El colapso del sistema político portugués tras un bienio catastrófico le sirvió el domingo en bandeja al ultraderechista André Ventura, líder del Chega, la oportunidad para dar un salto histórico que no desaprovechó. Multiplicó su porcentaje de votos del 2022 por 2,5 veces y cuadriplicó su número de escaños, hasta 48 sobre 230. Esta escalada de la extrema derecha, que ocupa el espacio dejado por el desplome del hasta ahora gobernante Partido Socialista (PS), convierte al conservador Luís Montenegro en el virtual próximo primer ministro de Portugal. Accederá al cargo en franca minoría, pues mantiene su promesa de no entenderse con la extrema derecha y los socialistas sólo se han comprometido a facilitar su entrada en el poder. Se abre así una etapa girada a la derecha por la vía más extrema y bajo el riesgo del caos institucional.
Los actores políticos tradicionales y los medios trabajaron en la práctica desde el 2022 a favor del ultra Ventura
Todos los actores políticos tradicionales de Portugal trabajaron en la práctica en los dos últimos años a favor de la ultraderecha, aunque fuese sin querer en la gran mayoría de los casos. Empezó a hacerlo ya en la campaña electoral de enero del 2022 el ahora dimisionario primer ministro socialista António Costa, quien logró una inesperada mayoría absoluta agitando el fantasma de la ultraderecha para nutrirse del voto útil. Después los medios magnificaron el acenso del Chega, pues era la tercera fuerza, pero gracias a la atomización de los partidos pequeños, con un porcentaje, el 7%, de lo más discreto en el contexto europeo, de la mitad de lo que tenía Vox. El protagonismo mediático de Ventura en los últimos tiempos resultó de lo más desmedido.
Los partidos derrotados del 2022 allanaron también el camino ascendente del Chega al embarcarse al unísono en una lenta y poco eficaz renovación. La más rápida, la del partido conservador PSD, llevó a la jefatura de la oposición en el verano de ese año a un líder de poco tirón, Luis Montenegro, sin experiencia de gestión. Había sido un gris portavoz parlamentario durante el gobierno de su compañero Pedro Passos Coelho. En las urnas su coalición bajó casi un punto y medio respecto al 2022.
El Bloco de Esquerda se encomendó hace menos de un año a su dirigente de aparente más tirón, Mariana Mortágua, que el domingo fracasó, ante la competencia del emergente Livre de Rui Tavares, un partido de izquierdas de la misma hornada temporal que el Chega. Peor le fue aún al secretario general del Partido Comunista Portugués, Paulo Raimundo, elegido en el tercer relevo en 60 años en esta fosilizada formación, pues si el Bloco se estancó el PCP se hundió más aún.
El Gobierno del socialista Costa murió de éxito tras la mayoría absoluta del 2020
No obstante, el principal valedor del Chega fue desde el primer momento el Gobierno socialista, que murió de éxito con la mayoría absoluta. Supuso el período de mayor inestabilidad en los ocho años largos en los que Costa ha estado en el poder, primero en alianza con la izquierda y después en minoría. Los escándalos se sucedieron hasta llegar al súmmum en noviembre, cuando un caso no aclarado aún de presunta corrupción en su entorno más próximo provocó la dimisión del primer ministro, después de que la fiscalía anunciase que le iba a investigar. Por si fuera poco, el Partido Socialista (PS) eligió como sucesor al exministro de Infraestructuras Pedro Nuno Santos, que había tenido que dejar el Gobierno por el escándalo de las indemnizaciones de oro de la aerolínea TAP.
El presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, también hizo su decisiva contribución para el éxito de la extrema derecha, al negarse a que los socialistas recompusiesen su gobierno tras la dimisión de Costa. Convocó elecciones inmediatas. En ellas el único candidato que repetía respecto al 2022 entre los seis mayores partidos era el ultra Ventura, que se enfrentaba contra rivales poco conocidos, novatos y en muchos casos muy débiles. Así, en la campaña el cabeza de lista del Chega fue el amo de la pista.
Con su decisión de noviembre de llamar a las urnas tras la dimisión de Costa, el presidente Rebelo también ayudó al Chega
El caldo de cultivo ideal para la escalada formidable de la extrema derecha se completaba con otros factores esenciales, como la corrupción, pues al caso del Gobierno socialista se sumó el que hubo en el ejecutivo regional de Madeira, del mismo partido que el conservador Montenegro. El intenso aumento de la inmigración en el último decenio, la fuerte subida de precios en los productos básicos y la coyuntura internacional de inseguridad, con las guerras y la emergencia climática, completaron un escenario en el que Ventura, hábil demagogo formado en la escuela televisiva del fútbol y los sucesos, jugó sus cartas con eficacia.
El Chega tocó techo en el Portugal sureño, de tradición de izquierdas, y tuvo buenos resultados en el norte conservador
El Chega venció en el Algarve y quedó segundo en las circunscripciones del sur, de Lisboa para abajo, en las zonas de siempre más de izquierdas, mientras lograba resultados considerables en los feudos de la derecha tradicional, en el Portugal políticamente gallego, con una marcada impronta conservadora. En conjunto subió de 12 a 48 diputados, lo que, sin todavía los cuatro escaños del exterior, que se adjudicarán en los próximos días, genera un Parlamento virado hacia la derecha que ya tiene 136 de sus 230 diputados, después de subir en votos del 43% al 53%.
Si bien Ventura apeló en la noche electoral a esa clara mayoría de los conservadores y la extrema derecha, Montenegro no quiso saber nada de él, pues se reafirmó en su compromiso electoral del cordón sanitario con los ultras, de modo que emerge así una versión portuguesa del "no es no". Aunque sacase tres de los cuatro escaños del exterior, si bien todo apunta que obtendrá solo dos, Montenegro podría sumar como mucho 91 diputados, los 8 de Iniciativa Liberal y los 82 o 83 suyos, muy por debajo de los 116 de la mayoría absoluta. El socialista Santos, tras el batacazo de perder 13 puntos y más de 40 escaños, anunció que se pasa a la oposición y que se desentiende del Gobierno.
En este caótico panorama institucional, en el que el desgastado presidente Rebelo comenzará a maniobrar de inmediato, las opciones de Montenegro son muy complicadas. La ideal para él sería conseguir la abstención socialista para los presupuestos, pero no sólo choca con lo anunciado por Santos, sino por la línea más a la izquierda de este que la de Costa. La solución que descarta Montenegro es la del pacto con Ventura. Y la que se vislumbra en el horizonte consiste en unas nuevas elecciones para el año próximo. Pero la historia reciente invita a la cautela. La "geringonça", la alianza de izquierdas del 2015 parecía abocada al fracaso inmediato y fue de lo más estable, al contrario de lo que sucedió con la mayoría absoluta de Costa de hace dos años.
La evidencia es que, tras ser el que mejor resistió en el sur de Europa en los últimos lustros, el sistema político portugués ha entrado también en colapso, justo cuando se ha recuperado la participación, hasta un 66% que es el máximo de este siglo, lo que demuestra que la abstención era un reflejo de un malestar profundo que no se canalizaba en las urnas. El océano de la inestabilidad ruge en Lisboa, con un Portugal girado a la derecha por la vía más extrema.