“Soy Abubakar Shekau, nuestros hermanos son responsables del secuestro en Katsina”. Esta frase ha confirmado este martes los peores temores de Nigeria. Shekau, líder del grupo yihadista Boko Haram, ha reivindicado en un audio el secuestro la semana pasada de más de 300 alumnos, algunos de solo diez años de edad, de una escuela para chicos de Kankara, en la provincia de Katsina, situada en el noroeste del país.
Hombres armados con kalashnikovs irrumpieron a las 11 de la noche del viernes en un colegio donde dormían entre 800 y 1.200 estudiantes, abrieron fuego contra los guardas de seguridad y, tras moverse durante más de una hora por las instalaciones, se llevaron a un número indeterminado de menores. Aunque muchos de los alumnos escaparon tras saltar una valla, las autoridades creen que más de 300 siguen en manos de los asaltantes.
Desde que trascendió la noticia del secuestro masivo, el país africano contenía el aliento tras un acto que recordaba demasiado al rapto de 276 alumnas de una escuela de Chibok en el 2014, esta vez en el noreste, que provocó un trauma nacional y generó una ola de protesta mundial para pedir su liberación. Todavía 112 de ellas siguen en paradero desconocido.
Reivindicación
El líder yihadista atacó la escuela porque “la educación occidental es antiislámica”
Pese a que tras el ataque del viernes todas las miradas se dirigieron al grupo fundamentalista, el hecho se que hubiera producido en una zona lejana al territorio de acción habitual de los extremistas, y que la presidencia nigeriana se refiriese a los autores como “criminales” o “bandidos cobardes” y dijese tener controlado el escondite donde retenían a los alumnos, mantuvo la esperanza de que los yihadistas no estuvieran implicados. “Ya se está discutiendo –decía la nota oficial gubernamental publicada apenas horas después del incidente– sobre la seguridad y el regreso (de los alumnos) a sus hogares”.
Hoy, aunque no ha aportado ninguna prueba del paradero de los chicos, Shekau ha asegurado que la pesadilla de Chibok vuelve a ser una realidad y su grupo Boko Haram está detrás de un nuevo secuestro masivo. “Lo que ha ocurrido en Katsina –ha señalado el líder islamista– tiene como objetivo de promover el islam y desalentar las prácticas antiislámicas como la educación occidental, que no es el tipo de educación permitida por Alá y su sagrado profeta”.
Su autoría no augura una resolución rápida ni sencilla: desde el año 2009, Boko Haram, que quiere implantar una sharía radical en todo el país, ha sido responsable de más de 30.000 muertos, miles de secuestros y más de dos millones de desplazados, en una insurgencia que se ha contagiado a países vecinos como Níger, Chad o Camerún. En los peores momentos del conflicto, el grupo llegó a controlar un territorio intermitente del tamaño de Bélgica, donde el ejército no se atrevía ni siquiera entrar.
Mala noticia
La capacidad de acción de los extremistas ya se ha extendido por todo el norte del país
Aunque después del rapto de las niñas de Chibok se produjeron decenas de casos más sin ruido mediático, el secuestro de hace cinco años supuso una humillación para el gobierno de Nigeria y la mediatización internacional del grupo fundamentalista islámico. La reivindicación del ataque del viernes vuelve a poner a Boko Haram en el escaparate mundial y manda un mensaje todavía peor: su capacidad de actuar ya se ha extendido del noreste al noroeste del país, una zona con habituales problemas de violencia, pero que hasta ahora estaba fuera del alcance de los yihadistas.
El momento elegido también es un mensaje. El presidente Muhhammadu Buhari, de 77 años, se encontraba precisamente en su provincia natal de Katsina, la misma donde está la escuela asaltada, cuando se produjo el secuestro y hace solo cinco días, unos 70 granjeros nigerianos fueron degollados por los islamistas. El puñetazo de terror en la mesa de la banda fundamentalista es un ataque directo la credibilidad de Buhari, quien llegó al poder en el 2015 con fama de firmeza militar y, apenas meses después de que se produjese el ataque de Chibok, con promesas de acabar con el grupo yihadista.
Desde el Gobierno nigeriano se pide prudencia y se aconseja escepticismo. El mensaje del líder fundamentalista, aseguran, llega en un momento de debilidad del bando liderado por Sheaku dentro de Boko Haram, que mantiene una lucha enconada con una facción escindida, apadrinada por el Estado Islámico, y autodenominada Provincia del Estado Islámico de África del Oeste.
El recuerdo de Chibok
El secuestro de 276 alumnas –112 siguen desaparecidas– causó un trauma nacional
La reacción de las redes también ha recordado al impacto global del secuestro de las niñas de Chibok, que en aquella ocasión contó con el apoyo de actores, cantantes y políticos de todo el mundo. En los últimos días se ha popularizado el hashtag #BringBackOurBoys (Devolvednos a nuestros chicos) en una clara alusión a la campaña internacional Devolvednos a nuestras chicas tras el secuestro en el internado hace un lustro.
Buhari está en el momento más bajo de su mandato un año después de ser reelegido en las urnas. Al descontrol y la inseguridad en el norte del país más poblado de África, con 180 millones de habitantes, se suma el descontento social que llevó en octubre a millones de personas a las calles de Nigeria. Las protestas, que eclosionaron para pedir el fin de una unidad policial especial acusada de abusos y extorsión, se convirtieron en una muestra masiva y popular del descontento con la ineficiencia del Gobierno de Buhari. Ahora, además, Buhari ya tiene su Chibok.