Hace más de diez años Anu Bradford acuñó el término efecto Bruselas para demostrar la gran capacidad de influencia que la Unión Europea tiene en el mundo. Ahora, en su próximo libro, Digital Empires (Oxford University Press), esta investigadora de la Universidad de Columbia en Nueva York aborda la pugna entre China, Estados Unidos y China para controlar la inteligencia artificial. Quien lo consiga tendrá el siglo XXI a sus pies.
¿La inteligencia artificial (IA) se puede regular?
Es una buena pregunta. Muy importante. Los europeos entienden que no es fácil. Esta es una tecnología que evoluciona muy rápido. Pero que no sea fácil no quiere decir que no debamos intentarlo. Hasta ahora hemos regulado cosas que parecían muy difíciles como la seguridad aérea, las farmacéuticas y las vacunas.
La IA parece incluso más difícil.
Sí, pero el legislador no ha de ser un experto para poder regularla. Lo que necesita es mucha atención.
¿Cree usted que las compañías tecnológicas cooperarán con el legislador o mantendrán la filosofía del máximo beneficio y la mínima ingerencia pública?
No tengo mucha confianza en las tecnológicas. No han demostrado que les preocupe la privacidad de los usuarios, o que gestionen el contenido para evitar la desinformación o los discursos de odio. La IA abre una gran oportunidad de negocio para ellas. Es natural. Son empresas. Al mismo tiempo, sin embargo, no creo que a estas compañías les interese que la IA se convierta en un arma para la discriminación, el fraude u otras actividades criminales.
Los usuarios pierden confianza en ellas.
Es evidente, y por eso ahora escuchamos voces dentro de la propia industria a favor de la regulación. Está por ver, sin embargo, si dejarán de lado su apetito por los beneficios y aceptarán operar de acuerdo con una regulación pensada para anteponer el interés público.
De momento invierten mucho en los grupos de presión que hay Washington y parece que están teniendo éxito.
Me parece que sí. Quieren seguir autorregulándose, como han hecho hasta ahora. El Congreso parece incapaz de legislar sobre la IA, el contenido y la privacidad. La gente, al perder la confianza en las tecnológicas, pide regulación, pero la polarización política impide alcanzar un acuerdo. Y los lobbies son muy persistentes.
En Bruselas también hay muchos grupos de presión.
Sí, pero un político europeo necesita mucho menos dinero que uno estadounidense para salir elegido. Los políticos americanos, en este sentido, son más vulnerables a los lobbies.
¿El pulso geoestratégico con China influye en esta falta de regulación en EE.UU.?
Sin duda. Estados Unidos no quiere que la regulación frene la innovación y, en consecuencia, le haga perder la primacía en la IA generativa, es decir la que puede crear una gran variedad de datos, como imágines, videos, audios, textos y modelos 3D. ChatGPT es un ejemplo.
Es la IA que cambia los modelos de producción.
Y la que decidirá, en gran parte, la hegemonía estratégica de quien logre dominarla mejor.
Estados Unidos va en cabeza.
Sí. La falta de regulación ha impulsado la innovación. Los norteamericanos suelen ver la tecnología con mucho optimismo. Pero ahora, con la IA, es diferente. Los expertos advierten de los riesgos enormes a los que nos enfrentaremos si no hay regulación.
La UE lidera la regulación. A final de año puede aprobar la primera legislación sobre IA.
Estados Unidos mira sigue este proceso con suma atención. Hay un interés en Washington y Bruselas por alinear posturas porque les preocupa China. Temen que exporte la tecnología de la vigilancia basada en la IA, sobre todo al sur global.
China impone una regulación desde arriba, desde el estado, un modelo muy popular, no solo en las autocracias, sino también en los países del Sur.
Estos países necesitan una vía hacia el desarrollo tecnológico y China se la facilita. Su tecnología es bastante buena y, además, barata. Estados Unidos y la Unión Europea no tienen ninguna base para pedir a estos países que renuncien a la tecnología china. No les ofrecen nada a cambio. Y China ya ha construido una ruta de la seda digital. Su diplomacia económica es mucho mejor que la europea y norteamericana.
Europa, además, condiciona la relación comercial al respeto a ciertos valores.
Estos países no se pueden permitir afrontar temas como la privacidad del usuario. Protegerla exige una inversión que no es prioritaria para ellos. Lo prioritario es la seguridad y mucha gente en estos países está dispuesta a sacrificar la privacidad por la seguridad. La tecnología de la vigilancia reduce la criminalidad.
El mundo se vuelve más autoritario. China puede ganar la batalla en el sur global.
Estos países piensan que pueden tener lo mejor de dos mundos: control y crecimiento. China ha demostrado que se puede innovar sin libertad. Es duro para nosotros reconocerlo, pero es cierto. El sur global, además, es muy pragmático. La tecnología china es barata y ayuda resolver problemas como el de la seguridad.
¿Asistimos a una confrontación ideológica entre las tecnodemocracias y las tecnodictaduras?
Sin duda. China y EE.UU. compiten por la supremacía tecnológica. La IA china es muy buena para la vigilancia, mientras el punto fuerte de la estadounidense es la IA generativa. China no puede competir en este terreno por la censura. Si limitas el acceso al contenido, limitas los datos que la IA necesita para aprender por sí misma.
La falta de liberad tiene un coste. ¿Cree usted, entonces, que la IA generativa china nunca será superior a la norteamericana?
Yo no diría nunca, pero está claro que va por detrás. China, sin embargo, es muy pragmática. Es consciente de que debe encontrar el modo de equilibrar la censura con la innovación, es decir, de mantener el control y, al mismo tiempo, impulsar el progreso tecnológico. Será interesante ver si lo consigue. De ello depende, en gran medida, que no pierda el pulso con EE.UU.
El gobierno de Xi es muy autoritario.
Y es muy terco. No va a cambiar de posición y abrir el país porque no quiere arriesgarse a perder el control, es decir, la supremacía absoluta del Partido Comunista. Su prioridad no es solo el crecimiento económico sino la estabilidad social.
Puede ser una oportunidad para Europa y Estados Unidos.
Deberían formar una alianza en IA frente a China. No es sostenible que, mientras Europa regulariza, Estados Unidos no lo hace. La administración Biden quiere regular de acuerdo con los europeos porque es lo que los estadounidenses quieren y, también, porque es necesario para ofrecer al mundo una alternativa al modelo chino.
El Congreso, dominado por los republicanos, no lo ve igual.
Y es un problema.
¿Por qué el modelo europeo es tan bueno?
Porque la democracia no prospera en una sociedad digital sin normas. Las campañas de desinformación son capaces de llevar la democracia al borde del abismo. El modelo americano se basa en que el pensamiento libre, la creatividad sin corsés, maximiza la democracia. Pero no funciona con la IA. El modelo europeo se centra en preservar los derechos de las personas frente a la vigilancia y la ingerencia de las empresas y los gobiernos. Es mejor para preservar las estructuras democráticas porque protege la autonomía de los ciudadanos, su capacidad de tomar las mejores decisiones sobre su vida.
La desigualdad contribuye al declive de las democracias. Las empresas tecnológicas no corrigen este defecto.
Al contrario. Las tecnológicas acentúan las desigualdades. Crean fortunas y grandes diferencias entre los ganadores y los perdedores de la transformación digital. Creo que la mayoría de las personas que viven en una democracia liberal ven con recelo el modelo empresarial que maximiza los beneficios económicos y abogan por un reparto más equitativo de la riqueza. El modelo europeo es el más adecuado para conseguirlo.
¿Cree usted que la regulación que el Parlamento Europeo aprobará sobre la IA se expandirá por el mundo confirmando la teoría del efecto Bruselas?
No por todas partes, pero la influencia de la UE será innegable.
¿Por qué?
Por que cuantos más datos tienes mejor puedes preparar tus modelos. Si quieres utilizar datos europeos para entrenar tus sistemas de IA deberás cumplir con los requisitos de la UE. Si luego quieres vender estos sistemas también deberás cumplir con las normas europeas. La única manera de escapar a estas obligaciones sería renunciando a los datos europeos, pero entonces el rendimiento de tus modelos será inferior. Los programadores de IA necesitan datos de gran calidad, como los europeos.
Pero también hay muchos datos en Estados Unidos y China que son accesibles sin los requisitos que exigen los europeos.
De acuerdo, pero somos 400 millones de europeos, tenemos muchos datos sobre el sector público y el sector industrial, datos de mucha calidad que se necesitan para tener los mejores modelos de IA. Cuando, además, la UE, por ejemplo, castiga a Instagram por una publicidad dirigida a los adolescentes, los estadounidenses quieren lo mismo. No quieren que Instagram explote a sus jóvenes. Quieren las mismas protecciones que los europeos. Los datos europeos pueden crear modelos que sean más robustos y menos discriminatorios.
Europa tiene, entonces, una gran ventaja.
Europa puede marcar el rumbo de la IA. Es verdad que libra un duro pulso con Google y Meta, pero, al mismo tiempo, es difícil para estas compañías sustituir los datos europeos por otros de India, China o Brasil. Además, el europeo es un usuario más lucrativo. Los anunciantes pagan más por anunciarse en Europa que en India.
Europa lidera la regulación, pero no la innovación.
Jugar a ser el árbitro puede ser divertido, pero no tanto como jugar el partido. Y para jugar necesitas empresas que desarrollen la tecnología. Europa debe ser un centro de producción no solo el Silicon Valley de la regulación, como alguien ha dicho.
¿Qué debe hacer para conseguirlo?
Primero, completar el mercado digital único. A una pequeña start-up europea le cuesta crecer porque tienen marcos regulatorios diferentes en cada país. También se ha de completar la unión del mercado de capitales. Las empresas necesitan financiación y ahora es mucho más fácil conseguirla en Estados Unidos. Europa, además, tiene leyes que penalizan la quiebra de una compañía, es decir, que impiden que se arriesgue. Si trabajas con nuevas tecnologías, seguro que algún día vas a fallar. En Europa es imposible levantar financiación cuando has fracasado una vez. En Silicon Valley es al revés. Puedes recaudar mucho más dinero después de haber fracasado. Los americanos, por último, son mucho mejores que los europeos atrayendo el talento global. Europa debe tener una estrategia migratoria mucho más proactiva para intentar lo mismo.