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Objetivo: deportación

visión periférica

El 20 de enero de 1942, los jerarcas de la Alemania nazi se reunieron en Wannsee, al sudoeste de Berlín, para celebrar una conferencia que acabaría convirtiéndose en uno de los momentos más siniestros de la Historia de la humanidad. Allí, en una suntuosa villa reconvertida hoy en memorial, el director de la Seguridad del Reich, Reinhard Heydrich, y sus cómplices, con la aquiescencia de Adolf Hitler, pusieron en marcha lo inimaginable: un plan para la deportación y exterminio de la población judía de Europa. Lo llamaron la “solución final” y conduciría a la muerte a seis millones de personas. El Holocausto.

A menos de 10 kilómetros de allí, en un hotel de Brandeburgo, representantes de diversos grupos neonazis y de extrema derecha alemanes mantuvieron una reunión secreta el pasado 25 de noviembre para abordar un plan de deportación masiva de inmigrantes que sería puesto en práctica en caso de que el partido ultranacionalista Alternativa para Alemania (AfD) alcanzara el poder –un extremo no del todo descabellado, puesto que ahora mismo los sondeos para las elecciones europeas de junio le otorgan el estatus de segunda fuerza política, con una expectativa de voto del 20%–.

El eufemismo utilizado por los ultras, “remigración”, apenas esconde un objetivo de limpieza étnica

Dentro de la categoría de deportables , los promotores de la iniciativa incluían no ya a inmigrantes en situación irregular, sino también a solicitantes de asilo, extranjeros con los papeles en regla e incluso ciudadanos alemanes de pleno derecho “no asimilados”. Según sus cálculos, unos dos millones de personas serían enviadas a algún país –por determinar– del norte de África. Se dirá que deportación no es sinónimo de exterminio. Pero por ahí se empieza. Antes de concebir la terrible “solución final”, los nazis habían planeado la deportación de los judíos europeos a la isla de Madagascar –en aquella época, colonia francesa–, que se hubiera convertido de este modo en un país-prisión. Solo que la idea fue abandonada por inviable.

El descubrimiento de la reunión de Brandeburgo, revelada en enero por el equipo de periodistas de investigación Correctiv , causó un gran escándalo en Alemania, tanto más cuanto que en el encuentro habían participado representantes de Afd e incluso de la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Cientos de miles de personas se manifestaron en todo el país contra la extrema derecha, abriéndose el debate de si sería conveniente –además de constitucional– la ilegalización de Afd.

Una muñeca, perteneciente a una familia de inmigrantes, yace abandonada junto al Río Grande

Go Nakamura / Reuters

El posterior desmarque oficial de este partido del plan de deportación no oculta, sin embargo, el hecho de que la idea va tomando cuerpo entre la extrema derecha europea. En Francia, el utraderechista Éric Zemmour, líder del partido Reconquista –quien obtuvo un 7% de los votos en las elecciones presidenciales del 2022– es también un adepto de esta solución, único medio, a juicio de este defensor de la teoría conspirativa del “gran reemplazo”, de frenar el aumento de la población musulmana. El plan de Zemmor sería repatriar a un millón de extranjeros en cinco años, para lo que crearía –en el caso improbable de gobernar– un ministerio específico en el Gobierno. A más largo plazo, su sueño sería expulsar de Francia a cinco millones de musulmanes.

En Europa, a causa del legado del horror nazi, la palabra “deportación” está muy mal vista, así que los ultras alemanes y franceses prefieren hablar en público de “remigración”, eufemismo que apenas enmascara lo que pretende designar: una masiva operación de limpieza étnica.

A Donad Trump, las sutilezas lingüísticas –en caso de apreciarlas– le traen al pairo. Así que el expresidente de Estados Unidos y candidato a la nominación republicana para volver a la Casa Blanca no tiene tapujos en hablar de deportación. Por el contrario, lo ha convertido en una de las ideas-fuerza de su campaña. Trump propone llevar a cabo “la más amplia operación de deportación de la historia de América” con la expulsión masiva de extranjeros en situación irregular. Una propuesta que reiteró en la reciente reunión anual de la Conferencia de Acción Política Conservadora, el 25 de febrero en Maryland, un foro ultra en el que también participaron entre otros el argentino Javier Milei y el español Santiago Abascal.

Trump promete seguir los pasos de la controvertida 'Operation Wetback' lanzada por Eisenhower en 1954

Trump plantea expulsar de forma inmediata a entre dos y tres millones de personas (del total de 11 millones de inmigrantes irregulares que se calcula que hay en EE.UU.), lo que, según algunos analistas, comportaría necesariamente la participación del ejército y la creación de campos de retención. El propio Trump ha aludido, como antecedente inspirador, a la controvertida Operación Espalda mojada ( Operation Wetback ) llevada a cabo bajo la presidencia de Eisenhower en 1954, una campaña de detención y deportación masiva de trabajadores mexicanos indocumentados –se calcula que hubo 1,3 millones de expulsados– en condiciones vejatorias. Atestados en autocares, trenes y barcos, algunos espaldas mojada s –como despectivamente se llamaba a los mexicanos que entraban en el país cruzando el Río Grande– fueron forzados a caminar a través del desierto, donde casi un centenar perecieron. A juicio del candidato republicano, la operación “fue un éxito”.

La deportación masiva que planea Trump no va más allá, por ahora, de los simpapeles. Sin embargo, toda la retórica racista con que la acompaña –asimilando a los inmigrantes con “criminales y violadores”, diciendo que “envenenan la sangre de EE.UU.”– bebe de las mismas raíces emponzoñadas, estas sí, de las que surgió el nazismo y de las que se sigue alimentando la extrema derecha europea.

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