La euforia provocada por el sorpresivo anuncio, a media tarde del jueves, que la Unión Europea había acordado por unanimidad dar luz verde al inicio de conversaciones de adhesión con Ucrania –aunque tuvieran que recurrir a la inédita fórmula de pedir a Viktor Orbán que se ausentara temporalmente de la sala para sortear su anunciado veto– alimentó las esperanzas de que también fuera posible pactar la revisión del presupuesto comunitario y liberar así 50.000 millones de euros en ayudas para Ucrania.
A las tres de la madrugada del viernes, sin embargo, fue evidente que, aunque había 26 países de acuerdo con la última propuesta, no iba a ser posible contar con Orbán, y las negociaciones quedaron aplazadas a principios del próximo año.
“Estaba claro que Hungría no iba a darnos una segunda buena noticia”, explicó ayer la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, convencida, no obstante, como el resto de líderes europeos, de que la ayuda a Ucrania está garantizada, porque hay fórmulas para hacérsela llegar aunque no salga del presupuesto de la UE.
Orbán se quitó ayer la máscara y dijo que no apoyará la revisión del marco financiero plurianual mientras no se dé “solución” a los problemas de Hungría y se le permita acceder a los más de 20.000 millones de euros en ayudas que Bruselas le ha congelado como consecuencia del deterioro del estado de derecho en el país. La ampliación de la UE no está directamente relacionada con este “problema”, adujo, pero la revisión del presupuesto, sí.
Hungría se apunta una victoria pírrica conel bloqueo temporal de la ayuda a Ucrania, que se acordará en breve
A las puertas de un año en que la UE deberá volver a tomar decisiones importantes por unanimidad, el enésimo intento del líder húngaro de chantajear a sus socios europeos fue recibido con expresiones de hartazgo y llamamientos a la “responsabilidad” por parte de Francia y Alemania. “Espero que en los próximos meses Viktor Orbán [...] se comporte como un europeo y no tome como rehén a nuestros avances políticos”, reclamó el presidente francés, Emmanuel Macron, al término del Consejo Europeo.
“No puede haber un vínculo entre cosas que no están ligadas”, replicó el canciller alemán, Olaf Scholz, que aconsejó a Orbán que si quiere ver descongelados esos fondos debe cumplir las condiciones que establece la Comisión Europea para su desembolso. Azares del calendario, porque se acercaba la fecha límite, esta semana autorizó el pago de unos 10.000 millones de euros en ayudas regionales porque concluyó que Budapest ha cumplido con las medidas exactas que se le pedía para poder acceder a ellos, pero Bruselas no cree que por el momento cumpla los requisitos para recibir el resto de fondos. La sequía de subvenciones europeas ha llevado a Hungría, según su Gobierno, a una situación inédita, que se haya convertido en contribuyente neto al presupuesto comunitario.
“Que diga lo que quiera, mientras haga lo correcto...”, añadió Kallas, en alusión a los frecuentes giros de 180 grados de Hungría y el doble discurso de Orbán, que siempre reivindica ante su opinión pública que resistió hasta el final en Bruselas. Tan pronto como –a instancias de Scholz, tal y como habían pactado– salió de la sala de reuniones del Consejo Europeo para no frenar el acuerdo sobre Ucrania, Orbán grabó un vídeo en la delegación húngara.
De Croo reprocha a Orbán que critique la decisión sobre Kyiv después de no frenarla: “Debería cerrar la boca”
“Es una mala decisión y Hungría no ha participado de ella. Es un completo sinsentido, irracional y erróneo”, remachó en su mensaje, distribuido de inmediato en las redes sociales. El primer ministro belga, Alexander De Croo, no se pudo contener cuando supo de los comentarios de su homólogo húngaro: “La decisión sobre Ucrania vincula a los Veintisiete. Son las reglas del juego. Si eres parte de la decisión y estás de acuerdo con ella, después deberías mantener la boca cerrada”.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, prevé convocar una cumbre extraordinaria a finales de enero o primeros de febrero para zanjar la negociación presupuestaria y se declara “extremadamente optimista” sobre las posibilidades de llegar a un acuerdo sobre el presupuesto y, también, para que Budapest no frene las futuras decisiones que se deberá tomar sobre Ucrania, como la aprobación del mandato negociador, que Orbán también podría amagar con vetar. “Quedan semanas y meses para prepararnos y armarnos de objetivos y argumentos potentes para tomar esas decisiones tan importantes de forma unida”, dijo Michel. Von der Leyen, en cambio, aconsejó ir preparando “alternativas” para tener “una solución operacional si no se da la unanimidad”.