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La grieta húngara de Visegrado

Guerra en Europa

El vínculo ruso de Orbán le aleja de sus tres socios, que respaldan a Ucrania sin fisuras

Guerra Ucrania - Rusia | Última hora sobre la invasión y los ataques, en directo

Los primeros ministros de Visegrado en una cita en Polonia en 2021. Babis ya no gobierna en Chequia

Beata Zawrzel/NurPhoto via Getty Images

L a guerra de la Rusia de Vladímir Putin contra Ucrania ha abierto una grieta entre los países del Grupo de Visegrado o V4 (Eslovaquia, Hungría, Polonia y República Checa), y está dañando especialmente la férrea alianza de intereses entre los dos más grandes: Polonia y Hungría. La actitud prorrusa maquillada como apuesta por la paz y la neutralidad del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, triunfador en las elecciones del pasado 3 de abril, desagrada sobremanera al Gobierno polaco de Mateusz Morawiecki, convertida Polonia en un gran baluarte de la causa ucraniana, con casi 2,6 millones de refugiados en su territorio sobre el total de 4,5 millones de personas que han escapado hasta ahora al extranjero.

Orbán y Morawiecki son gobernantes ultraconservadores, y durante años han hecho causa común contra Bruselas, beneficiándose de las ayudas comunitarias pero fustigando a “los burócratas de la UE” por sus críticas y procedimientos contra Polonia y Hungría ante el cerco a la independencia de los jueces y de los medios de comunicación. Ahora que Varsovia se halla en primera línea de la respuesta europea y de la OTAN contra la guerra de Putin, y Budapest se resiste a abandonar el vínculo ruso aunque sin dar portazo definitivo a Occidente, crece la tensión entre los dos Gobiernos.

La pragmática alianza anti-Bruselas de Polonia y Hungría se resiente aunque podría sobrevivir a la crisis

El viernes, Jarosław Kaczyński, líder del partido gubernamental Ley y Justicia (PiS), cargó contra Orbán por su ambigüedad ante las matanzas de civiles en Bucha. “Mi evaluación es inequívocamente negativa –dijo Kaczyński a Radio Plus–. Cuando Orbán dice que no puede ver lo que pasó en Bucha, hay que aconsejarle que vaya al oftalmólogo”. En rueda de prensa la semana pasada, Orbán eludió condenar explícitamente a Rusia por los crímenes de Bucha, alegando que primero debe llevarse a cabo una investigación porque “vivimos en una época de manipulación masiva”. Kaczyński alertó de posibles consecuencias en la relación entre Polonia y Hungría si prosigue el lazo entre Orbán y Putin. “Si esto continúa, no podemos cooperar como hacíamos en el pasado”, advirtió.

Orbán lleva doce años en el poder, y su aplastante triunfo electoral le proporciona un cuarto mandato consecutivo. Los cuatro años al mando que tiene por delante podrían ser un elemento disuasorio para presiones por parte del V4. “La alianza entre Polonia y Hungría es una alianza pragmática; se protegen mutuamente porque tienen intereses comunes, básicamente contra los supuestos castigos de Bruselas, y cuatro años son muchos años”, sostiene el politólogo e historiador húngaro Ferenc Laczó, actualmente profesor en la Universidad de Maastricht.

Según Laczó, “que la política hacia Rusia de Orbán vaya a cambiar radicalmente esa relación bilateral no está tan claro; los polacos podrían decidir que no aceptan su actitud pro Putin, pero que cooperan con él en todo lo demás. Lo que sí está claro es que la política de Orbán le aliena de muchos otros actores internacionales, por lo que Hungría podría quedar rápidamente muy aislada”.

Polonia y Hungría crearon en 1991 junto a la entonces Checoslovaquia el Grupo de Visegrado –nombre tomado de la ciudad húngara en la que se firmó la alianza–, para preparar juntos el ingreso en la OTAN y en la UE. Convertido en plataforma de cuatro países (V4) tras la escisión checoslovaca de 1993, el grupo abundó en su cooperación, y en los últimos años ha mutado en una suerte de lobby intracomunitario, sobre todo en favor de una política restrictiva sobre migración y asilo, con frecuentes tensiones con instituciones de la Unión Europea.

Precisamente Hungría ostenta ahora la presidencia de turno del V4, pero la política prorrusa de Orbán –que con todo ha recibido a casi 420.000 mujeres y niños refugiados de Ucrania y envía ayuda humanitaria a ese país– está aislando a Hungría dentro del grupo.

En la semana electoral, una reunión de ministros de Defensa de Visegrado prevista en Budapest hubo de cancelarse porque los titulares checo, polaco y eslovaco dijeron que no acudirían. “Siempre he respaldado al V4 y lamento mucho que, para los políticos húngaros, el petróleo ruso barato sea más importante que la sangre ucraniana”, tuiteó la ministra de Defensa checa, Jana Černochová.

Mientras Orbán no suministra armas a Kyiv ni permite que las que envía la OTAN crucen hacia Ucrania por la frontera húngara (atención: sí deja que las armas transiten por Hungría hacia otros países para que de allí pasen a Ucrania), los otros miembros del V4 son muy activos. “El pueblo ucraniano defiende valientemente su soberanía, y nosotros también. Ayudar es nuestro deber, no quedarnos quietos ni ignorar la pérdida de vidas como resultado de la agresión de Rusia”, tuiteó el primer ministro eslovaco, Eduard Heger, al confirmar el envío al país invadido de un sistema de defensa antiaérea S-300. Polonia también envía armamento.

Gobernantes del V4 están en primera línea en política de gestos; sólo la ausencia de Orbán es evidente. A mediados de marzo, el polaco Morawiecki y el primer ministro checo, Petr Fiala, fueron junto a su homólogo esloveno, Janez Jansa, los primeros gobernantes del mundo en viajar a Kyiv a ver al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Y el pasado viernes, el eslovaco Heger acompañó en su visita a Kyiv a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y al jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell.

“Realmente Orbán está ahora en una trampa –arguye el politólogo Ferenc Laczó–. Por una parte, es fuertemente dependiente de los fondos comunitarios, y por otra también lo es de Putin por el gas. Orbán tiene que decidir y las dos opciones son para él muy costosas, si bien está claro que, pese a la propaganda, la mayoría de la población húngara es pro UE”.

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