Rusia constató en la gran casa de la diplomacia global quiénes avalan su agresión bélica a Ucrania. La lista solo incluye a Bielorrusia, Corea del Norte, Siria y Eritrea. Ni siquiera Cuba o Nicaragua –dos de los 35 países que se abstuvieron, como China, India, Sudáfrica o Irán– se alinearon con Moscú.
Una amplia mayoría de la Asamblea General de la ONU, convocada con carácter de emergencia por primera vez en 40 años, deploró “en los términos más enérgicos” la invasión de Ucrania, exigió a Rusia poner fin de inmediato al uso de la fuerza o cualquier otra amenaza y reclamó la retirada de todas las tropas desplegadas, “por completo y sin condiciones”.
Un total de 141 miembros, más de los dos tercios requeridos entre los 193 que forman esta organización, aprobaron la resolución, que no es vinculante pero que goza de una enorme carga simbólica.
Una docena miembros no participaron en la votación. Uno de los más relevantes fue Venezuela, que tiene suspendido su derecho de voto en la Asamblea General por el impago de sus contribuciones al presupuesto de Naciones Unidas.
El documento, más o menos similar al que vetó Rusia en el Consejo de Seguridad hace unos días y que sí tenía valor legal, incluye la reprobación al Kremlin por poner en estado de máxima alerta sus fuerzas nucleares. Critica, además, el papel de Bielorrusia en la guerra y reclama a Rusia que dé marcha atrás en su reconocimiento de la independencia de las autodeclaradas repúblicas separatistas ucranianas. El plenario insta a resolver el conflicto por la vía pacífica y pide tanto a Moscú como a Kíev que dialoguen.
La resolución carece de valor legal, pero tiene la carga simbólica de retratar el aislamiento ruso
La icónica sala de la sede neoyorquina de la ONU prorrumpió en una sonora y larga ovación con el embajador de Ucrania, Sergiy Kyslytsva, en el centro de las felicitaciones, y el ruso, Vassily Nebenzia, se hundía en el asiento, humillado.
En eso consistía el asunto, en dar una lección moral a Rusia, demostrar la soledad de este país, convertido en el verdadero paria mundial por una operación militar contra una nación soberana de una magnitud que la comunidad internacional no ha visto en Europa en décadas.
Linda Thomas-Greenfield, la jefa de la misión estadounidense, lo concretó al comparar la invasión rusa a la conquista nazi del Viejo Continente cuando solicitó el voto a favor. Hay personas mayores en Ucrania y Rusia que recordarán un momento así, cuando un país europeo agresivo invadió a otro sin provocación para reclamar el territorio de su vecino, un momento en que un dictador europeo declaró que devolvería a la gloria a su antiguo imperio y que provocó una guerra tan horrible que estimuló la creación de esta organización”, dijo.
Consumada la victoria, Thomas-Greenfield subrayó que “hemos demostrado que Rusia está aislada y sola, y que el coste seguirá subiendo hasta que Rusia ceda”. La Unión Europea celebró la derrota moral de Moscú. Olof Skoog, representante de la UE, aseguró que “el Gobierno ruso está cada vez más solo”. Recalcó que si bien Rusia opta por los tanques y los misiles, el resto “elige la diplomacia”.
El derrotado Nebenzia se agarró a un clavo ardiendo. Vio la botella medio llena y apuntó en su bando a los abstencionistas, a esa cuarta parte de los miembros que no apoyó la resolución, “a pesar de la presión occidental sin precedentes y sus cínicas amenazas”. Vaticinó que esto sólo servirá para envalentonar a los “radicales ucranianos”, los malos según él.
“La Asamblea General ha hablado alto y claro”, recalcó António Guterres, secretario general de Naciones Unidas. “Seguiré haciendo todo lo que esté en mis manos –añadió–para contribuir a un cese inmediato de las hostilidades y a las negociaciones de paz”.