Putin va ganando

Dos años de guerra en Europa UNA NOCHE EN LA TIERRA

Putin va ganando

En los últimos veinte días, los titulares sobre Vladímir Putin han sido el centro de atención informativa en todos los frentes. Si uno pone esas noticias una detrás de la otra, la sensación que queda es que el presidente ruso está ganando. Aparece victorioso en el frente de Ucrania. Está aumentando su control sobre una sociedad rusa asustada. Y corre con ventaja en su carrera con Occidente.

Dentro de esta ofensiva mediática, el acontecimiento más siniestro tuvo lugar el 16 de febrero, cuando el Servicio Federal Penitenciario de Rusia informó de que Alexéi Navalni había fallecido en un remoto penal del Ártico de “síndrome de muerte súbita”. Intuimos quién lo ha matado, por acción u omisión deliberada del cuidado de su salud, pero nunca sabremos cómo ha muerto. Se han encargado de ello las autoridades, que han hecho todo lo posible para dilatar la recuperación del cadáver del más popular de los opositores a Putin y dificultar su funeral. Las manifestaciones de duelo de Vladímir Kará-Murzá y de otros disidentes encarcelados apenas pueden ocultar el estado de pánico en que se encuentra la comunidad opositora rusa.

No ha sido la única información lúgubre relacionada con el poder ruso. El 20 de febrero apareció asesinado en Alicante el piloto ruso Maxim Kuzmínov, que había desertado con su helicóptero a Ucrania a cambio de medio millón de dólares y una nueva identidad. Fue una ejecución con mensaje. Sus autores dejaron en el lugar de los hechos casquillos de munición rusa, y el jefe del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, Serguéi Narishkin, comentó los hechos con estas palabras: “Este traidor y criminal se convirtió en un cadáver moral en el momento en que planeó su sucio y terrible crimen”.

El 9 de febrero, Vladímir Putin se dejó entrevistar por Tucker Carlson, simpatizante del déspota ruso y antigua estrella de la Fox. Putin se dirigió a los americanos para decirles que, si quieren acabar con la guerra, lo que deben hacer “es dejar de financiar la compra de armas para Ucrania”. Y, ante el silencio ignorante del periodista, reescribió la historia al afirmar que Polonia había colaborado con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

La destreza de Putin practicando judo

Vladímir Putin domina como pocos el mensaje del miedo y la fuerza

Atlas

Putin hace lo que le da la gana. Juega con la opinión pública occidental al afirmar que prefiere a un predecible Joe ­Biden, el presidente que le califica de asesino, antes que a un Donald Trump, el americano que más le respeta (sobre esta afirmación, hay división de opiniones ­sobre si el ruso creía en lo que dijo o fue una estratagema para ocultar su apoyo a Trump y no perjudicar su carrera elec­toral).

Confía en que la parálisis de EE.UU. no se resuelva y espera que el viento sople a su favor en noviembre

Si piensan que la entrevista de Carlson ha sido un signo de debilidad de Estados Unidos, están en lo cierto. De hecho, la gran esperanza de Putin son las elecciones presidenciales de noviembre, donde espera que el viento sople a su favor. En Washington se vive incluso un nuevo “momento Sputnik” por el temor a que Rusia tenga a punto satélites con capacidad nuclear como reconoció el secretario del Consejo de Seguridad, John Kirby, la pasada semana.

Hace dos años, Putin era un paria internacional, pero la guerra de Gaza le ha dado oxígeno. Occidente ha caído en ese error terrible que es el doble rasero (las víctimas palestinas no cuentan tanto como las ucranianas) y eso ha enfervorecido a sus fans. Narendra Modi y Xi Jinping no han dicho nada sobre la misteriosa muerte de Navalni, pero tampoco Lula da Silva ni el mismísimo Donald Trump.

Es posible que toda esa sucesión de acontecimientos sea fruto de la casualidad, pero no lo parece si se considera que Putin quiere proyectar una imagen de fuerza entre su población para las elecciones presidenciales del 15 de marzo. Y que se cumple el segundo aniversario de la invasión de Ucrania.

¿Qué decir de la guerra sobre el terreno? Que Rusia controla dos veces más territorio que el que tenía antes de la invasión. Que la contraofensiva ucraniana del verano fracasó por la falta de medios y por una guerra de desgaste en la que Rusia tiene las de ganar porque se basa en poner cuantos más hombres mejor en las trincheras.

Ucrania se está quedando sin armamento y munición por los problemas internos de Estados Unidos, su principal proveedor. Los ucranianos están extenuados y la moral está baja, también por la marcha del comandante en jefe Valeri Zaluzhni y su sustitución por el menos popular Olexánder Sirski.

En el segundo aniversario de la guerra, Putin ya no es un paria internacional y Gaza le ha dado oxígeno

En cambio, las fábricas de armamento rusas trabajan sin interrupción y Corea del Norte e Irán colaboran entusiastas. Es esa economía de guerra (hacer funcionar las fábricas y pagar salarios a las familias de los soldados) lo que tira de la economía rusa, que ha crecido un 3,2% en el 2023, y le ha permitido sortear las sanciones. Hoy Rusia golpea en todos los frentes. Ha tenido su principal victoria en Avdíyivka, y ahora trata de repetirla en Robótine y en los alrededores de Marinka.

¿Alguien duda de que Putin está ganando? Sí, los que piensan que perder 16.000 hombres para tomar Avdíyivka es excesivo. Los que consideran que Putin no ha conseguido ni un solo objetivo inicial: ha alejado a los ucranianos de Rusia por generaciones. Los que piensan que ha reforzado a la OTAN con Suecia y Finlandia. Y los que estiman que tras la fanfarronería de la entrevista de Tucker Carlson se esconde un hombre que necesita negociar porque su país no puede soportar tanta guerra. Si todo eso les convence, bien. Pero mientras tanto, Putin va ganando.

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