La UE ha apostado por una estrategia de compra conjunta de vacunas, pero los problemas de suministro y la lentitud del ritmo de inmunización, al menos comparado con países como Estados Unidos o el Reino Unido, ha empujado a varios estados miembro a comprar más dosis por su cuenta.
No sólo lo han hecho gobiernos díscolos como el húngaro de Viktor Orbán, también ha ido por vía libre Alemania. La Comisión Europea no ha ocultado su desagrado, pero no podía prohibirlo.
ALEMANIA En septiembre cerró un contrato bilateral con Pfizer/BioNTech (una alianza entre una farmacéutica estadounidense y una alemana) para adquirir 30 millones de dosis adicionales de su vacuna, que se suman a los 60 millones que recibirá de este inmunógeno a través de la Comisión Europea.
HUNGRÍA Fue el primer país en comprar la vacuna rusa Sputnik V (dos millones de dosis) y la china Sinopharm (cinco millones), sin esperar a que la Agencia Europea del Medicamento las aprobase. “Si no tuviésemos las vacunas rusas y chinas tendríamos un gran problema”, ha dicho el primer ministro, Viktor Orbán, él mismo inoculado con la Sinopharm.
ESLOVAQUIA Ha comprado dos millones de dosis de la Sputnik. El Gobierno eslovaco lo mantuvo en secreto hasta este pasado lunes, cuando recibió el primer cargamento con 200.000 dosis.
REPÚBLICA CHECA Esta semana el presidente Miloš Zeman anunció que el país ha comprado vacunas a China, pero sin precisar la cantidad ni los plazos de entrega. República Checa salió casi indemne de la primera ola de la pandemia pero ahora se encuentra entre los países peor parados del mundo.
AUSTRIA Y DINAMARCA Sus gobiernos han recurrido a Israel para desarrollar conjuntamente vacunas de segunda generación (para las mutaciones del virus) pero también para adquirir las dosis que les sobren a los israelíes. Niegan que se estén desmarcando de la estrategia conjunta de vacunas de la UE.