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De Bagdad al Tesoro británico

Reino Unido

Su candidatura al liderazgo ‘tory’ no ha despegado, pero Nadhim Zahawi lleva las riendas de la economía del Reino Unido en plena crisis del coste de la vida

Nadhim Zahawi, ministro británico de Economía, el pasado lunes en la Churchill War Room, donde los conservadores debatían su estrategia

DPA / EP

Nadhim Zahawi llevaba en los genes (si es que ello es posible) que algún día sería ministro de Economía de este país. Su abuelo había sido director del Banco Central y los billetes que emitía llevaban su firma. Aunque no eran libras esterlinas sino dinares, y no mostraran las caras de la reina Isabel II o Winston Churchill, sino de los dirigentes del imperio otomano y el protectorado británico.

Pero ese destino no se habría realizado si a finales de los años setenta alguien no hubiera dado a la familia el chivatazo de que el padre de Zahawi –un hombre de negocios kurdo– había caído en desgracia y estaba a punto de ser enviado a la mazmorra (o algo peor), y si no hubiera tenido el dinero y los contactos necesarios para conseguir billetes en el primer vuelo a Londres. O si los servicios de inteligencia y seguridad del régimen hubiesen reaccionado con más diligencia, o el dictador no hubiera hecho la vista gorda.

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“Tengo todavía pesadillas recordando como, con el avión ya en pista a punto de despegar, se pararon los motores, pusieron una escalerilla y subieron dos policías que fueron derechos hacia donde estaba sentado mi padre. Pero siguieron de largo y se llevaron en medio de gritos y protestas al hombre que estaba justo detrás”.

Lo cierto es que Nadhim Zahawi, que ahora tiene 55 años, se crió en la Inglaterra de Thatcher en vez de en el Irak de Sadam. Y en vez de haber sido reclutado años más tarde para luchar en la guerra contra Irán (una suerte que por edad difícilmente habría evitado, ni siendo nieto del director del Banco Central), fue al colegio en Sussex, inicialmente al público y, cuando las finanzas familiares lo permitieron, a uno privado. Lo cual explica su acento y sus maneras. Y eso que al llegar no hablaba ni una palabra de inglés.

Cuando estaba a punto de entrar en la universidad, la empresa de su padre quebró y los Zahawi se quedaron sin un duro. Lo único que consiguieron salvar de los acreedores fue un viejo coche Vauxhall de color marrón, al que el joven Nadhim quiso sacar rendimiento trabajando como taxista, para que por lo menos hubiera de comer. Su madre se negó en redondo, empeñó las joyas que se había traído de Irak (de considerable valor) y con ello no solo pagó los estudios de su hijo, sino que su marido pudo emprender otros negocios, que le fueron mejor.

Nadhim Zahawi después de una entrevista con los medios, el 28 de marzo de 2022

REUTERS

El actual ministro de Economía británico ya nunca volvería a ser pobre. Tras licenciarse en Química por la Universidad College de Londres, montó una empresa que vendía mercadería de los Teletubbies y consiguió que Jeffrey Archer (entonces político conservador y ahora novelista) invirtiera dinero en ella. De esa amistad nació su carrera política.

Ha estado en el ajo de la crisis de los tories

Zahawi fue elegido concejal por el suburbio londinense de Wandsworth (la circunscripción favorita de Margaret Thatcher), y cuando Archer se presentó a la alcaldía de Londres, incorporó a su equipo al brillante joven nacido en Bagdad. La campaña quedó truncada por un escándalo en el que se vio envuelto el político (y que con el tiempo le costó un par de años de prisión por perjurio), pero el actual canciller del Exchequer se recicló, fundó la firma de sondeos YouGov (que todavía existe), vendió sus acciones por un millón y medio de euros (es uno de los siete miembros del Parlamento con más dinero), fue jefe de estrategia de Gulf Petroleum (con un sueldo de medio millón de euros al año) y ganó el escaño por Strattford-Upon-Avon, la ciudad de William Shakespeare.

A pesar de su considerable fortuna, no pudo evitar la tentación de reclamar y cobrar al Parlamento como gastos los cinco mil euros que le costó poner electricidad en los establos de su finca (es aficionado a la equitación y tiene varios caballos). Sobrevivió al escándalo, y Theresa May lo nombró secretario de Estado en el Ministerio de Educación. Boris Johnson lo trasladó a la cartera de Negocios, y posteriormente a la de Sanidad para encargarse de la distribución de las vacunas, que fue todo un éxito. 

“Es un organizador nato –dice de él su mentor, lord Archer–. Le dices que necesitas seis taxis, tres aviones, dos helicópteros y un autobús, y te los consigue”. Zahawi ha estado en el ajo de la crisis de los tories. El martes de la semana pasada era ministro de Educación, el miércoles había sido nombrado ministro de Economía (tras la dimisión de Rishi Sunak), y el jueves le decía a Johnson que tenía que dimitir. Su candidatura a líder del partido no ha despegado, pero aquel chaval que nació en Bagdad y escapó de Sadam por los pelos no ha dicho aún su última palabra.