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Tampoco se salva la vieja literatura popular de la cultura de la cancelación

Baúl de bulos

La problemática que rodea al escritor Karl May y sus historias del lejano Oeste no tiene nada que ver con él, sino que es cosa de nuestro tiempo

Tampoco se salva la vieja literatura popular de la cultura de la cancelación

Tampoco se salva la vieja literatura popular de la cultura de la cancelación

Martín Tognola

Resulta que las entrañables y en apariencia inocentes historietas de aventuras de indios y vaqueros que antes se vendían como rosquillas en los quioscos, pues que ni eran entonces ni son ahora más que una retahíla de clichés racistas. Tal cual. “¡A la hoguera con ellas!” parece ser el grito de guerra de los nuevos defensores de la pureza del pensamiento progresista, es decir, puritanos de tomo y lomo con vocación de inquisidor, o según se tercie, director de ceremonias de una checa, lo mismo da.

Un palmario caso reciente se ha producido en Alemania en contra del escritor Karl May (1842-1912) y sus historias del lejano Oeste que tanto éxito y fortuna proporcionaron al autor en vida, y que siguen fascinado a las nuevas generaciones, aunque sea en forma de películas o dibujos animados.

Los protagonistas de dichas aventuras, el jefe apache Winnetou y su hermano de sangre Old Shatterhand, un ingeniero alemán narrador de las mismas, son tan íntimos de los lectores germanohablantes de cualquier edad como lo son Don Quijote y Sancho Panza de los hispanohablantes.

Tal es la perenne popularidad de Karl May, que el museo que lleva su nombre en Radebul, Sajonia, recibe cada año a más de 250.000 curiosos. Ahora bien, se trata, obviamente, de un cuarto de millón de ignorantes a quienes les iría de perlas pasar un tiempo en un campo de reeducación. Por su propio bien, y el de la humanidad, claro. Aunque así ya fue el trato que recibieron sus libros en la RDA de la stasi, hasta la caída del muro, cuando recuperaron su perdida respetabilidad, a fin de que los nuevos lectores podían “aprender de la mano de Old Shatterhand a amar a sus hermanos pieles rojos”. Visto desde el torcido prisma actual, ¿se puede ser más iluso?

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Como la gran mayoría de autores europeos de aventuras ambientadas en el salvaje Oeste, Karl May nunca estuvo allí, aunque si visitó, ya mayor y por primera y única vez, la Costa Este de Estados Unidos. Esta circunstancia le arrea ahora la acusación añadida de apropiación cultural. ¿Cómo se atreve un alemán a escribir sobre los indios americanos?

Para mayor inri, a principios de abril, el mentado museo dedicado a Karl May se vio obligado a devolver a los indios chippewa un cuero cabelludo de un guerrero de esta tribu. Esto ha ocurrido unos años después de que su presencia en el museo fuera denunciada por un horrorizado turista estadounidense al verlo expuesto al público en una vitrina, aunque nada en absoluto tenía que ver con el legado de Karl May.

Ahora bien, resulta que en el museo de marras aún hay otros cuatro cueros cabelludos que supuestamente son tanto de indios como de blancos, pero de tan incierta procedencia como el que se ha devuelto a sus legítimos -o no- herederos o propietarios, según se mire. ¿Qué hacer con ellos? Por ahora, han sido retirados de las vitrinas “por motivos éticos”.

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Quizás sea apropiado recordar en este punto que Karl May no fue en vida ningún santo, por mucho que nunca pisara el legendario Oeste que con tanta destreza describía en sus libros. Era un embaucador reincidente que más de una vez acabó entre rejas. Pero lo mismo se puede decir de Cervantes, Quevedo o de tantos otros escritores.

En realidad, la problemática que rodea Karl May, su obra y su museo no tiene nada que ver con él, sino que es cosa de nuestro tiempo, que, embarcado como está en la cruzada de la cultura de la cancelación, le cuesta horrores distinguir entre ficción y no ficción, la historia y propaganda nacionalista, lo falso y la verdad. Mas en el caso de Karl May hay un detalle que no se debe pasar por alto: los héroes de sus novelas eran Winnetou y su tribu, siendo casi siempre los blancos invasores los malos de la película.