Bolsonaro desprecia el virus y se obsesiona por afianzar su poder

Emergencia sanitaria

El presidente brasileño se enroca ante la pérdida de ministros emblemáticos

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Partidarios de Bolsonaro, ayer en Brasilia en un acto de apoyo al presidente

Joédson Alves / EFE

La sonora salida del exjuez Sérgio Moro del Gobierno de Jair Bolsonaro podría marcar un punto de inflexión en la suerte del presidente brasileño. La dimisión del ministro de Justicia y Seguridad, tras la destitución del titular de Salud, puede provocar un efecto dominó, que ya apunta como probable próxima ficha al responsable de Economía, Paulo Guedes. Mientras los contagios se aceleran en el país más grande de Latinoamérica, el líder ultraderechista parece estar sólo preocupado por su reelección en el 2022. Bolsonaro ha pasado de ser el Trump tropical a convertirse en el Nerón brasileño.

El mandatario practica un populismo de manual: una tercera parte de la población le apoya contra viento y marea, según las encuestas, y está decidido a afianzar ese aval enrocándose en su negacionismo de la gravedad de la pandemia, poniendo por delante la economía a la salud, pese a perder apoyo interno y que cada vez más voces pidan un impeachment .

Es más, muchos analistas consideran que el presidente busca que el Parlamento promueva ahora –y no tras la pandemia– un juicio político, que le serviría para reforzar su victimismo, sabedor de que, aunque no cuente con mayoría directa en el Congreso, el perfil derechista imperante entre los legisladores hace improbable su derrota. Entre los brasileños sucede algo similar: aunque sólo una tercera parte le votaría hoy, una fiable encuesta de principios de abril indicaba que el 59% no quiere cambiar al presidente en medio de esta crisis para viajar a lo desconocido: su sustituto sería un general retirado, el vicepresidente Hamilton Mourão. Bolsonaro acumula ya diecisiete pedidos de impeachment desde que asumió el cargo hace poco más de un año.

Crecen los rumores de dimisión del ministro de Economía, Paulo Guedes, otro puntal del mandatario brasileño

Los principales medios de comunicación insisten en reflejar la grieta abierta en el palacio de Planalto –y en el sanedrín militar en que se apoya el mandatario– tras la desairada dimisión de Moro, el fichaje estrella de su Gobierno. El ministro de Justicia renunciaba una semana después de hacerlo el titular de Salud, Luiz Henrique Mandetta, enfrentado al líder populista por defender la cuarentena de la población, que Bolsonaro sigue rechazando a pesar de que los casos de coronavirus siguen creciendo exponencialmente y en las últimas horas superaron los 60.000 positivos, con 4.000 fallecidos.

Los expertos creen que esa cifra está muy por debajo de la real y es probable que en un país tan extenso y complejo no se estén contabilizando como tales todas las muertes por coronavirus. Sólo en São Paulo –epicentro de los contagios– se han duplicado los decesos en domicilios, aunque las autoridades aseguran que se practica el test de la Covid-19 en todos los casos. En otras partes de Brasil es más difícil de certificar, como en la remota Manaos, capital de la Amazonia brasileña, donde el virus ya ha colapsado su precario sistema sanitario y funerario, que está llevando a celebrar entierros en fosas comunes.

Guedes estaría disconforme con un incremento del gasto público en el denominado plan Pro-Brasil

Moro justificó el viernes su dimisión por la “interferencia política” de Bolsonaro en la Policía Federal, tras decidir unilateralmente la destitución del jefe de esta fuerza, Maurício Valeixo. El ministro dijo que el mandatario pretendía poner a un nuevo director general de su confianza para poder tener acceso a informaciones “confidenciales”. Bolsonaro compareció poco después para replicar al exjuez anticorrupción que condenó al expresidente Lula da Silva, calificándolo de ególatra y oportunista y revelando que Moro le había dicho que aceptaría cambiar al jefe de la policía si era nombrado miembro del Tribunal Supremo. El ya exministro desmintió a Bolsonaro y mostró en televisión mensajes de WhatsApp del jueves con el presidente donde quedaba claro que el mandatario quería cargarse a Valeixo, entre otros motivos, para que no investigara a su hijo Carlos –concejal de Río de Janeiro– por dirigir una organización que difunde noticias falsas.

Inmune a la caída de la bolsa o a las caceroladas causadas por la salida de Moro, Bolsonaro ya prepara su próxima batalla interna con otro de sus principales puntales, el ultraliberal Paulo Guedes. Durante todo el viernes, los rumores de dimisión de Moro –luego confirmados– se mezclaron con la posible renuncia del ministro de Economía. Guedes estaría disconforme con un incremento del gasto público en el denominado plan Pro-Brasil, que pretende contrarrestar los efectos económicos de la pandemia y que el miércoles presentó el jefe de gabinete de Bolsonaro, el general Walter Braga Netto, sin la presencia del ministro. No obstante, Guedes apareció el viernes junto a Bolsonaro y al resto del Gobierno en la réplica a Moro, aunque el economista mostró una imagen claramente diferente a sus colegas de Gabinete, apelotonados detrás del presidente: era el único que llevaba mascarilla y que no tenía chaqueta y corbata, además de ir aparentemente descalzo.

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