Los partidos de la izquierda francesa, que lograron el año pasado concurrir juntos a las elecciones parlamentarias, están al borde de la ruptura por sus profundas disensiones políticas y morales en el análisis de la nueva guerra de Gaza. La equidistancia y la ambigüedad de La Francia Insumisa (LFI), dirigida por Jean-Luc Mélenchon, y su insistente negativa a calificar de terrorismo el masivo ataque contra civiles israelíes lanzado por Hamas el sábado pasado, han indignado a muchos socialistas, ecologistas y hasta a algunos miembros moderados de LFI.
La Nueva Unión Popular Ecologista y Social (Nupes) siempre fue un artefacto político variopinto y difícil de gestionar. Su cohesión y continuidad estaban ya en duda antes de la nueva erupción del volcán israelo-palestino. Pero un comunicado de LFI fue la gota que colmó el vaso. “La ofensiva armada de las fuerzas palestinas llevada por Hamas interviene en un contexto de intensificación de la política de ocupación palestina”, decía la nota. LFI evitó la palabra terrorismo e instó a los dos bandos a la negociación para una paz que “debe comenzar por el fin de la colonización”.
Una de las figuras más críticas: la alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo
La diputada Danièle Obono echó más leña al fuego y evocó el derecho de los palestinos “a batirse por su libertad”. El propio Mélenchon arremetió contra el Consejo Representativo de las Instituciones Judías en Francia (Crif), acusándolo de “obligar a todo el mundo a alinearse con la posición del Gobierno de extrema derecha israelí”.
Consciente del gran malestar de sus socios de izquierda, el diputado de LFI François Ruffin, que defiende posiciones menos radicales y a quien se atribuyen posibilidades de sustituir a Mélenchon cuando se retire– concedió una entrevista a Le Monde para corregir el tiro. Ruffin calificó a Hamas de “organización fanática, terrorista”, e hizo un llamamiento a sus correligionarios “a usar palabras fuertes para actos horribles, de lo contrario nuestra palabra se desacredita” y “no está a la altura de la gravedad de los acontecimientos”.
Una de las figuras más críticas con Mélenchon fue la alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, quien no se mostró sorprendida por la última reacción del líder de LFI y recordó sus declaraciones inaceptables en el pasado sobre la guerra de Ucrania o sobre la represión de los uigures en China. Según Hidalgo, el futuro de una izquierda unida está hipotecado por “esta figura patriarcal insoportable de Jean-Luc Mélenchon”.
Hace ya años que Mélenchon es etiquetado por sus críticos, sobre todo de derechas, de alentar el “islamo-izquierdismo” con el fin de ganar votos entre los franceses de credo musulmán y origen inmigrante. El filósofo y académico Alain Finkielkraut afirmó en Le Figaro que “LFI no es otra cosa que la Francia sometida al islam radical”.