El Papa Francisco, ante su viaje más difícil a Irak
Una Iglesia olvidada
El Papa irá la semana que viene al país de Oriente Medio para consolar a una comunidad de cristianos devastada por el terrorismo
Si todo sigue como está planeado, el papa Francisco cumplirá la semana que viene uno de sus mayores deseos: convertirse en el primer pontífice en pisar Irak, un viaje breve –de solo cuatro días– que reanudará la agenda internacional del líder de la Iglesia católica después de más de un año enjaulado en el Vaticano por la pandemia.
Se reunirá con el ayatolá Al Sistani, autoridad para los chiíes iraquíes, para promover el diálogo con el islam
No es la primera vez que un papa anhela visitar Irak. Juan Pablo II pretendía acudir como parte de su peregrinación a los orígenes de la fe en el año 2000, pero los problemas de seguridad anularon su periplo. Francisco, el primer papa latinoamericano, vuelve a saltar otro muro. Ya está todo preparado para que el avión papal despegue el viernes y regrese a Roma el lunes 8 de marzo, en el que seguramente será el viaje más difícil, pero también el “más importante de todos los tiempos”, dijo el cardenal Raphael Louis Sako, patriarca caldeo.
Francisco también irá a Mosul y Qaraqosh, ciudades arrasadas durante los años del Estado Islámico
En su empeño por visitar a las periferias del catolicismo, el Papa quería hacer este viaje el año pasado, pero tuvo que ser pospuesto a causa de la pandemia. Ahora que ya está vacunado –como también el séquito que le acompañará–, no quiere esperar más. Su principal objetivo es consolar a la pequeña comunidad cristiana de Irak después de la violencia extrema que ha sufrido en las últimas décadas y, sobre todo, durante los años de devastación perpetrada a manos del Estado Islámico (EI) en Mosul y la llanura de Nínive, donde se destruyeron iglesias y se quemaron cientos de casas de cristianos. Si antes de la invasión estadounidense había más de un millón y medio de cristianos en este país, hoy apenas llegan a 200.000. La mayoría han huido, los que han podido a Canadá, EE.UU., Europa o Australia. Los que se han quedado lo han hecho porque no tenían recursos para escapar.
La visita estaba inicialmente planeada para el año pasado, pero tuvo que ser pospuesta por la pandemia
“Ellos quieren verle y saben que solo la visita del Papa es ya muy importante, porque no deja de correr ciertos riesgos. Y por supuesto esperan palabras de consuelo hacia una comunidad destrozada”, indica al teléfono el misionero argentino Luis Montes, que ha vivido diez años en ese país. No solo los cristianos están esperando con ansia que llegue Francisco, sino también los chiíes, que forman más del 50% de la población. Según Martin Lafon, personal humanitario, en Irak desde hace más de tres años, tienen mucha curiosidad por los efectos que la visita puede tener en el país. “El Gobierno quiere realmente que venga porque entiende que es una figura respetada en todo el mundo, y en un periodo en el que no es posible viajar pondrá una gran atención internacional sobre Irak”, asegura.
El nuncio vaticano en Irak, que tenía que acompañar al Pontífice, ha dado positivo al coronavirus
Como suele suceder durante sus viajes, a sus 84 años Francisco no descansará ni un minuto y visitará hasta seis ciudades diferentes. El viernes será recibido en Bagdad por las autoridades del país y luego se encontrará con religiosos en la catedral católica siria de Nuestra Señora de la Salvación, que fue asaltada por un grupo de terroristas en el 2010, un ataque en el que fueron asesinados 58 cristianos, dos de ellos sacerdotes. Al día siguiente se desplazará hasta Nayaf, donde le espera un histórico encuentro con el ayatolá Al Sistani, máxima autoridad chií en Irak. Los expertos indican que el ayatolá no se encuentra con cualquiera. Pero a lo largo de su pontificado Francisco ha demostrado su atención por el entendimiento con los musulmanes, viajando a Egipto y a Abu Dabi, donde firmó con el gran imán de Al Azhar, Ahmad al Tayeb, la institución de referencia del islam sunita un documento histórico que sirvió de guía para promover el diálogo. Todavía es incierto si Francisco y Al Sistani firmarán un texto parecido, pero lo que es seguro es que su encuentro sellará una hoja de ruta para el futuro. El Papa también visitará el enorme zigurat de la antigua ciudad sumeria de Ur, donde llevará a cabo un encuentro interreligioso en el lugar que es descrito como el hogar del profeta Abraham, padre del monoteísmo. Será un momento crítico porque Ur está muy cerca de Nasiriya, una ciudad donde este viernes seis manifestantes murieron en unas protestas contra el Gobierno que siguen la estela de las grandes protestas contra la corrupción que estallaron en octubre del 2019.
El día más recordado para los cristianos en Irak será el domingo que viene, cuando el Pontífice viajará al norte para visitar Erbil, Mosul y Qaraqosh. “En Mosul pasó algo muy fuerte. No fue solo el EI, sino que los vecinos les traicionaron, indicaron donde estaban sus casas y les saquearon. La confianza quedó muy deteriorada”, asegura el misionero Montes. “Unas cuantas oenegés intentaron ayudar a los cristianos a que volvieran a Mosul, pero está siendo realmente difícil. No sienten que tienen prospectivas de futuro”, cuenta Lafon. Precisamente en la plaza de la Iglesia de Mosul el Papa rezará por todas las víctimas del yihadismo, y, después de visitar las comunidades cristianas de Qaraqosh, oficiará una misa en un estadio del Kurdistán iraquí.
Quiere morir en Roma
El papa Francisco piensa en la muerte, pero no le teme en absoluto. Así lo cuenta en una entrevista realizada en el 2019 con el argentino Nelson Castro para un libro sobre la salud de los papas, publicada ayer, en la que el Pontífice asegura que imagina su muerte “siendo papa, ya sea en ejercicio o emérito”. “Y en Roma –apostilla–. A la Argentina no vuelvo”, dice el argentino, que siempre ha rechazado hacer un viaje apostólico a su tierra natal. Además de su ya conocida operación para extirparle un lóbulo del pulmón derecho, el Papa también habla de sus antiguos problemas del corazón, achaques de vesícula y hasta una “neurosis ansiosa: querer hacer todo ya y ahora”. “A las neurosis hay que cebarles mate. No solo eso, hay que acariciarlas también. Son compañeras de la persona toda la vida”, dice Francisco. Explica que cuando era provincial de los jesuitas en Argentina –un periodo que coincidió con la dictadura– acudía a una psiquiatra para afrontar situaciones que no sabía como encarar, como esconder a gente para sacarla del país. Hasta revela que tiene métodos propios para frenar la ansiedad, uno de ellos, escuchar a Bach.
El que será el 33.º viaje internacional del pontificado de Jorge Mario Bergoglio es también uno de los más complicados que ha tenido que organizar el Vaticano. Primero, por el fuerte dispositivo de seguridad que deberá acompañar al Papa –que correrá a cargo del país receptor, como es habitual– en un lugar todavía víctima de atentados constantes, el último un ataque con cohetes sobre una base de EE.UU. en el Kurdistán iraquí. Desde hace semanas el ejército y la inteligencia iraquí están peinando todos los lugares cercanos a la comitiva papal, para evitar cualquier imprevisto. Francisco ha dicho en anteriores ocasiones que no teme arriesgar su vida durante su pontificado.
Pero no solo la seguridad ha sido un escollo: la emergencia sanitaria no ha perdonado a Irak, que ha introducido un confinamiento parcial que incluye el cierre temporal de todos los lugares de culto. Los actos no serán masivos, y se están controlando al detalle las personas que acudirán a ver al Pontífice. Ayer mismo se sumó otra complicación al saberse que el nuncio en Irak, que debía acompañar al Papa, es positivo, según la agencia Adnkronos. Es precisamente por el virus que estas semanas se han publicado rumores sobre una supuesta cancelación ante el aumento de casos. Al final eran todos infundados. El viaje más difícil de Francisco –de momento–sigue en marcha.