días en Nueva York en la causa contra Trump.
Declaración falsa
Según el ministerio público, Hunter Biden realizó una declaración falsa cuando rellenó la casilla del “no” en la pregunta de si era consumidor de drogas cuando compró un revólver Colt Cobra, del calibre 38 en una armería de Willington, en octubre del 2018.
"La prueba fue personal, fue desagradable y fue abrumadora”, recalcó Wise en referencia a los testimonios tan cercanos al acusado. “También fue absolutamente necesaria”, prosiguió.
En sus memorias publicadas en el 2021, Beautiful things, Hunter Biden escribió sobre sus esfuerzos por salir de pozo: “Toda mi energía giraba en torno a fumar drogas y hacer lo que fuera para comprar drogas, para alimentar a la bestia”, relató. Esta admisión la utilizó el fiscal para persuadir al jurado con las propias palabras del imputado.
Hace unos meses, la fiscalía planteó un acuerdo, que el acusado aceptó, para que se declarara culpable y así evitar la cárcel. A la juez no le gustó y lo descartó.
En otro comunicado, Hunter Biden expresó su agradecimiento a sus familia, a sus amigos y a la comunidad, sin bien admitió “estar decepcionado” por el resultado. “La recuperación es posible por la gracia de Dios y me siento bendecido y tengo la suerte de experimentar ese regalo cada día”, añadió.
Correos electrónicos
La defensa, que replicó que no se había probado que Hunter fuera un adicto al crack o usuario de drogas ilegales, presentó como testigo a Noemi Biden Neil, hija del acusado. Ella aseguró que su padre ya estaba rehabilitado cuando compró la pistola. Sin embargo, en una actuación que desagradó a la familia Biden por su dureza, el fiscal le mostró a la hija y le preguntó por una serie de correos en los que ella expresaba preocupación por el estado de su padre.
El veredicto posiblemente no cambiará en absoluto el discurso victimista de Donald Trump, pero su excusa de que los cargos contra él son una persecución del gobierno carece de sentido. El gobierno, es decir la fiscalía, está haciendo todo lo posible para enviar a la cárcel al hijo del presidente de Estados Unidos.
Pero a los suyos adoradores de Trump todavía les pareció poco. Stephen Miller, uno de sus principales asesores, reiteró que el departamento de Justicia está haciendo una inferencia electoral en favor de Biden. A pesar de que no han logrado prueba alguna sobre una corrupción del actual presidente, Miller dijo que la acusación a Hunter era una cortina de humo. En un sentido idéntico se pronunció la campaña de Trump. “Es una distracción de los crímenes reales de la familia Biden”, palabras dichas desde la conspiranoia, sin base real hasta ahora.
Sin embargo, republicanos trumpistas como el senador Lindsay Graham, reconocieron que no creían que “los estadounidenses medios” hubieran sido imputados por un asunto de armas por saltarse una casilla. Otros conservadores remarcaron lo raro que supone acusar a alguien por un delito de este tipo.
Y esto llevó a la narrativa de los demócratas y de la defensa de Hunter Biden. Sin ese apellido, no habría sido acusado. Menos aún en un país donde comprar armas es un coladero, sin ningún tipo de control.
Jill Biden también estuvo este martes en el tribunal. En cuanto supo que había veredicto se desplazó hasta el edificio de los juzgados de Wilmington. No llegó a tiempo para escuchar la al jurado, pero Hunter salió a la calle cogiendo con una mano a Melissa, su esposa, y con la otra a su madre, la primera dama. Y el presidente cambió su agenda para estar por la noche en Wilmington, junto a su hijo.