En este examen siempre hay víctimas. Desde que en el 2004 se iniciaron las audiencias parlamentarias a los aspirantes a comisario europeo, en cada ocasión algún candidato se ha quedado en el camino. Y esta vez el filtro está siendo aún más duro. En las sesiones que empezaron esta semana, dos candidatos ya han caído, y otros están seriamente cuestionados, como la francesa Sylvie Goulard, destinada a la poderosa cartera de Mercado Interior, el polaco Janusz Wojciechowski, que va a Agricultura, y la sueca Ylva Johansson a Interior.
Es una práctica, inexistente por cierto en los países de la UE, por la que los aspirantes a ocupar un puesto en el ejecutivo tienen que pasar previamente la prueba del algodón en el Parlamento, y demostrar que no hay conflicto de intereses a la vista y que son competentes en la cartera que ocuparán. No siempre lo consiguen.
Pacto entre populares, socialistas y liberales para reducir el nivel de agresividad en las audiencias
En esta ocasión, el examen empezó tan fuerte que los tres grandes grupos parlamentarios, populares, socialistas y liberales, han echado el freno, y han acordado reducir el nivel de agresividad. Fuentes de las distintas familias políticas coinciden en que no se trata de un pacto de no agresión, pero sí de reducir el grado de belicosidad. “Ser serios, objetivos, lo más institucionales posible”, indican estas fuentes. Otras precisan que hay “un cierto acuerdo en moderar la comunicación”. Los presidentes de los tres grupos, el popular Manfred Weber, la socialista Iratxe García y el liberal Dacian Ciolos, se reunieron esta semana para evitar ir a mayores.
La novedad de este año es que dos candidatos, la rumana Rovana Plumb y el húngaro Laszlo Trocsanyi ya fueron vetados en la fase previa, en el examen de sus declaraciones de intereses por parte de la comisión de Asuntos Legales. Caídos uno popular y un socialista, se preveía que la presión subiría para los candidatos de la familia liberal. En el punto de mira estaban el belga Didier Reynders, que superó con solvencia la prueba y la francesa Sylvie Goulard, que pinchó y continúa bajo sospecha.
“Estoy limpia”, declaró Goulard durante la audiencia, pero no convenció. Entre las preguntas adicionales que tiene que contestar por escrito figura la que no respondió en la sala: si dimitiría en caso de ser imputada. Goulard está siendo investigada por la justicia francesa y por la Oficina Europea Antifraude (OLAF) por los salarios a un miembro de su equipo en el Parlamento Europeo cuando ya no realizaba estas tareas. Este caso provocó su dimisión como ministra de Defensa de Francia en 2017, sólo un mes después de llegar al cargo. ¿Por qué lo que le impidió seguir de ministra no la priva de convertirse en comisaria europea? fue la pregunta que se le formuló de formas variadas. También le hicieron daño los más de 10.000 euros mensuales que cobró del Instituto Berggruen, un think-tank norteamericano, mientras era eurodiputada.
Por otro lado, los problemas del polaco Wojciechowski y la sueca Johansson vienen por la falta de conocimiento de las materias de las que deberán encargarse, agricultura e interior respectivamente. En cambio, quién salió bien parado del examen fue el griego Margaritis Schinas, el exportavoz de la comisión Juncker que ha dado el salto a una vicepresidencia de nombre polémico: –Protegiendo nuestro estilo de vida europeo”– con competencias sobre migración entre otras. No se posicionó definitivamente sobre el nombre, que los críticos consideran una cesión a los populistas y afirmó que “no tenemos que excusarnos por nuestros valores”. La cuestión del nombre sigue en el aire. Lo decidirá Von der Leyen.