Mujer en guerra
La amante en guerra es un magnífico libro que Maruja Torres publicó en 1999 con textos sobre sus experiencias bélicas que arrancaba en Beirut. “En Líbano –escribe– cubro la guerra a mi manera en la vertiente más próxima, pongo nombres, trazo el perfil humano, intento convertir estadísticas en personas con rostro y emociones. Quería saber si había sido lo suficientemente capaz para narrar lo que veía –lo hice, estoy segura, porque esto es ser periodista sino para comunicar al mismo tiempo lo que sentía. Esto significaría ser buena escritora”.
Beirut se convirtió en eterna protagonista de su obra literaria. “Beirut es una novela que se ha introducido en mi con personajes reales que podrían ser ficticios y otros de ficción que consideráis reales como yo misma. La literatura nutre mi realidad de la misma manera como lo hace el periodismo”.
“El feminismo –escribe Feixas– no es una opción de vida sino una manera de no morir”
Quiero evocarla cuando otras periodistas como Txell Feixas y sus Dones valentes , traducidas después al castellano, y las seis autoras –entre ellas Catalina Gómez Ángel, nuestra corresponsal en Teherán–, coordinadas por Natalia Sancha, acaban de dar a luz las 431 páginas de Balas para todas . Txell Feixas, que ha concluido su brillante corresponsalía en Oriente Medio de TV3, ha escrito un libro apasionado con los retratos de mujeres libanesas, palestinas, kurdas, que combaten aplastadas por un patriarcado secular. Uno de sus desgarradores capítulos narra el parto de una mujer afgana que le transmite en directo una enfermera amiga desde un hospital de Kabul y la desesperación de la madre al saber que de su vientre ha nacido una niña que no vale la pena salvar.
Como en Balas para todas , late la convicción de que ser mujeres periodistas permite penetrar en el ámbito femenino vedado a los hombres, mostrando una imagen más amplia de estos pueblos. “El feminismo –escribe Feixas– no es una opción de vida sino una manera de no morir”.
Balas para todas es un impresionante libro en torno a las guerras de Oriente Medio de unas mujeres que se han volcado con toda la fuerza de sus entrañas para narrar no solo los horrores bélicos sino su más recatada intimidad.
Amor encendido por el periodismo pero también dudas sobre el alcance de su trabajo, de que sus reportajes no sean más que “susurros al viento”. O la amarga sorpresa de aquel joven universitario veinteañero de El Cairo que nunca oyó hablar de las primaveras árabes. “Explicar Oriente no es fácil, representar a Occidente aún menos”, leo en Balas para todas . Al final, escribe Plàcid Garcia-Planas, “lo importante del corresponsal en una guerra es cómo adjetivar el sufrimiento, cómo puntuar la muerte”.