El Sínodo pospone el debate sobre las diaconisas y las bendiciones gays

Vaticano

Las mujeres y los laicos votaron por primera vez en la asamblea de obispos

Participants of the Synod of Bishops' 16th General Assembly gather in the Paul VI hall at the Vatican, Thursday, Oct. 26, 2023. Pope Francis is convening a global gathering of bishops and laypeople to discuss the future of the Catholic Church. (AP Photo/Gregorio Borgia)

Los participantes han debatido estas últimas semanas en mesas redondas en el Aula Pablo VI del Vaticano

Gregorio Borgia / LaPresse

Una pequeña revolución ocurrió anoche en el Vaticano. Por primera vez, las mujeres y los laicos votaron un documento de síntesis en un Sínodo de los Obispos que ya es histórico. Las imágenes que deja una asamblea con monjas y mujeres laicas sentadas y expresando sus opiniones al mismo nivel que los obispos son ya un gran avance para la Iglesia, en una representación de la voluntad del papa Francisco de convertir la institución en un lugar más acogedor para que todos los fieles puedan ser escuchados por la jerarquía eclesiástica. El área más conservadora de la Curia, la minoría que se opone al papa Francisco, ha denunciado repetidamente esta asamblea como un peligro que podría abrir una caja de Pandora que cuestione algunos pilares morales de la institución.

Sin embargo, y como era de esperar, el documento de síntesis de esta primera parte del Sínodo –que retomará los trabajos en una segunda sesión en octubre del 2024– ha pospuesto las decisiones sobre algunos de los temas más sensibles que se han abordado, como las bendiciones a las parejas gays o el papel de las mujeres en la Iglesia.

El debate se retomará en la sesión del año que viene, tras la cual el Papa tendrála última palabra

Es un texto menos ambicioso –y más de consenso– que lo que algunos sectores progresistas de la Iglesia deseaban. La mayoría de las propuestas son generales, y el informe pasó por encima de una de las cuestiones que levantaba más ampollas, la inclusión de la comunidad LGBTI. Por ejemplo, según se puede leer, están de acuerdo en que se debe escuchar y defender la dignidad de a las personas que se sienten “marginadas” por su situación matrimonial, su identidad y su sexualidad, pero no planteaban nuevas aperturas y solamente se reclamaba que se dedique “el tiempo necesario” para reflexionar sobre ello.

La inclusión de la mujer ha sido uno de los temas más importantes en las mesas redondas colocadas durante estas semanas de octubre en el Aula Pablo VI del Vaticano. Ha traspasado poco de unos debates que se han mantenido a puerta cerrada –el Papa pidió confidencialidad para favorecer el diálogo–, pero hay consenso en que la mujer necesita tener más representación en la Iglesia. El documento final constata que durante las sesiones las participantes denunciaron que “el clericalismo, el machismo y el uso inadecuado de la autoridad siguen marcando el rostro de la Iglesia”, por lo que reclaman “una profunda conversión espiritual como base de cualquier cambio estructural”.

Aun así, no hay nuevas respuestas sobre cómo incluir a la mujer en los espacios reservados a los hombres. La cuestión del sacerdocio femenino está completamente fuera de la mesa, y, pese a que en las discusiones se ha abordado la posibilidad de que las mujeres puedan convertirse en diaconisas, en el recuento de los votos finales fue este tema el que generó más votos contrarios (más de sesenta), por lo que es evidente que todavía levanta muchas asperezas. Al final, se estableció que se debe continuar la investigación teológica y pastoral sobre el acceso de las mujeres al diaconado, para que se intenten presentar estos resultados en la próxima sesión de la asamblea del año que viene. Otro de los temas acogidos con menos entusiasmo fue la petición de animar a las conferencias episcopales africanas a promover un discernimiento teológico y pastoral sobre el acompañamiento de las personas en uniones polígamas que se aproximan a la fe.

“Un obispo me dijo que había visto cómo el hielo se deshacía. Esta es una experiencia que no termina hoy, sino que continuará”, defendió el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, en una rueda de prensa. En definitiva, abiertas las discusiones, todo queda pendiente para que se profundice y se decida en la próxima asamblea del año que viene, tras la cual solo el Papa tendrá la última palabra.

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