El coronavirus asusta a África
Emergencia sanitaria
La pandemia ya ha llegado a más de 30 de los 55 países del continente más pobre
Hace una semana, tras apuntar con su termómetro eléctrico a la frente de los viajeros recién aterrizados, la enfermera del aeropuerto de Hargeisa, Somalilandia, frunció el ceño y soltó sus miedos al tocarle el turno a este periodista. “¿Desde dónde has volado?”. La respuesta no la tranquilizó: España. “¿Alguna conexión en otro país?” Roma, Italia. La mujer dio un respingo y llamó a un superior. “Tengo aquí a un hombre español, que también ha pasado por Italia, y ha dado 37,9 de fiebre”. La reacción posterior cabalgó entre el miedo y la improvisación: aislamiento en un patio del aeropuerto, llegada de militares al borde del ataque de nervios, apenas un par de mascarillas para todos, y controles de temperatura poco fiables: ahora 38 de fiebre, ahora 36,1; cinco minutos después, 34,2. Los termómetros estaban rotos.
Aunque la anécdota acabó en falsa alarma, refleja por un lado los medios insuficientes de los que disponen algunos países africanos para detectar los casos de coronavirus y por el otro que el temor a la expansión del virus ya se ha instalado en el continente. Aunque con 418 casos confirmados las cifras están lejos de Europa o China, el virus se ha extendido deprisa en la última semana: ya hay 30 de 55 países africanos con coronavirus. Aunque desde la oficina africana de la Organización Mundial de la Salud (OMS) insisten en llamar a la calma –la doctora nigeriana Mary Stephen, técnica de la OMS, repitió ayer hasta tres veces a este diario el mismo mensaje: “No entren en pánico”–, varios gobiernos africanos han tomado medidas robustas.
“Los niños podrían ser los primeros en morir si el virus llega a zonas de desnutrición”, advierten las oenegés
Egipto, el país africano más afectado, con 150 casos, cerró ayer su espacio aéreo durante dos semanas, pese al importante impacto que tendrá la decisión en el sector del turismo, clave para su economía. Los siguientes países más golpeados, Sudáfrica (62 positivos), Argelia (60), Marruecos (29) y Senegal (26) también han anunciado la cancelación de sus conexiones aéreas y marítimas con Europa. Incluso países como Yibuti o Libia, aún sin casos registrados, han aislado sus puertos y aeropuertos.
Para la doctora Stephen, la rápida reacción de los gobernantes africanos no ha sido improvisada. “Cuando el virus apareció en China, desde la OMS colaboramos con varios estados africanos para coordinar las medidas para prevenir, detectar y aislar a los posibles casos de coronavirus. Eso nos ha dado una ventana de oportunidad para defender al continente en esta fase inicial”. En febrero, coordinado por el Centro Africano para el Control y la Prevención de Enfermedades, se distribuyeron 90.000 equipos de protección y se formó a 11.000 sanitarios africanos.
La experiencia en gestión de emergencias sanitarias también suma a favor de un freno exitoso del virus. En opinión de Stephen, “aunque las enfermedades no son comparables, sí hay equipos acostumbrados a lidiar con crisis de ébola, cólera, fiebre amarilla, meningitis o sarampión y ese conocimiento favorecerá la contención”. Desde la OMS ponen como ejemplo la rápida actuación de Uganda en la última epidemia de ébola en el vecino Congo: detectó y aisló el único caso de enfermo de ébola que cruzó la frontera.
La OMS pide calma: la rápida reacción y la experiencia en gestión de emergencias sanitarias ayudarán
Pese al optimismo razonado de la OMS, otros datos invitan a una mayor prudencia. Además de que muchos estados africanos cuentan con sistemas de salud muy débiles, incapaces de soportar una explosión de nuevos casos, hay otros datos preocupantes: según la ONU, el 63% de los africanos que viven en zonas urbanas por debajo del Sáhara –258 millones de personas– no tienen acceso a lavarse las manos con agua y jabón, uno de los métodos más efectivos para evitar el contagio.
Desde Acción Contra el Hambre (ACH), que trabaja en 19 países africanos, señalan también el peligro de que el virus se expanda en regiones con altos índices de malnutrición –uno de cada cuatro refugiados del mundo vive en África Subsahariana– y llaman a reforzar los sistemas sanitarios. La velocidad de reacción será capital. Para Antonio Vargas, responsable de salud y nutrición de ACH, “un estado de desnutrición es un factor de riesgo determinante, dado que aumenta exponencialmente la vulnerabilidad frente al virus y sus consecuencias. Los niños y niñas menores de cinco años podrían ser los primeros en morir si el virus se expande a países con una alta carga de desnutrición”. Desde la oenegé advierten también de las consecuencias indirectas si la pandemia se expande ya que podría hacer peligrar los sistemas de producción y distribución de alimentos.
Desde la OMS apuntan por último hacia otro detalle clave: la importancia de una buena comunicación –“el pánico al virus puede echar por tierra todos los esfuerzos de contención”, según Stephen– y de rechazar las especulaciones. Según la portavoz de la OMS, “la propagación de bulos como que en África el virus no puede avanzar por el calor o que hay menos casos porque la población es joven –la media de edad africana es de 18 años, la más joven del mundo– no tienen base científica, simplemente no están probados”.