El candidato le vio el aburrimiento en la cara y dejó en el aire una frase para darle la palabra. Joe Biden llevaba una hora hablando pero Marybeth Berry seguía sin respuesta para la pregunta que explica que ayer siguiera indecisa sobre a quién votará en las primarias que el Partido Demócrata celebra hoy en Carolina del Sur. “Mi marido lo tiene claro pero yo no. ¿Qué le motiva exactamente? ¿Dónde está su fuego? Porque cuando veo a Bernie Sanders o Elizabeth Warren sí veo ese fuego”, confesó Berry, profesora de la Universidad de Carolina del Sur.
Los aplausos del público, reunido en una iglesia de Sumter, no dejaron oír el final de la respuesta de Biden: “La decencia, el honor y ... Que no grite como Bernie o mueva los brazos como Elizabeth no quiere decir que no tenga fuego dentro”, repuso Biden con súbita energía antes de contarle una anécdota personal, la decisión de su padre de dejar un empleo porque su jefe humillaba a sus trabajadores, que explica que su mayor motivación sea luchar contra quienes abusan de su poder. Donald Trump ahora, otras causas antes.
“Votaré a quien sea para quitarnos de encima a Trump”, dice un republicano arrepentido de su voto
Es su tercer intento de llegar a la Casa Blanca y el exvicepresidente de Barack Obama afronta hoy su particular hora de la verdad en Carolina del Sur. Su fama lo catapultó a la cabeza de los sondeos nada más anunciar su candidatura, pero la estrella de Biden se ha ido apagando poco a poco conforme avanzaba la campaña. Otros votantes indecisos como Berry le han dado la espalda en favor de otros candidatos también moderados pero más novedosos y frescos (Pete Buttigieg) o eléctricos aunque también sean septuagenarios (Sanders).
Tras sus decepcionantes resultados en Iowa, Nuevo Hampshire y Nevada, que en un ciclo electoral convencional lo habrían sacado ya de la carrera presidencial, a estas alturas Biden lo fía todo al apoyo de la comunidad afroamericana, un electorado clave para los demócratas a nivel nacional. Necesita ganar, y a ser posible, de largo, de forma contundente, algo complicado esta vez. Sige habiendo una cifra de candidatos récord y todos los sondeos indican que esta vez el veredicto de Carolina del Sur será más plural que nunca. Una victoria convincente le permitiría salvar su candidatura y presentarse como alternativa a Sanders en el supermartes de la próxima semana. Un mal resultado la haría naufragar definitivamente.
Carolina del Sur es el único estado en el que Biden todavía es el favorito en las encuestas. Como senador trabó buenas amistados con políticos locales negros y la población no han olvidado sus ocho años como leal vicepresidente de Obama. Su margen, sin embargo, se ha ido estrechando peligrosamente en las últimas semanas y no sólo porque los buenos resultados de Sanders en otros estados le hayan convertido en un candidato más viable de lo que parecía al principio y, por lo tanto, más apetecible. El problema de Biden en Carolina del Sur se llama Tom Steyer.
Los resultados de este empresario –otro de los multimillonarios de la actual carrera presidencial– han sido por ahora aún peores que los de Biden pero Steyer también ha volcado todas sus energías y su chequera en el estado sureño, que se ha recorrido de arriba abajo escuchando las penalidades de los votantes negros. La competencia entre ambos salta a la vista en los carteles que pueblan los jardines y carreteras. Steyer difícilmente puede ganar pero sí hacer mucho daño a Biden y esto, de rebote, beneficia a Sanders.
El senador, que se define desafiante como “socialista democrático”, ha aprendido de los errores del 2016, cuando perdió por 50 puntos en este estado frente a Hillary Clinton, que se llevó el 86% del voto afroamericano. Este año su campaña está siendo mucho más competitiva entre los jóvenes, también negros, seducidos por sus propuestas a favor de la justicia económica, social y racial y la promesa de un gobierno que funcione para todos.
Marybeth Berry salió del mitin indecisa. El recorrido ideológico de su marido es más interesante y relevante. Veterano de guerra, Chris Berry ha sido republicano toda su vida y en el 2016 votó por Trump. “Supongo que estaba buscando algo diferente y vaya si lo obtuve. Pero no estoy orgulloso. De ningún modo voy a apoyarle mientras destroza nuestro país”. No tardó mucho en darse cuenta de su error, cuenta, incapaz de recordar cuál fue la gota que colmó el caso. Sus comentarios del ejército, y las mujeres, sus mentiras, la corrupción... “Son antiamericanos y antipatriotas”, dice con firmeza Berry, que porta una gorra caqui que le distingue como veterano. Hoy participará en las primarias demócratas y su voto será para Biden, a quien conoció cuando estaba desplegado en Irak en el 2009. “Amo a Joe. Es como si lo conociera a él, a su familia, sus hijos... ”. Tiene amigos republicanos que se sienten como él, dice, pero “no se atreven a decirlo en público”. ¿Y si Biden no es finalmente el candidato? “Votaré a quien sea para quitarnos de encima a Trump”. ¿Sanders incluido?. “A quien sea”, enfatiza.