Un abogado de Donald Trump comparó hace unos días los cientos de documentos secretos que el expresidente Trump se llevó a su residencia en Florida con "un libro de biblioteca con fecha vencida"; es decir, con un texto literario que alguien hubiera olvidado devolver en el plazo debido. Nada grave. Pelillos a la mar.
Ya desde que la Fiscalía publicó el 2 de septiembre el inventario del material que finalmente el FBI requisó al exlíder en el registro de su mansión el 8 de agosto, sabemos que la documentación por el "ocultada" incluía 18 documentos "top secret", 53 de carácter "secreto" y 31 confidenciales (102 papeles clasificados en total). Eso, además de 90 carpetas inquietantemente vacías: 48 con marcas de material "clasificado" y otras 42 con indicaciones de "Devolver al secretario del personal" o "al asistente militar" (42).
Sólo el presidente y contados altos cargos podrían conocer y revelar a otros altos funcionarios algunos papeles sobre defensa que Trump tenía en su muy visitada casa y club de Florida
Pues bien. Ahora, desde anoche, sabemos también que en uno de los dossiers que Trump retenía tras haber incumplido su obligación de dejárselos a la institución de Archivos Nacionales se describía el sistema de defensa de un gobierno extranjero, incluidas sus capacidades nucleares.
Así lo reveló The Washington Post a última hora de este martes (madrugada del miércoles en España), con cita de fuentes "familiarizadas con el asunto" que no concretaron de qué país se trataba.
Algunos de los documentos que el exmandatario escondía en dos estancias de su casa detallan "operaciones ultrasecretas de EE. UU. tan estrechamente protegidas que muchos altos funcionarios de seguridad nacional no saben nada de ellas", relataba el diario de la capital estadounidense. Sólo el presidente, contados miembros de su gabinete y algún alto cargo de la Seguridad Nacional podrían autorizar a otros funcionarios gubernamentales a conocer detalles de estos programas de acceso especial, indicó la publicación.
Se trata de papeles cuya clasificación supera el "alto secreto"; escritos y tal vez fotos que sólo puede ser conocidos por "un par de docenas de personas", y que se guardan bajo llave, dentro de una instalación para custodia segura de información ultrarreservada y con estricta vigilancia de un oficial de control asignado al efecto.
En conjunto, el FBI recuperó de la residencia de Mar-a-Lago más de 300 documentos clasificados: 184 en 15 cajas que el equipo de Trump entregó en enero a la entidad de Archivos Nacionales, otros 38 que un abogado del expresidente dio a un representante del Departamento de Justicia y tres agentes federales el 1 de junio, y esos 102 documentos con distintos niveles de secreto hallados en el registro del 8 de agosto.
Es en ese último lote de material reservado en el que se halló información sobre la preparación de la defensa nuclear de un gobierno extranjero.
La juez federal de Florida Aileen Cannon, nominada en el 2020 por Trump, accedió el lunes a la petición del líder republicano de que nombrara a un experto independiente que revise la documentación y excluya del material disponible para un proceso judicial aquellos papeles que pudieran estar protegidos por el privilegio abogado-cliente. Hasta que ese experto no complete esa revisión, la cual el Departamento de Justicia y Fiscalía General considera innecesario porque ya sus investigadores lo hicieron, la investigación oficial puede continuar pero sin utilizar tales documentos.
Por otro lado, la propia Fiscalía sopesa frenar toda acción pública dentro de la investigación -como lo sería una imputación de Trump por los delitos de obstrucción y contra la Ley de Espionaje que ya le ha atribuido- hasta después de las elecciones a medio mandato del 8 de noviembre. Así el Departamento eludiría un fuerte contraataque del expresidente y los suyos bajo acusación de estar abusando de su poder con fines electorales.
En este contexto, dada la gravedad de los hechos de que se trata y teniendo en cuenta asimismo la proximidad de las elecciones, no es de extrañar que miembros de la Administración de Joe Biden hayan decidido filtrar informaciones del caso a la prensa.
Hay que recordar que Mar-a-Lago no es sólo una casa sino un enorme club privado en el que Trump recibe a cientos o miles de personas al cabo del año. Y los papeles llevaban allí año y medio.
Está en juego la confianza en Estados Unidos. La del resto del mundo y la del país en sí mismo.