La muerte de otro activista sij en Reino Unido levanta sospechas sobre la implicación india
Acusaciones en Canadá y EE.UU.
Avtar Singh Khanda, de 35 años, murió de leucemia cuatro días después de ser diagnosticado y sus familiares creen que estaría relacionado con el asesinato de otro activista en Canadá y el complot desarticulado en los EE.UU.
La repentina muerte en el Reino Unido del activista sikh Avtar Singh Khanda el pasado mes de junio podría estar relacionada con el asesinato, tres días más tarde, de otro activista sij en Canadá y del intento de asesinato de un líder separatista denunciado recientemente por el gobierno estadounidense. Según familiares y amigos, Khanda, que murió en un hospital de Birmingham tras haberle diagnosticado cuatro días antes una leucemia, había denunciado amenazas por parte de la policía india a él y a su familia, según ha sabido el diario The Guardian.
Las autoridades británicas han dicho que la muerte de Khanda, cuatro días después de ingresar en el hospital Sandwell de Birmingham sintiéndose mal y con dolor, fue objeto de una “revisión exhaustiva” por parte de la policía y que no había motivos para sospechar de un crimen.
Khanda había denunciado amenazas por parte de la policía india a él y a su familia
Oficialmente, se dice que Khanda, de 35 años, murió de leucemia mieloide aguda, cuyo tratamiento se complicó con coágulos de sangre, dos días después de que le diagnosticaran el agresivo cáncer de sangre.
Pero una investigación de The Guardian contradice las declaraciones oficiales de que la muerte fue investigada por la policía de West Midlands. También han revelado que Khanda era considerado por el gobierno indio como un estrecho colaborador de Amritpal Singh, un antiguo separatista sij fugitivo que es considerado un terrorista por las autoridades indias.
Familiares y amigos de Khanda afirman que la policía britñanuca no tomó declaración a amigos y familiares después de su muerte, no habló con sus empleadores ni con sus compañeros de trabajo, no investigó lo ocurrido los días previos a su repentina enfermedad ni las amenazas recibidas.
El propio Khanda había denunciado que recibía constantes llamadas por parte de policías desde la India en las que se le amenazaba de muerte y de que su propia familia en la provincia india de Punjab estaba siendo hostigada. Su madre y su hermana fueron detenidas durante días para presionar a Khanda para que revelara el paradero de Singh, algo que él siempre dijo desconocer. Estas amenazas junto a las recientes noticias de que funcionarios indios han estado implicados en la organización de asesinatos de activistas sij tanto en Canadá como en Estados Unidos han redoblado las sospechas de sus familiares, que exigen al Reino Unido que revise el caso.
Respecto a los otros dos casos, India se ha comprometido a cooperar con Estados Unidos, que ha detenido a un ciudadano indio sospechoso de haber patrocinado el complot para asesinar a un líder separatista sij en Nueva York, mientras que siguen las tensiones diplomáticas Canadá.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció esta semana que estaba procesando a un ciudadano indio, Nikhil Gupta, por planear asesinar a un líder separatista sij en Nueva York instigado un agente de Nueva Delhi.
En respuesta a estas declaraciones, el Ministerio indio de Exteriores anunció que Nueva Delhi había "creado una comisión de investigación de alto nivel el 18 de noviembre" después de haber sido informada por Washington de "conexiones entre organizaciones criminales, traficantes de armas, terroristas y otros". "El gobierno indio tomará las medidas necesarias basándose en las conclusiones de la comisión de investigación", aseguró el portavoz del ministerio, Arindam Bagchi.
Esta reacción contrasta marcadamente con la furiosa reacción de la India en septiembre, cuando Canadá incriminó a sus servicios de inteligencia en el asesinato en su suelo, el 18 de junio, del líder sij, canadiense de origen indio, Hardeep Singh Nijjar.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, sugirió la implicación de las autoridades indias en este asesinato y pidió "al gobierno indio que colabore" para "arrojar luz" sobre el asunto. India denunció entonces acusaciones “absurdas” y se produjo una crisis diplomática entre los dos países.
El secretario de Estado, Antony Blinken, advirtió en septiembre, después de que Canadá incriminara a la India, que Estados Unidos estaría "extremadamente atento cada vez que haya acusaciones de represión transnacional".
Estos acontecimientos socavan los esfuerzos del primer ministro Narendra Modi, reciente anfitrión del G20, por restaurar su imagen en la escena internacional.
Según la acusación hecha pública por el Departamento de Justicia estadounidense, un agente del gobierno indio reclutó supuestamente a Nikhil Gupta, involucrado en tráfico de drogas y armas, para asesinar "a la víctima", a cambio de que se abandonara el proceso penal contra él.
Gupta, detenido el 30 de junio en la República Checa, fue acusado de ordenar un asesinato, “en relación con su participación en un complot frustrado destinado a asesinar a un ciudadano estadounidense” de origen indio en Nueva York.
Aunque el ministerio no ha identificado al presunto objetivo, el Financial Times lo identificó como Gurpatwant Singh Pannun, abogado fundador de la organización estadounidense Sikhs for Justice (SFJ), que exige un estado sij independiente en el norte de la India. Designado “terrorista” por Nueva Delhi en 2020, es buscado por “terrorismo y sedición”.
La situación, potencialmente perjudicial para Narendra Modi en la escena internacional, es muy diferente en la India, donde el movimiento independentista sij está acusado del asesinato de la primera ministra Indira Gandhi en 1984 y del atentado contra un avión de pasajeros.
Estos acontecimientos podrían, por el contrario, galvanizar a los partidarios del Primer Ministro nacionalista hindú, que buscará un nuevo mandato el próximo año.