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Las hordas trumpistas toman al asalto el Capitolio e impiden la certificación de Joe Biden como ganador

enfrentamientos

Una mujer murió tras recibir un impacto de bala durante el asalto y otras tres personas fallecieron por "urgencias médicas"

Asalto al Capitolio en Washington | Trump pide el cese de las manifestaciones: Última hora, en directo

Las imágenes de armas desenfundadas en el Capitolio y apuntando a la gente tuvo una clara evocación a los países dictatoriales. Nada que ver con la que se describe como la democracia más antigua en el mundo.

Estados Unidos recordó ayer miércoles a aquella España del 23-F de 1981, la del golpismo. Hordas de manifestantes, alentados por el presidente Donald Trump, invadieron el Capitolio y paralizaron la certificación de la victoria de Joe Biden, que debe tomar posesión el 20 de enero.

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El vicepresidente Mike Pence, que presidía la sesión conjunta de las dos cámaras, tuvo que ser evacuado y protegido. Su negativa a cumplir la orden de su jefe para que cambiara el resultado electoral le ha convertido en uno de los enemigos de los extremistas. Al rechazar sus consignas, el presidente le respondió con un tuit: “Mike Pence no tiene el coraje de hacer lo que debería hacer para proteger a nuestro país y la Constitución”.

Trump incitó a “una protesta salvaje” en la jornada de ratificación de su derrota. Así fue. En su largo parlamento, de una virulenta animadversión hacia sus oponentes, solicitó que la protesta avanzara hacia el Capitolio para presionar y conseguir perpetuarse en el poder.

El vicepresidente Mike Pence tuvo que ser evacuado del Capitolio y permanecer protegido

En las cadenas de televisión se hablaba de rebelión, de traición y de golpe de Estado. Incluso, en la emoción del momento, se oyeron referencias a una incitación a la guerra civil. Esas escenas de los agitadores asaltando el Capitolio definirán los cuatro años de mandato de un presidente que no respeta más que su arrogancia.

Lo que muchos vaticinaron durante estos cuatro años, que algunos calificaban de exageración, se expresó ayer con crudeza: destrucción en nombre de un aspirante a dictador bananero.

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Redacción y EFE

Hubo disparos, y una mujer murió de un disparo en el pecho. Posteriormente, las autoridades locales informaron de la muerte de otras tres personas por "emergencias médicas", de las que no dieron más detalles y elevaron el balance de fallecidos a cuatro personas. En total, más de cincuenta personas fueron detenidas por las fuerzas de seguridad.

 Todos los legisladores fueron confinados en lugares seguros. También la todavía senadora Kamala Harris.

Una víctima mortal

Hubo disparos y una mujer murió de un disparo en el pecho

Los insurgentes allanaron el Capitolio por la puerta o a través de las ventanas. Se lanzaron botes de humo, hubo situaciones de enfrentamiento en el exterior (con heridos) y en el interior del santuario legislativo del país. Ya más tarde, Trump se limitó a lanzar un par de tuits cuyos textos delatan sin duda quién es él.

En uno pedía calma a los sublevados y que respetaran a los policías y a las fuerzas de seguridad porque “están de nuestro lado”. Otro mensaje instaba a la paz con una retórica insultante. “No a la violencia, recordad, somos el partido de la ley y el orden, respeto a la ley y a los uniformados”. Luego autorizó el despliegue de la Guardia Nacional para acabar con esa revuelta que él mismo había provocado.

Una idea vino rápidamente a la memoria de muchos. A Hillary Clinton se la puso de vuelta y media en la campaña del 2016 cuando dijo que entre las bases de Trump había gente “deplorable”. Este 6 de enero del 2021 se puso en evidencia que no estaba tan equivocada en su apreciación.

Algunos de los legisladores que poco antes apoyaban el reto antidemocrático contra Biden reclamaron que el presidente apareciera ante la nación y tratara de rebajar la tensión.

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“Esto es antiamericano, no es lo que nos define como país”, proclamó Kevin McCarthy, jefe de la minoría republicana en la Cámara de Representantes y uno de los incitadores contra el reconocimiento del presidente electo. El entorno del Capitolio seguía tomado por los sediciosos. Como McCarthy, otros de sus colegas de bando rogaron que el presidente se dirigiera a la nación. Según diversas informaciones, Trump se negó a emitir un comunicado de condena.

Quien sí compareció fue Joe Biden. “Pido al presidente Trump que comparezca en televisión ya para cumplir su juramento, defienda la Constitución y exija el final de este asedio”,  dijo. “Todos estamos viendo esto, a esta hora nuestra democracia se halla ante un asalto sin precedentes” añadió. “Esto no es disentimiento. Esto es desorden. Esto está al borde de la sedición”, remarcó.

Joe Biden también puso el contexto, el de un presidente que horas antes hizo de pirómano, entre falsedades y conspiraciones. “Me habéis oído decir esto en diferentes ocasiones. Las palabras de un presidente importan. No es relevante lo bueno o malo que es un presidente. En su mejor expresión, las palabras de un presidente pueden inspirar. En lo peor, pueden incitar”, remarcó Biden en su comparecencia en directo desde Delaware.

Después de tantas peticiones, Trump apareció. Lo hizo con un vídeo grabado en la Casa Blanca en el que todavía quedó más retratado. En lugar de hacer de bombero, echó más gasolina.

“Os tenéis que ir a casa, hemos de tener paz”, les dijo a los integrantes de la turba, pero continuó con su retórica de incitación a la violencia. Ni una condena a lo que estaba ocurriendo, nada que ver con su lenguaje guerrero cuando condenaba las protestas de Black Lives Matter.

“Fueron unas elecciones fraudulentas, pero no podemos hacerles el juego a esta gente”, subrayó, como si los insurgentes fueran las víctimas. “Os amo, sois muy especiales. Ya habéis visto lo que sucede. Habéis visto la forma en que son tratados esos otros que son tan malos y malvados. Sé cómo os sentís, pero id a casa”, concluyó. Sus palabras recordaron aquello de que “hay buena gente en los dos bandos”, cuando en el verano del 2017 defendió a los neonazis y supremacistas blancos que mataron a una mujer en Charlottesville.

La alcaldesa de Washington impuso el toque de queda a las seis de la tarde, con un despliegue masivo de uniformados. En las calles seguía habiendo una amplia presencia de manifestantes.

La brecha de seguridad en el Capitolio supuso una sorpresa. Los jefes de seguridad sabían de antemano que se iba a producir esa concentración. Estaban más que avisados y alerta por el peligro latente en la fiesta inaugural de Biden por el tuit del presidente. Sin embargo, no esperaban esa virulencia, recalcaron,

La cuestión pendiente al caer la noche era saber el momento en que se reanudaría la certificación de la victoria de Biden. Se barajaba que las fuerzas de seguridad lo podrían tener todo dispuesto para hoy jueves, pero no había confirmación oficial. A última hora de ayer la policía informó que había asegurado el Capitolio. 

Otro asunto que se planteaba era si habría un acto de contrición y si los republicanos que se opusieron a la ratificación del presidente electo desistirían de la iniciativa. Sabían que su esfuerzo carecía de recorrido y que solo serviría para continuar provocando el malestar social.

Finalmente, unas cinco horas después del asalto, y una vez que la policía aseguró el perímetro, los congresistas continuaron. La sesión conjunta de ambas cámaras del Congreso confirmó que Biden y la vicepresidenta electa, Kamala Harris, superaron la barrera de los 270 votos electorales con un total de 306, y por tanto llegarán al poder el próximo 20 de enero.

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Francesc Peirón​Nueva York. Corresponsal

Las protestas trumpistas –los participantes se expresaban orgullosos de ser parte de las hordas– son la evidencia de la realidad que afrontará Biden. No solo hereda un país roto por la pandemia y la crisis económica. También encara la división fomentada por Trump, sin igual en la historia de EE.UU. Como dijo Biden, “el mundo nos está mirando”