Cuando, el pasado martes, el general Serguéi Surovikin, jefe de las fuerzas rusas en Ucrania, reconoció en televisión que la situación era “tensa” en la región de Jersón y avisó de que habría que tomar “decisiones difíciles”, casi de inmediato comenzó la evacuación de civiles (“deportación”, dice el Gobierno ucraniano) de la margen derecha del río Dniéper a la margen izquierda, unas 50.000-60.000 personas. Según observadores occidentales que citan a la inteligencia militar británica, a esta evacuación le sigue una retirada de tropas rusas en toda regla, dejando solo reservistas recién llegados para defender Jersón...
Admitir que la situación es comprometida para Rusia en un territorio que ocupa desde marzo marcó todo un giro en la política de comunicación del Kremlin sobre esta guerra. Más sorprendente aún, un corresponsal del diario Komsomólskaya Pravda dijo en el primer canal de la televisión rusa que las fuerzas ucranianas superan a las propias en Jersón por 4 a 1, y que se esperan pérdidas de territorio en los próximos dos meses, después de las cuales todo irá mucho mejor, etcétera, etcétera.
Si Nueva Kajovka es volada, el descenso del nivel del agua afectaría a Zaporiyia
Preguntado ayer Dimitri Peskov si el presidente Putin había dado la orden de retirada, el portavoz del Kremlin evitó responder. Pero esa retirada no sería a cambio de nada. Un medio ruso independiente especulaba con ella hace una semana, señalando que Putin propondría un alto el fuego. Su ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y el jefe del Pentágono, Lloyd Austin, hablaron ayer por teléfono. Lo hacían por primera vez desde el 13 de mayo.
Rusia justificó la evacuación de civiles por la posibilidad de que los ucranianos atacaran con armas no convencionales, o que destruyeran la presa de Kajovka, sobre el Dniéper, a unos 70 kilómetros de la ciudad de Jersón río arriba. El Gobierno de Kyiv respondió con la misma acusación, y ayer el presidente Zelenski afirmó que los rusos han minado la presa y que preparan una catástrofe, en una operación de falsa bandera para hacer creer a su público que han sido los ucranianos. Ninguna de las partes aportó pruebas, pero parece obvio que tal acción solo beneficiaria a una de ellas. Kyiv pidió ayer una misión internacional de observación.
Desde que los ucranianos bombardearon el puente Antonivskyi, la propia presa es el único paso –3,2 kilómetros– sobre el Dniéper aparte de las barcazas con que los rusos realizan la evacuación.
Al parecer, el frente se encuentra a 40 kilómetros de la ciudad de Jersón, en el sector que concierne a la capital regional. Una hipótesis sería que el general Surovikin ha decidido no defenderla a ultranza, con el río a la espalda, y ha optado por cruzar el Dniéper y fortificarse en la otra ribera. Volar la presa provocaría una avenida de agua que cubriría su retirada, inundando 80 localidades de la región, incluida su capital.
Otra cuestión es qué pasaría con el canal de Crimea del Norte
En 1985 los ingenieros soviéticos (la obra data de 1956) calcularon qué ocurriría: el nivel del agua subiría durante unas 14 horas hasta unos 5 metros, desplazándose a unos 25 kilómetros por hora, con lo que en un par de horas alcanzaría la ciudad de Jersón. La inundación duraría tres días.
Pero no se trataría de algo explosivo. La presa no es de hormigón sino de tierra, con lo que su desmoronamiento sería paulatino; tampoco es muy alta (30 metros) y el terreno es llano. El efecto más desastroso hay que buscarlo en otra parte, y tendría sentido dentro de la campaña rusa para dejar Ucrania a oscuras.
Nueva Kajovka es una presa y una central hidroeléctrica que provee el 10% del consumo eléctrico de Ucrania. En la cola de la presa y en medio del gran reservorio de Kajovka (240x23 kilómetros) generado por ella misma, se encuentra la central nuclear de Zaporiyia. El descenso del nivel del agua se notaría aquí en primer lugar y podría afectar a su refrigeración, señaló Zelenski. La cuestión es de qué otras captaciones de agua dispone la central.
Otra cuestión es qué pasaría con el canal de Crimea del Norte, situado poco antes de Nueva Kajovka. La escasez de agua es el gran problema de Crimea, y cuando Rusia se anexionó la península, los ucranianos cerraron el canal con otra presa, lo que redujo drásticamente los cultivos locales, según el Wilson Center, de Washington. Y lo primero que hicieron los rusos con la invasión del 24 de febrero fue volar esa presa para devolver el agua al canal. El gobernador prorruso de Jersón, Volodímir Saldo, dijo que el canal no corría peligro. Pero quién sabe...