Los amantes de Mamma Mia! , la exitosa película protagonizada por Meryl Streep y Pierce Brosnan, tienen grabado en la memoria el apoteósico final de la primera parte, cuando en plena celebración de la boda de Sophie y Sky aflora con fuerza desde el suelo una fuente de agua que deja a todos empapados, lo que se convierte en un nuevo motivo de gozo al ritmo de la legendaria canción de Abba que da nombre al filme.
Quince años después de su estreno, Mamma Mia! se ha convertido en uno de los grandes atractivos de las dos islas griegas donde se rodó esa primera parte: Skiathos y Skópelos, las dos Espóradas más afectadas estos días por el azote de la tormenta Daniel, que ha convertido la búsqueda de las emblemáticas localizaciones en una aventura también de película. Y también pasada por agua.
Las alarmas en los móviles se fueron repitiendo día y noche advirtiendo de la gravedad de la situación
Para los turistas que viajaron a Skiathos el lunes noche vía Atenas –entre los que se encuentra el que escribe con sus dos hijas– la cosa ya empezó mal. Aunque las previsiones sólo apuntaban lluvias para el día siguiente, el temporal ya arreciaba cuando el pequeño avión que cubría el vuelo regional se vio obligado a realizar un go around en el primer intento de aterrizaje, una maniobra de escape que apenas se produce en uno de cada mil vuelos comerciales. A partir de ahí, la vivencia más inesperada y menos reconfortante.
La incesante lluvia no consiguió detener el martes, el día en que la Dana afectó con más fuerza la región, al grueso de los turistas, en su mayoría británicos e italianos. Hasta que el agua que bajó de las escarpadas laderas de la isla, afortunadamente no arrasadas por las llamas, inundó completamente el centro de la principal ciudad, llamada también Skiathos.
La calle principal, Aléxandros Papadiamantis –en honor al escritor natural de la isla–, se convirtió en una gran avenida de agua que arrastraba el mobiliario de las terrazas, contenedores y hasta los congeladores de helados que encontraba a su paso. Tanto allí como en las calles adyacentes, el nivel del agua llegó a subir más de un metro. Conseguir salir de restaurantes y tiendas cuanto el agua aún llegaba por las rodillas antes de que el agua entrase en los locales pasó de ser una imprudencia a una buena decisión.
Pese a las circunstancias, esa mañana todavía partió un ferry para Skópelos, aunque quienes lo tomaron se vieron obligados a enfundarse los chalecos salvavidas y realizar un desembarco de emergencia de nuevo en Skiathos, cuando el Gobierno griego prohibió todo tipo de movimientos en la prefectura de Magnesia.
En todos los teléfonos móviles empezaron a sonar las alarmas con las instrucciones de permanecer en un lugar seguro y no moverse de allí hasta nueva orden. Una alarmas que se fueron repitiendo día y noche recordando la gravedad de la situación. Los escarpines para caminar sin peligro por las idílicas playas de roca y los pareos para tomar el sol se convirtieron en el mejor atuendo para huir de las riadas y combatir el frío que pronto acompañó el temporal.
Los testimonios que llegaban de Skópelos no eran más alentadores: la isla, a la que sólo se puede llegar en barco, estuvo totalmente aislada el martes y el miércoles. La tormenta asoló sus paradisíacas playas, uno de sus principales atractivos y donde se rodaron varias escenas de la película.
Tampoco se libró de las inclemencias del clima la iglesia de Agios Ioannis, ya conocida como Mamma Mia Church , ya que los desprendimientos de rocas en el pequeño promontorio donde se alza imposibilitaban en acceso cuando el temporal fue yendo a menos.
En Skiathos, el panorama en las treguas que concedía la Dana también era desolador: calles embarradas con buena parte de los adoquines levantados y comercios y restaurantes arrasados por el agua y el barro. Como el céntrico cine de verano donde cada día se proyecta Mamma Mia! , convertido en un barrizal.
Aunque la principal preocupación tanto de locales como de visitantes pronto se convirtió en conseguir agua embotellada tras el corte generalizado del agua corriente e informarse de la situación más allá de las alertas al móvil, ya que el acceso a Internet e incluso la señal de televisión también se vieron afectados.
De seguir los pasos a Meryl Streep, Pierce Brosnan, Colin Firth o Amanda Seyfried, numerosos turistas atrapados en la isla se vieron obligados a deambular en busca de alojamiento en plena catástrofe. Y con un alto nivel de ocupación y muchos establecimientos afectados por el temporal no era fácil. La imagen de parejas de turistas en chanclas y maletas sobre la cabeza bajo la lluvia fue la estampa que dejó lo que debía ser un viaje idílico. Empapados y, a diferencia de los protagonistas de la película, sin nada que celebrar.
La cara amable de la desgracia, pese a no ser comparable la de los visitantes sin sus vacaciones soñadas con las de quienes vieron afectados sus propiedades y negocios, fue la proverbial solidaridad y hospitalidad de los locales. Tan amables y serviciales como los que ayudan a los protagonistas de Mamma Mia! a vivir su aventura griega.