El mal ejemplo de Estados Unidos

Relevo en la Casa Blanca

El supuesto fraude deteriora la imagen de Washington en Latinoamérica y condiciona la política de Biden

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Partidarios de Donald Trump celebran en Miami su victoria en las presidenciales en Florida

CHANDAN KHANNA / AFP

Para los hispanos más conservadores de Miami –cubanos, venezolanos y colombianos que ya tienen nacionalidad estadounidense– denunciar el fraude electoral en países como Venezuela y Bolivia ha sido el pan de cada día en los últimos años. Pero pocos se habrían imaginado que acabarían protestando, bajo instrucciones de Donald Trump, contra el fraude en las elecciones presidenciales del país líder del free world , es decir Estados Unidos. Dos días después de los comicios en los que Trump logró aumentar espectacularmente su apoyo en la comunidad hispana en Florida, un grupo de manifestantes se lanzó a la calle Ocho de Little Habana (Miami). Los lemas contra el castrochavismo de los manifestantes eran parecidos a los que se corean cuando Evo Morales o su partido ganan en Bolivia o cuando Hugo Chávez o Nicolás Maduro se imponían en Venezuela. “¡Han robado las elecciones!”, insistió a un grupo de reporteros una manifestante que portaba una pancarta de Trump delante del famoso restaurante Versalles. “Ese viejo flaco (Biden) es un comunista;”, sentenció Mario, de 64 años, que vino desde Cuba en 1994 durante el periodo especial mientras tomaba un helado de fresa en la terraza del Versalles. Los organizadores van más allá. Ariel Martínez, presentador de la cadena de radio Cubans4Trump, denunció en redes sociales “un golpe de Estado en el sentido literal (…) somos testigos del fraude más grande de la historia del país”. Todo esto pese a que Biden ya cuenta con un amplio margen de victoria y ninguna de las autori­dades electorales de los 50 estados ha detectado irregularidades. Para Trump, las acusaciones constituyen una maquiavélica estrategia política. Pero sus admiradores en Florida se lo creen. Eso sí, hay gente de la comunidad hispana en el sur de Florida, incluso en el barrio nuevo rico de Doral, donde el 30% son colombianos y el 25% venezolanos, que entiende el peligro de hablar de golpes de Estado cuando se trata de EE.UU. A fin de cuentas, este es el país que, según el habitual discurso anticastrochavista, simboliza la libertad y debe intervenir en Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua para proteger la democracia. “Si hablan de fraude, tienen que dar más pruebas”, dijo un joven venezolano de Maracay que vende helados en City Place, en frente de Tipsy Nail, un salón bar de manicura donde jóvenes hispanas compran uñas artificiales decoradas con billetes de 100 dólares. El influyente columnista Andrés Oppenheimer, que suele coincidir con los conservadores de Miami y sus llamamientos al cambio de régimen en Venezuela, resumió el dilema en el Miami Herald la semana pasada: “Las acciones de Trump van a dañar la autoridad moral de EE.UU. como defensor de la ­democracia”. The New York Times advirtió, por su parte, que Trump “deslegitimó el papel de EE.UU. como árbitro internacional de la democracia”, lo que tiene “fuertes resonancias en América Latina”.

Biden no querrá perder capital electoral defendiendo la democracia en Venezuela

Trump ha complicado sobre manera el trabajo de Luis Almagro, secretario general de la Organi­zación de Estados Americanos (OEA) y estrecho aliado de la Administración Trump. Francisco Rodríguez, asesor del opositor ­venezolano Henry Falcón, ironizó en un tuit de que, dado el activismo de Almagro en supuesta defensa de la democracia en Venezuela, Bolivia, Nicaragua y otros países, “me pregunto si la OEA pedirá sanciones contra un Gobierno de la región que se niega a abandonar el poder después de haber perdido las elecciones”.

Tal vez Oppenheimer y The New York Times sobreestiman la “autoridad moral” de un país que ha apoyado decenas de golpes de Estado en América Latina contra gobiernos democráticamente elegidos. En realidad, en los reductos conservadores de Miami, la defensa de la democracia siempre ha estado supeditada a la defensa del modelo de Florida, un capitalismo laissez faire y niveles de desigualdad disparados. “Los republicanos han logrado trasmitir el mensaje a los hispanos de Florida de que Biden es un socialista que va a destruir la economía capitalista”, advierte Ricardo Herrero, director del Cuba Study Group.

Por todo eso, el éxito de Trump en Florida –pese a su derrota nacional– probablemente dejará una huella en la estrategia latinoamericana de Biden. Asesores del presidente electo como Juan González ya han insistido en que “no se puede rebobinar” la historia para regresar al 2016, cuando Obama inició su osada apuesta de tender puentes con Cuba.

Aunque Biden seguramente permitirá que las remesas vuelvan a Cuba y reestablecerá los vuelos directos, el resultado electoral en Florida hace poco probable que vaya más lejos . “Biden no querrá perder tiempo ni desperdiciar capital político volviendo a la situación anterior a enero del 2017 respecto a la política de sanciones contra Cuba”, dijo González antes de las elecciones.

El éxito de Donald Trump en Florida acentuará este miedo demócrata a perder más capital político debido a un acercamiento a La Habana. Asimismo, en la era de la microselección de votantes venezolanos y colombianos en Miami, una administración demócrata probablemente no querrá ser menos beligerante en Venezuela si esto supone perder en Florida más votos hispanos de cara a las legislativas del 2022.

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