En el hospital Roosevelt de Banská Bystrica, la ciudad del centro de Eslovaquia adonde fue llevado el primer ministro, Robert Fico, tras sufrir un atentado el pasado miércoles, el personal sanitario va y viene mientras la prensa espera novedades sobre el paciente más observado de Europa.
Fico, de 59 años, fue traído a este hospital universitario en helicóptero después de recibir cinco disparos a quemarropa de un agresor con motivaciones políticas en Handlová, una localidad cercana en la que el primer ministro se había reunido con miembros del Gobierno. Su estado era de tan extrema gravedad que se decidió hospitalizarle en Banská Bystrica en vez de trasladarle a la capital, Bratislava, situada a 215 kilómetros de distancia.
En esa primera noche se temió por su vida. Dos equipos quirúrgicos, uno especializado en cirugía general y otro en traumatología, le operaron durante cinco horas y lograron estabilizarle. Ayer, dos días después de la agresión, Robert Fico fue operado de nuevo, esta vez durante dos horas.
“El objetivo de la segunda operación ha sido extraer tejidos necróticos que habían quedado en el interior del paciente, se le hizo una tomografía computarizada para localizarlos; ahora está consciente y estable en la unidad de cuidados intensivos, pero su situación continúa siendo muy grave”, dijo la directora del hospital, Miriam Lapuniková, en una breve comparecencia ante los periodistas apostados en el exterior del centro sanitario.
Junto a ella habló Robert Kalinák, vice primer ministro y ministro de Defensa, que acababa de visitar a Fico y que se está convirtiendo en una suerte de portavoz interino del Ejecutivo en esta dramática situación. “Ha sido sometido a una operación de dos horas; su estado es aún muy grave, harán falta sin duda varios días para ver cómo evoluciona, pero hay progreso, he visto progreso”, afirmó Kalinák, más optimista que tras su primera visita a Fico el jueves, de la que salió mostrándose muy sombrío.
Robert Kalinák, miembro de Smer-SSD, el partido socialdemócrata en deriva populista de Fico, quiso enfatizar también que el Gobierno continúa trabajando. “Los Ministerios están trabajando en todas sus funciones, nada está congelado ni detenido, el país continúa; el Estado es estable y hoy el paciente está también estable”, aseguró.
“El Estado es estable y hoy el paciente está también estable”, dijo Robert Kalinák, ministro de Defensa, para enfatizar que el Gobierno sigue trabajando
Un consejo médico se reunirá el lunes para reevaluar las condiciones de Robert Fico y plantear si continúa hospitalizado en Banská Bystrica o si se le traslada a un hospital de Bratislava, su lugar de residencia. “El hospital Roosevelt tiene todas las capacidades médicas adecuadas para atender al paciente”, señaló Kalinák, incluido un equipo de cardiología por si fuera necesario, pues Robert Fico ha tenido en el pasado insuficiencia cardiaca y toma por ello medicación con regularidad. “Es pronto aún para decidir sobre el traslado a Bratislava, ya que el paciente debe estar estabilizado y debe ser esa su voluntad”, terció la directora del hospital, Miriam Lapuniková.
Mientras, la sociedad eslovaca y en particular su clase política digieren la conmoción por un intento de magnicidio que ha generado temores de más violencia por motivaciones políticas en este país de 5,4 millones de habitantes, donde reina desde hace años una intensa y colérica polarización, a la que ha contribuido decisivamente el propio Robert Fico con su acre retórica. “En Eslovaquia hay dos campos políticos y hay mucho odio; la situación era tal que algo podía pasar, y al final la situación ha escalado hasta este ataque”, resume una mujer de 34 años –prefiere no dar su nombre– que ha venido al hospital a visitar a un pariente ingresado. “Pero esta división y polarización de la gente existe también en Europa, y creo que es una cosa global, ocurre un poco en todas partes”.
El primer ministro “está consciente en la UCI, pero continúa muy grave”, alerta la directora del hospital, Miriam Lapuniková
En la sociedad y la política eslovacas, Robert Fico ha sido durante mucho tiempo una figura divisiva, cuyo regreso al poder tras ganar las elecciones el pasado octubre no fue festejado con entusiasmo en Bruselas.
Ahora que algunos miembros de los partidos del Gobierno acusan a la oposición y a la prensa no afín de haber incentivado el clima que ha llevado al atentado, la Oficina de la presidencia de la República anunció ayer que organizará el próximo martes una reunión de líderes de todos los partidos parlamentarios. Es una iniciativa de la presidenta saliente, Zuzana Caputová, concertada con el presidente electo, Peter Pellegrini, que la sucederá en el cargo a mediados de junio, para intentar reducir las tensiones sociales en el país.
En ese contexto de polarización sociopolítica en Eslovaquia se radicalizó el agresor del primer ministro, Juraj Cintula, de 71 años, dueño de una biografía llena de contradicciones: poeta con obra publicada, miembro de sociedades de escritores y promotor de una plataforma antiviolencia, pero autor de un libro acerbo contra los gitanos, y vinculado en el pasado a un grupo ultranacionalista y prorruso, en cuya página de Facebook reclamó la existencia de milicias armadas para defender a los europeos de la llegada de “cientos de miles de migrantes”. Los investigadores le consideran un lobo solitario que habría decidido por su cuenta atentar contra el primer ministro por motivos políticos.
En el marco de las investigaciones, la policía eslovaca registró ayer el piso en el que Cintula reside con su esposa en Levice, localidad a una hora de coche de Handlová, el lugar del atentado. El canal de televisión Markíza mostró imágenes del presunto tirador, vestido con chaleco antibalas y casco, entrando en su vivienda con la policía. Los agentes registraron el domicilio durante horas y se llevaron el ordenador y varios documentos.
Juraj Cintula comparecerá hoy en una audiencia ante el Tribunal Penal Especial de Eslovaquia en Pezinok, a las afueras de Bratislava, que debe decidir si le mantiene detenido a la espera del juicio, como pide la Fiscalía. Cintula está acusado de “intento de asesinato premeditado” con motivaciones políticas, un caso ha despertado la alarma más allá de Eslovaquia.