Loading...

Suecia cura su “trauma nacional”

34 años de incógnita

Los investigadores señalan como asesino de Olof Palme a un testigo fallecido

Un rosa fue depositada ayer sobre la placa en recuerdo de Olof Palme, en el lugar en que fue asesinado en 1986 el entonces primer ministro sueco

JONATHAN NACKSTRAND / AFP

Punto final al mayor misterio de la crónica negra de Suecia. Más de 34 años después del asesinato del primer ministro Olof Palme, los investigadores han concluido que quien apretó el gatillo la noche del 28 de febrero de 1986 fue Stig Engström , más conocido como Skandiamannen, el hombre de Skandia , inicialmente considerado un testigo y que ha acabado convirtiéndose en el principal sospechoso.

Así lo anunció ayer el actual fiscal jefe del caso, Krister Petersson, que dirige las pesquisas desde el 2017, en una rueda de prensa telemática desde Estocolmo en la que añadió que la investigación queda archivada debido a que el sospechoso está muerto. “Como Stig Engström ha fallecido, no puedo procesarlo ni interrogarlo. Por lo tanto, he decidido cerrar la investigación preliminar”, manifestó Petersson, asegurando que, después de 34 años, es imposible avanzar. “Mi opinión es que hemos llegado tan lejos como se podía pedir”, insistió en varias ocasiones durante su intervención, en la que también remarcó que “un fiscal no es un juez” y, por tanto, sólo puede apuntar a un sospechoso, pero no posicionarse sobre su culpabilidad.

ESTABA MUY CERCA

Stig Engström, que se suicidó en el 2000, fue uno de los primeros interrogados

Engström, que se suicidó en el 2000, fue uno de los primeros interrogados por la policía tras la muerte de Palme. Explicó que había llegado al lugar del crimen pocos segundos después porque trabajaba como diseñador gráfico en el edificio de la aseguradora Skandia (de ahí el sobrenombre), a tan sólo 50 metros del cruce entre Sveavägen y Tunnelgatan donde se cometió el asesinato. Eran casi las once y media de la noche, y el primer ministro salía del cine acompañado de su esposa, Lisbet. Acababan de despedirse de su hijo Mårten y su novia, e iban sin guardaespaldas. Pocos minutos después, hubo dos disparos: el primero, por la espalda, fue el que fulminó a Palme, que murió al instante, incluso antes de caer desplomado al suelo. Tras el segundo disparo, que apenas rozó el hombro de Lisbet, el asesino desapareció por una callejuela cercana. Y huyó con el arma del crimen. Las únicas pistas que se encontraron fueron las dos balas, pero los investigadores nunca han conseguido dar con un revólver que encajara, tampoco en esta última fase, a pesar de haber analizado casi 800 armas.

Esta fue una de las grandes decepciones de la rueda de prensa, la falta de evidencias contundentes. Los medios suecos daban por hecho que se aportarían pruebas físicas, como la pistola utilizada para matar al primer ministro, pero no fue así. Según Petersson, el Instituto Nacional Forense ha asegurado que, aun teniendo la tecnología actual, “no sería posible vincular un arma con las balas y la escena del crimen” debido a que el paso del tiempo puede haber modificado el revólver y, por tanto, la trayectoria de las balas. Por este motivo, explicó que sólo han podido basar sus indagaciones en el material ya existente, básicamente repasando los testimonios recogidos por la policía durante la primera fase de investigación.

ERRORES EN LA PRIMERA FASE

La investigación se ha basado en repasar el material ya recogido en su día por la policía

Engström fue incluido como testigo después de que él mismo llamara a la policía y a los medios de comunicación. Según el fiscal, probablemente lo hizo después de que la televisión informara del aspecto físico y la ropa del asesino para posicionarse como testigo y evitar ser identificado como sospechoso. Sin embargo, poco tiempo después ­dejó de ser considerado persona relevante en el caso, y la policía no volvió a tenerlo en cuenta, ni como testigo ni mucho menos como sospechoso. Ayer, Petersson lamentó los errores cometidos por la policía durante los primeros pasos de la investigación, sobre todo al no tener en cuenta a algunos testigos que ahora se han considerado esenciales. “Si el actual grupo de investigación hubiera estado allí hace 34 años, Engström habría sido detenido”, aseguró.

El actual líder de la investigación policial, Hans Melander, explicó que empezaron a seguir esta pista a finales del 2017, aunque el nombre de Engström no reapareció en el debate público hasta el 2018, cuando el periodista Thomas Pettersson, tras 12 años de investigación, publicó un reportaje en la revista Filter (y posteriormente un libro) en el que lo señalaba como autor material. Hacía referencia a su pasado como militar y lo vinculaba a círculos contrarios al primer ministro y a un posible coleccionista de armas, además de evidenciar las incongruencias de su testimonio. Todos estos detalles los confirmó Petersson, que también destacó los problemas financieros y de alcoholismo como posibles motivos.

EL PRIMER MINISTRO SUECO

“No tengo la sensación de que el caso quede completamente cerrado”, dice Löfven

Durante estas tres décadas, la policía ha interrogado a más de 10.000 personas, y más de 130 se han autoinculpado. Se han ido sucediendo fiscales y jefes de policía, en la que ha sido la mayor y más costosa investigación de la historia de Suecia: 500 millones de coronas suecas (unos 48 millones de euros) invertidos, además de los 50 millones de coronas prometidos a quien aportara una pista fehaciente que ­contribuyera a detener al culpable.

Algunos medios suecos han especulado sobre si se deberían pagar estos 50 millones a Thomas Pettersson, el periodista que volvió a poner a Engström en el punto de mira. Según el fiscal, “Pettersson es el autor de un libro que ha investigado el caso y ha llegado a la misma conclusión que nosotros”. “Pero no puedo decir que haya tenido un papel importante en la investigación”, zanjó.

Con la clausura del caso Palme no sólo se cierra una investigación de 34 años, sino también un “trauma nacional” y una “herida” que seguía abierta en la sociedad sueca, según palabras del primer ministro, Stefan Löfven. Aunque él mismo manifestó sus reservas: “No tengo la sensación de que el caso quede completamente cerrado”, admitió. La gran pregunta sigue siendo si Engström, en caso de ser el asesino, actuó solo o formó parte de una conspiración, como se ha especulado durante estas tres décadas. Pese al archivo del caso, todo indica que las teorías sobre un complot internacional están lejos de desaparecer.