El primer cara a cara como jefes de Estado entre el presidente chino, Xi Jinping, y el estadounidense, Joe Biden, no ofreció grandes resultados tangibles ni declaraciones conjuntas, y demostró que ambos siguen divididos en torno a cuestiones como Taiwán o los derechos humanos. Aún así, su encuentro sí que sirvió para que ambos expusieran sus líneas rojas en un intento por que la competición entre ambas no derive en conflicto y poder mantener las líneas de comunicación entre ambos abiertas.
La reunión entre los líderes de las dos principales potencias mundiales, cuyas relaciones bilaterales atraviesan su punto más bajo de las últimas décadas, tuvo lugar este lunes en un lujoso hotel de la localidad de Nusa Dua, en la paradisiaca isla indonesia de Bali. Aunque ya se habían visto cara a cara en ocasiones anteriores siendo vicepresidentes, este era el primer encuentro personal entre ambos desde que Joe Biden llegó a la Casa Blanca hace casi dos años.
Con las banderas nacionales de fondo, ambos se saludaron con un apretón de manos y una sonrisa antes de pasar al salón de reuniones, donde conversaron de forma “cándida y abierta” durante más de tres horas en compañía de sus respectivos equipos, según dijo después la Casa Blanca en un comunicado.
Los intentos por desactivar las tensiones y traer algo de calma a sus relaciones se dejaron ver desde el principio. “Compartimos la responsabilidad de demostrar que China y EE.UU. pueden gestionar sus diferencias, evitar que la competición se convierta en conflicto, y buscar maneras de trabajar juntos en cuestiones globales urgentes que requieren nuestra cooperación mutua”, dijo Biden frente a las cámaras presentes al inicio.
Una vez acabada la reunión, el comunicado oficial reiteró este punto. “(Nuestra) competencia no debe desviarse hacia el conflicto”, para lo que apostó por manejarse “de manera responsable y mantener abiertas las líneas de comunicación”.
“Como líderes de los dos principales países, debemos trazar el rumbo correcto para la relación entre EE.UU. y China"
Por su parte, el líder chino señaló que la situación actual de sus relaciones no corresponde con los intereses fundamentales de ambos países ni con las expectativas de la comunidad internacional. “Como líderes de los dos principales países, debemos trazar el rumbo correcto para las relaciones bilaterales y ponerlas en una trayectoria ascendente”, añadió.
Como era de esperar, uno de los principales temas abordados fue el contencioso en torno a Taiwán. En este sentido, Xi advirtió de que la suerte de la isla, cuya soberanía reclaman, es “la primera línea roja que no se debe cruzar”, y aseguró que espera que EE.UU. haga “honor a su promesa” de no apoyar una eventual declaración de independencia.
“Cualquiera que busque separar a Taiwán de China estará violando los intereses fundamentales de China y el pueblo chino jamás lo permitirá. Esperamos ver paz y estabilidad en el estrecho de Taiwán, pero la paz y la 'independencia' de Taiwán son irreconciliables”, apuntaron.
Taiwán se ha convertido en el principal punto de desencuentro entre ambos. Desde que asumió su mandato, Biden parece haberse alejado de la tradicional “ambigüedad estratégica” estadounidense al declarar en varias ocasiones que sus tropas podrían intervenir directamente en caso de conflicto, lo que ha provocado amargas quejas por parte de las autoridades chinas pese a las rectificaciones posteriores de la Casa Blanca. La visita a Taipéi en verano de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, elevó aún más la tensión y desencadenó las mayores maniobras militares chinas en la zona de la historia reciente.
Sobre este punto, el americano reafirmó el compromiso de su Gobierno con la política de ‘una sola China’, pero también advirtió que se oponen a un “cambio unilateral del statu quo” por cualquiera de las partes implicadas y criticó las “acciones coercitivas y cada vez más agresivas” de China hacia Taiwán, “que socavan la paz y la estabilidad” y “ponen en peligro la prosperidad mundial”.
EE.UU.-China
El encuentro duró más de tres horas a puerta cerrada
Aún así, en la rueda de prensa posterior al encuentro, el mandatario también dijo que no cree que haya ningún “intento inminente por parte de China de invadir Taiwán”. Sus declaraciones restan valor a los pronósticos de algunos militares y analistas que cada poco tiempo anuncian que estamos a las puertas de una agresión china de la isla.
Durante el encuentro, los mandatarios también abordaron la guerra en Ucrania, aunque los respectivos comunicados oficiales con respecto a este asunto difieren. Si el de la Casa Blanca aseguró que ambos líderes se oponían “a la amenaza del uso de armas nucleares en Ucrania” en referencia a los mensajes que llegan desde el Kremlin, el chino no contenía ni rastro de esa crítica. En su lugar, se limitaba a expresar su “gran preocupación” por la situación en la zona y animaba a que se retomen las negociaciones de paz entre los contendientes.
Como ya avanzó en días anteriores, Biden también sacó a colación el “comportamiento provocativo” de Corea del Norte, que ha incrementado sus pruebas de misiles y se cree que está planeando su séptimo ensayo nuclear. “Confiamos en que la parte china no busca una escalada” de la parte de su aliado norcoreano, expuso ante la prensa, donde reconoció que tampoco sabe hasta qué punto Pekín tiene capacidad para influenciar las decisiones de Pyongyang.
Además, el estadounidense expresó su preocupación por los derechos humanos en Xinjiang, Tíbet y Hong Kong y subrayó la necesidad de que ambos países trabajen juntos para abordar desafíos transnacionales como el cambio climático, la estabilidad económica mundial o la seguridad alimentaria. Para ello, acordaron que las conversaciones entre sus equipos sigan adelante, e incluso ya se avanzó una futura visita a China del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, aunque sin entrar en detalles.
Para muchos analistas, lo más destacado del encuentro es que, a pesar de sus grandes diferencias, los dos países parecen dispuestos a seguir dialogando y evitar así la confrontación. “Ambos líderes se mantuvieron firmes en temas clave sin ofrecer concesiones. Aún así, Biden y Xi marcaron de forma clara la pauta para que sus respectivos gobiernos manejen las tensiones y para que ninguna de las partes busque una confrontación desenfrenada con la otra”, explicó Ray Hass, de Brookings Institution.