San Francisco no tuvo la culpa
Historias del mundo
A Bob Lee, innovador tecnológico, le mató un amigo en una discusión
Bob Lee, emprendedor tecnológico de 43 años, quedó tendido en una acera de San Francisco. Murió a consecuencia de un doble ataque en el pecho propinado con un arma blanca. Ocurrió la madrugada del 4 de abril.
Una vez que se difundió la noticia, hubo tantos elogios para el difunto, admirado por si mismo y como fundador de la popular aplicación de pagos Cash App, como desprecio hacia la ciudad de la bahía californiana.
El caso encajaba a la perfección con la narrativa de la extrema derecha impulsada por Donald Trump y admiradores como Elon Musk contra las ciudades liberales, las que apuestan más por iniciativas de izquierda y menos por impulsos de palo y tentetieso mientras se recortan los impuestos a las corporaciones a cambio de quitar los servicios de cuidado a los pobres, sin atención médica ni vivienda.
Cuando se supo dela muerte a puñaladas, de inmediato acusaron a la ciudad de ser un refugio criminal
Jake Shields, famoso luchador de la UFC (la mayor empresa de artes marciales del mundo) corrió a tuitear que la ciudad era culpable de “un ataque al azar para cometer un atraco”. Y añadió en su comentario: “A la mierda San Francisco”.
Luego, en unas declaraciones, Shields reforzó la idea de que solo podía ser un crimen al azar, que es lo que más se teme en urbes supuestamente descarriadas, porque “nadie podía tener nada malo con Bob”, al que calificó de buen amigo.
Esto propició la irrupción de Musk, siempre dispuesto a hacer de justiciero mayor. “Conozco a muchos que han sido asaltados. El crimen en San Francisco es horrible, detienen a muchos delincuentes y les dejan de inmediato en libertad. ¿Adoptará la ciudad acciones más fuertes para encarcelar a los delincuentes violentos habituales?”, cuestionó.
Otro como Davis Shack, conocido por su podcast All In , llegó a predecir que el autor podía ser psicótico sinhogar.
Solo son tres voces de otras muchas. Daban por hecho, sin fundamento alguno, que esto no se esclarecería.
Todo este relato se ha desvanecido nueve días después y la inmensa mayoría de los promotores del miedo y del odio guardaban silencio este viernes. Esperaban hallar la réplica adecuada al estilo del que más da lo que digan.
Porque la policía anunció el jueves la detención de otro emprendedor tecnológico, Nima Momeni, como presunto autor de los navajazos mortales.
Dueño de un negocio en Emeryville, ciudad al este de la bahía, Momeni resultó ser un amigo de Lee. Aquella noche se les vio circulado en el mismo coche, cuando se produjo una discusión, según el medio Mission Local , que citó fuentes policiales. Las autoridades no ofrecieron explicación al asunto.
“Esto no tiene nada que ver con San Francisco, esto tiene que ver con la naturaleza humana”, afirmó Bill Scott, jefe de los uniformados. “Este es el peligro que tiene hacer del crimen un símbolo”, terció el senador estatal Scott Wiener. Insistió que los juicios precipitados de algunas “luminarias” son equivocados y “causan daño” a la ciudad.
Brooke Jenkins, la fiscal de San Francisco, lamentó la pérdida de un innovador vibrante impactó en la ciudad y mucho más allá, pero matizó que ciertos pronunciamientos prematuros fueron “temerarios e irresponsables”.
A pesar de la imágenes de zombies a causa de las drogas y de los campamentos de los sintecho, los índices de delincuencia han caído o se mantienen estables en los últimos años. Su índice de homicidios es más bajo que el de otras ciudades estadounidenses. En el 2019 tuvo el nivel de muertes violentas menor en 60 años. El número creció en la época de la pandemia. En lo que va del 2023 se cuentan 13 homicidios, cifra similar a hace un año.
Jenkins aludió directamente a Musk por “difundir desinformación cuando la policía trataba de resolver el caso”. Y reclamó ser más cuidadosos en propagar teorías sin tener datos: “Las víctimas y los vecinos se lo merecen”.